viernes, 28 de mayo de 2010

Camisa???

Una victoria por imposición, nos reportará enemigos. Por convicción, aliados.

El cuento de “el hombre de la camisa feliz”

n las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivió un zar que enfermó gravemente. Reunió a los mejores médicos de todo el imperio, que le aplicaron todos los remedios que conocían y otros nuevos que inventaron sobre la marcha, pero lejos de mejorar, el estado del zar parecía cada vez peor. Le hicieron tomar baños calientes y fríos, ingirió jarabes de eucalipto, menta y plantas exóticas traídas en caravanas de lejanos países.

Le aplicaron ungüentos y bálsamos con los ingredientes más insólitos, pero la salud del zar no mejoraba. Tan desesperado estaba el hombre que prometió la mitad de lo que poseía a quien fuera capaz de curarle.


El anuncio se propagó rápidamente, pues las pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes del globo para intentar devolver la salud al zar. Sin embargo fue un trovador quien pronunció:

—Yo sé el remedio: la única medicina para vuestros males, Señor. Sólo hay que buscar a un hombre feliz: vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.

Partieron emisarios del zar hacia todos los confines de la tierra, pero encontrar a un hombre feliz no era tarea fácil: aquel que tenía salud echaba en falta el dinero, quien lo poseía, carecía de amor, y quien lo tenía se quejaba de los hijos.

Mas una tarde, los soldados del zar pasaron junto a una pequeña choza en la que un hombre descansaba sentado junto a la lumbre de la chimenea:

—¡Qué bella es la vida! Con el trabajo realizado, una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares ¿qué más podría pedir???

Al enterarse en palacio de que, por fin, habían encontrado un hombre feliz, se extendió la alegría. El hijo mayor del zar ordenó inmediatamente:

—Traed prestamente la camisa de ese hombre. ¡Ofrecedle a cambio lo que pida!!!

En medio de una gran algarabía, comenzaron los preparativos para celebrar la inminente recuperación del gobernante.

Grande era la impaciencia de la gente por ver volver a los emisarios con la camisa que curaría a su gobernante, mas, cuando por fin llegaron, traían las manos vacías:

—¿Dónde está la camisa del hombre feliz??? ¡Es necesario que la vista mi padre!

—Señor -contestaron apenados los mensajeros-, el hombre feliz no tiene camisa.

Leon Tolstoi escribió este relato cómo reflexión de eso que prácticamente todos conocemos “El dinero no da la felicidad”. Tal vez sólo sepamos la teoría… nada más que la teoría…

Si decimos a las personas: "He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado", jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: "He visto una casa que vale cien mil pesos". Entonces exclamarán entusiasmados: "¡Oh, qué preciosa es!!!" (Antoine de Saint-Exupéry "El Principito")

domingo, 23 de mayo de 2010

Mirlo

Si la libertad es la opción que tiene el hombre de poder elegir, yo siempre seré esclavo del amor

Silba el mirlo en el ramaje
besando está a la mañana
aguarda el sol que desgrana
del verano, su estiaje

Y se acicala el negro plumaje
queriendo hermoso mostrarse
para así, bajo el sol cobijarse
y confundirse en el paisaje

Silba el mirlo y se esmera
orgulloso con su atuendo
silba dulzón, sin estruendo
y se hace eterna la espera

Todo el día pasará en vacío
aunque el mirlo no lo sepa
por que busque en la estepa
no encontrará eco su amorío

Silba el mirlo, y el sol se ha ido
silba con dolor y llanto
en solitario
ese será siempre su canto
por ese amor que ha perdido

sábado, 22 de mayo de 2010

Vegetación

Los sueños son la más tenue, pero firme luz, que alumbra nuestro paso en el oscuro camino de la realidad

Hoy, en una de esas conversaciones filosóficas con una amiga, donde en lugar de encontrar respuestas se crean más preguntas. Comentando el tema de la belleza, se hacía una extraña comparación de dos entornos que constan de los mismos elementos. Por un lado, el bosque. ¿Quién podría decir que el bosque no es hermoso??? No hablamos de ese bosque rectilíneo y ordenado, fruto de la reforestación, si no de ese otro bosque primario, donde la vegetación es variada y autóctona y cubre prácticamente cualquier lugar disponible; ese bosque donde el sol queda alto y la humedad es constante; ese bosque donde el caos de una silenciosa lucha por sobrevivir, ha creado la belleza virginal que demuestra que no hubo nunca intervención antrópica; ese bosque que existe sólo, tal vez por pura casualidad


Por otro lado, casi en un término opuesto, está todo aquello que el hombre crea… Tal vez los jardines sean lo más significativo para este ejemplo… Los jardineros preparan el suelo, seleccionan cuidadosamente las plantas y se esmeran en que su crecimiento y desarrollo sea el mejor posible, y al poco tiempo, el jardín estalla impregnando todo de color, frescor y aroma…

Ambos, son hermosos de por si, y ambos necesitan de tierra, sol, agua y tiempo… ambos nos gustan y embelesan, y en ambos el hombre, el ser humano tiene mucho que ver. En el bosque, por si interviniese acabaría con esa belleza natural, y en el jardín, por que si dejase de intervenir, también acabaría esa belleza artificial

Creo que más o menos podría estar claro, pero si esa misma intervención humana la aplicamos a las relaciones sociales o personales… tal vez cuando creamos una sociedad, y no somos capaces de cuidarla, esa sociedad se marchita, se pudre, se empobrece, se muere… si por el contrario la sociedad que funciona nos empeñamos en mejorarla, en quitar de aquí para poner allá, en cambiar unas cosas por otras… tal vez esa sociedad pierda su hermosura natural, y termine siendo mustia y triste…

Al hablar de sociedad, es posible que muchos pensemos en grandes civilizaciones, en países grandes o pequeños, en ciudades e incluso en pueblos… ¿por qué poner ahí un límite??? Sigamos descendiendo hasta nuestro entorno laboral, nuestros compañeros, nuestros amigos, nuestra familia, nuestros hijos, nuestra pareja…

“Solamente aquél que contribuye al futuro tiene derecho a juzgar el pasado” (Nietzsche)

sábado, 15 de mayo de 2010

Saber

Quien nada posee, nada teme perder.

Tengo ganas que la primavera se asiente… que las flores rellenen con su fragancia los huecos de los olores de la ciudad… que la luz del sol borre los grises de las nubes… que el viento se duerma en el día y que nos obligue a dejar las prendas de abrigo en casa… Tengo ganas de que acabe el invierno… pero aún así, sigo disfrutando de la lluvia que esta noche aún nos acompañó en suave tormenta…

Reconozco que ese aroma de “tierra mojada” que de vez en cuando emana de la tierra seca y cálida, es tan sugerente como embriagadora, y hace que mis sensaciones me ajumen entre recuerdos pasados y sueños futuros, para instalarse en este incierto presente, que es cómo cualquier otro, y confundo, por que es así, los dos tiempos ausentes de mi vida y todo aquello que ha sucedido a ha de suceder…

Pero sé lo que es sentir las caricias en mi piel, sé lo que es disfrutar un amanecer, sé lo que es pasear de la mano con un niño, sé lo que es pararse a contemplar un cuadro, sé lo que es correr por que se llega tarde, sé lo que es que se inunde la boca de besos, sé lo que es dormir de día y soñar de noche, sé lo que es mirar la muerte a los ojos, sé lo que es mojarse en la lluvia, sé lo que es compartir un café, sé lo que es mirar las estrellas, sé lo que es verse reflejado en unos ojos, sé lo que es disfrutar de un bocadillo, sé lo que es dar un abrazo, sé lo que es tener fe, sé lo que es perder la fe, sé lo que es sentir que te quieran, sé lo que es beber en botijo, sé lo que es transgredir las normas, se lo que es no llegar a fin de mes, sé lo que es amar, sé lo que llorar… tal vez sepa lo que es vivir… pero tal vez aún no lo sé.

Sí, sí… también yo conozco la cita de Descartes: “Daría todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro”… es posible, pero hay cosas que no desearía perder jamás…

miércoles, 12 de mayo de 2010

Belleza

La vida es un arte en el que no cabe ensayo

Rompiendo albores, el cielo se desgranaba de grises de plomo y nácar… Luisa no dejaba de mirar por la ventana, mirando la lejanía entre los dos bloques de viviendas que le conferían un artificial horizonte, pero aquella escueta apertura le permitía observar donde el cielo y la tierra se daban la mano… Hoy no podía verse, ya que una cortina oscura lo cubría todo antes de llegar allá… la lluvia en la lejanía contrastaba con el juego de luces anaranjadas del alba que se atisbaban entre los minúsculos huecos de un cielo cuajado de nubes

Estuvo allí durante varios minutos, disfrutando tanto de la vista, cómo del silencio que todo aquello provocaba… el día de primavera sería fresco, tal y cómo había sucedido en los días precedentes.

Al poco se dirigió hacia un iluminado tocador, donde la luz del día, que entraba en abundancia por la ventana, confería sin duda alguna, la mejor visión para eliminar sombras… Ante sí tenía todo aquello que una mujer suele necesitar para resaltar su natural belleza… maquillaje para ocultar la palidez de un rostro que se pasaba demasiadas horas sin sol; sombra de ojos, tenue, para resaltar el brillo de su mirada; máscara para prologar las pestañas; un lápiz de labios con el que conseguía una sonrisa embelesadora; algo de crema para mantener la piel fresca y firme, con el mínimo de arrugas que marca la propia edad…

Como si de un ritual se tratase, con la parsimonia de saber que lo que iba a hacer era importante, comenzó a maquillarse con todo el esmero que era capaz y del que ya estaba acostumbrada… No sabría decir cuanto tiempo duró todo aquello, pero al final, hay que reconocer que estaba radiante, cómo si fuese otra persona… Se miró al espejo, satisfecha de su trabajo, y sonrió de forma autocomplaciente…

"espejito, espejito… ¿Quién es la más bella de esta ciudad???"

"Sin dudar un instante siquiera, de todas las mujeres que conozco, tú eres la más hermosa, la más bella"

Luisa volvió a sonreír satisfecha… mirando su agraciada cara en el espejo, henchida de satisfacción y orgullo… Llegó la hora… se levantó, miró a la calle… ya había anochecido. Se lavó cuidadosamente, se puso un pijama y se fue a dormir… "mañana será otro día" dijo para sí…

“No hemos de preocuparnos por vivir largos años, si no de vivirlos satisfactoriamente; por que vivir largo tiempo depende del destino, pero vivir satisfactoriamente depende de tu alma” (Séneca, “Cartas a Lucilio”)

jueves, 6 de mayo de 2010

Evolución












No sé si algo acaba que no sea la vida

Estando en el mundo de las sombras
sujeto por el gordiano nudo
no deseo que vuelva el pasado
espero ansioso que se abra el futuro

Compañía segura, de tristeza y a veces soledad
en honda oscuridad terrible, presente
miro… busco una mirada
que sea espejo de mi propio reflejo

Ya yace la noche, tranquila,serena
agoniza la llena luna, desgajándose en silencio
muere… se acurruca en su infierno
y se pierde también entre sombras
bendita noche

Maldita aquella hora, maldita
vana de esperanza, repleta de sueños
llena de ansiedad, a veces ahogada en lágrimas
ausente de luz… a oscuras… a tientas
bendito amanecer

Huyen las negras mariposas
se esconden de la noche, en la noche
se ocultan de miradas y nulos afectos
se van… no esperan… se van

Los pies descalzos prestos
el campo abierto, por estrado
la lluvia, marcando el ritmo
bailemos… descalzos bajo la lluvia

martes, 4 de mayo de 2010

Mantenimiento

Sólo soy lo que puedo transmitir

Es muy posible que conozcáis lo que para mí, es una magnífica novela: "Los pilares de la Tierra", de Ken Follett (si no la conocéis, os la recomiendo). En ella se cuenta la historia de una familia, de un pueblo, de una pequeña sociedad que crece y se transforma en torno a una villa donde se comienza a construir una catedral allá por el siglo XII, día más, día menos...

No sé cómo salió la conversación, hoy hablando de catedrales, de reformas, de castillos y de toda esa riqueza histórica y cultural que se ha albergado no sólo en las más que emblemáticas construcciones, si no también en sus cimientos, su empuje, su material, su alma en sí... y me doy cuenta de que son pacientes testigos de historias y de Historia que nos incitan a regresar a esa época donde otros valores, otras creencias, otras necesidades y otra forma de vivir, eran protagonistas indiscutibles.

Esas construcciones, han resistido a los envites del clima, al paso del tiempo y al paso de los hombres, y a medida que han ido envejeciendo, han ido creciendo en importancia, que no en tamaño, y se han convertido en auténticos iconos representativos de aquellos lugares donde se ubicaron y que dieron y dan prestigio y cultura y riqueza a ciudades, villas o regiones... Hoy en día, el nombre de Notre Dame se asimila, casi de forma automática, al arte gótico más representativo de Paris, y seguramente de Francia... No obstante, tampoco son inmunes al deterioro y necesitan de vez en cuando, una pequeña revisión, un repaso, un arreglo... conservar esas construcciones no supone si no un paso por parte de los hombres de mantener sus raíces, sus historias, su Historia, su cultura, sus tradiciones, su sociedad, su propia esencia y evitar que con el derrumbe se pierda para siempre un pedazo palpitante de su propia existencia aunque pensemos que no nos ha afectado... mantener las cosas "cómo siempre han estado" y conservar lo que se tiene para no perderlo...

Esta reflexión, hoy quiero hacerla extensiva a las personas, sobre todo a mis amigos… parece que siempre han estado ahí, parece que no sufren, que no tienen cambios, que no necesitan nada… Hoy no sabría concebir mi vida sin ellos, sin su apoyo, sin el tiempo que me dedican, sin los abrazos que me otorgan, sin su consuelo y su sentido del humor… y hoy me doy cuenta de que es necesario hacer una pequeña parada, montar un virtual andamio y hacer un lavado de cara a la amistad, para que todo sea como siempre pero para conservar mejor lo que son… por ello, cuando digo “te quiero”, lo digo de corazón

A mis amigos...por que os quiero

lunes, 3 de mayo de 2010

Instinto

Si buscando la luz para ver, miras el sol, te quedarás ciego

Los amaneceres tienen una magia inherente a la sensibilidad humana (o la resaca en ocasiones) que consiguen que cada día sea distinto… La mayoría de las personas tenemos un impulso, incluso brusco algunas veces, que nos hace levantarnos por las mañanas y afrontar todos los retos que están escondidos en el nuevo día, en la confianza de que sea un día maravilloso… La mayoría de nosotros, para asegurarnos ese impulso, usamos un seguro que nos recuerde que el día comienza… el “despertador… pero siempre se empeña en levantarnos antes de que estemos preparados…