domingo, 25 de julio de 2010

Faro

No existe agujero por el que no pase la luz

La nueva distribución litoral, estimó que el faro ya no tendría utilidad. La nueva señalización de la bocana del puerto y el faro recientemente instalado en el pequeño cabo de roca que se adentraba algo más en el mar, hicieron de este viejo faro una reliquia.

Apenas levantaba unos 10 metros del suelo, aunque estando tan cerca de los acantilados, desde su mirador se divisaba el mar en torno a los 80 metros. Las vistas eran, desde luego, espectaculares y únicas, si bien la bruma o la niebla, tan frecuente en la zona del cantábrico, le conferían un grado añadido de aventura y suerte para ver toda la costa en los días soleados, que se extendía varios kilómetros…

Ahora, y tal vez intentando imitar en lo posible a la torre CN de Toronto, lo habían rehabilitado y habían construido un restaurante, habilitando la casa del farero como almacén, cocina y zona de servicios y colocando en la plataforma del faro un muy bien ordenado grupo de mesas.

La comida, abundante y exquisita, si bien los precios no eran en exceso asequibles, pero se disculpaba con creces por las preciosas vistas, por la tranquilidad y el constante ronroneo del mar al intentar arañar la roca de los abruptos acantilados, moldeados poco a poco por infinidad de golpes de agua… A pesar del grosor del cristal, era imposible no escuchar aquel hipnótico sonido.

Estábamos solos… y tuvimos mucha suerte, pues el día, sin ser del todo claro, nos permitía ver el mar en su esplendor y la costa cubierta de mágicas luces tenía un brillo extraordinario… recuerdo que disfrutamos de aquella quietud durante largo rato… Luego ella se ausentó un momento y yo me quedé contemplando aquella maravilla que hechizaba mis ojos…

¿Cuánto tiempo habrá pasado??? No lo sé… recuerdo que cuando comenzó a oscurecer me di cuenta de que ella no había regresado y me volví de improviso, sobresaltado por el tiempo transcurrido… no había nadie… no había nada… el mirador era superficie completamente lisa y desnuda, cerrada por gruesos cristales y donde no existía ni una sola puerta, ni una sola apertura… no sé cuanto tiempo llevo aquí dentro, encerrado, solo, prisionero, sin poder escapar… días, tal vez meses, tal vez años…


1 comentario:

Lámpara de aceite dijo...

Lamentable que no sean otorgadas ayudas para la conservación de los faros existentes y quieran convertirlos en hoteles con maravillosas vistas...

Ella sí te esperaba por los alrededores admirando el paisaje...

Besos con señales luminosas.