lunes, 21 de enero de 2013

Vejez

El polvo que levantan tus pasos, vuelve a caer en el camino

Te he visto convertirte, sin darme cuenta, en una anciana… recuerdo tu piel tersa y suave cuando yo era niño y he compartido sin querer y sin saber todas y cada una de las arrugas que el trabajo, el esfuerzo y el tiempo te han otorgado… Tu cara se ha convertido en un cuarteado terreno donde casi con toda seguridad, han prevalecido momentos muy difíciles y también, para qué negarlo, alguna que otra risa que haya compensado aquellos

Tu mirada, ahora a veces perdida, me confirma que los muchos recuerdos ordenados del pasado, y que algunos de ellos tú me enseñaste con tus historias, medio reales, medio inventadas, ahora se hayan dispersos en sabe Dios que rincón de tu memoria, en ese caos y descontrol que el tiempo, algunas veces otorga y que, he de reconocerlo, me da pánico

Y sin embargo, dentro de esa vejez que te atrapó con saña, de este tiempo que no siempre es plácido, de este descanso que la mayor parte del  tiempo es incomprendido, aún rompe con especial alegría y enorme fortaleza, una risa ya desdentada, infantil tal vez, pero terriblemente sincera, de cuando alguna simpleza llega entera tu recuerdo…

Que difícil se hace algunas veces… que cruel otras… y que cansado la mayoría… la vida te dio un quiebro sin previo aviso, pero no ahora, hace ya muchos años…  seguramente antes de que yo recuerde aquellas tardes de trabajo en la cocina mientras hacía los deberes del colegio y escuchaba aquella radio que era perpetua compañía… cuando la comida se repetía día tras día y la ropa se remendaba constantemente… cuando la vida era tan sencilla que hoy sería de pobreza pero que entonces era lo que había y tú llevabas las auténticas riendas de todos nosotros

El devenir del tiempo nos ha traído muchas cosas… unas buenas y otras no tantas… tal vez ahora que llegó el momento del descanso, desde ese mundo particular que se te ha creado para ti, puedas sentirte bien y ser lo feliz que deberías haber sido siempre…


Un ratón se esconde tras una piña... no sé si para que yo no lo vea, o si es, solamente, por que él no quiere verme.