miércoles, 20 de mayo de 2009

Rejas (y III) breve reflexión sobre el amor y la pareja

Recuerdo que hace algún tiempo, vi una entrevista donde la entrevistadora preguntaba sobre algo personal a la entrevistada y en aquella pregunta incluyó la frase “tú chico”. La entrevistada, al responder, incluyó en la respuesta, a modo de sutil aclaración “la persona que ahora mismo comparte mi vida”. Este pequeño matiz me hizo reflexionar sobre lo que entendemos por pareja y que tal vez, pensamos que llega a ser de nuestra propiedad.

Existen grandes novelas donde los amantes, al sentirse solos, acaban muriendo (tal vez el clásico sería Romeo y Julieta) e incluso en épocas de romanticismo casi empalagoso, en algunos casos, la realidad era que la ausencia del ser amado llevaba irremediablemente a una muerte casi obligada… Pero para la mayoría de las personas, y en la mayoría de los tiempos, la falta de amor, se suple de mil maneras y la vida continúa adelante…

Por otro lado, estamos inmersos en una sociedad donde el adulterio no está bien visto, e incluso, todavía nos sorprenden algunos países con lapidaciones a los adúlteros… Curiosamente, y de forma casi excepcional, hay parejas que, aún amándose mucho, no les preocupa si su pareja tiene o no relaciones con otras personas. Tal vez el mejor ejemplo lo tenemos en esas parejas que se forman dentro del mundo del cine pornográfico, o esos otros que acuden a lugares donde el intercambio de parejas es algo buscado… También es cierto que hay algunas culturas, de forma minoritaria, donde está permitida la poligamia o donde el “amor libre” es algo tan natural que en realidad a nadie le preocupa lo que para la mayoría de nosotros es un “engaño”.

Pero pongamos un ejemplo que seguramente todos conozcamos: una pareja “casada” donde uno de ellos tiene un amante… Debido a que, según dicen los estadísticos, la mayoría de los adúlteros son hombres, ciñámonos a ese caso para exponer de forma más simple esta idea. La mujer casada, siempre hablará de su marido como “suyo” y dudo mucho que le haga ninguna gracia saber que se acuesta con otra. Pero… ¿y la otra??? Ella sabe que su amante no puede entregarle mucho más de lo que le da y además sabe que él se acuesta con su mujer, y además, siempre le quedará la duda de que si él es infiel con su mujer, también puede serlo con ella… Y aún así, aunque no le guste, ella consiente que su amante haga la vida que desee sintiéndose conforme con el poco o mucho tiempo que él le dedica (insisto, aunque no le guste, lo acepta por lo general)

Y qué es el amor??? No sabría definirlo, ciertamente y es más, supongo que como la mayoría de los sentimientos, cada persona lo vive de una manera diferente, e incluso en cada etapa de la vida, cada uno puede sentirlo de forma diferente… No es igual ese amor de la adolescencia, donde las hormonas rigen casi todo y los sueños se encargan de expandir un horizonte ilimitado, a ese otro amor maduro donde lo único que se desea es compartir un extraño mundo interior que ni siempre es comprendido por uno mismo

Pero volvamos a nuestra pareja y su amante… ¿por qué él es infiel a su pareja??? ¿está enamorado de su mujer??? Quiero suponer que no (siempre salvo excepciones, claro está). Sin embargo , es posible que el matrimonio se rompa al conocer la esposa el engaño, aunque ella supiese que su marido ya no la amaba… Sí… me resulta curioso que en ocasiones no se valore el amor, pero sí el engaño… Vemos, cada vez con más frecuencia mujeres que son maltratadas de forma física o psicológica por sus parejas, y ellas perdonan una y otra vez sabiendo que su integridad, e incluso su vida en sí, puede peligrar en un momento dado… es más, en alguna ocasión recuerdo que una mujer afirmaba que su marido le pegaba “lo normal”… y sin embargo, una infidelidad suele ser el detonante de una ruptura de la pareja con muy pocas posibilidades de reconciliación… que curioso, hay gente que piensa que si su pareja no es algo celosa, no sienten el amor que ellos desean…

Me pregunto si lo que necesitamos, más que sentir el amor de nuestra pareja, es sentir que nos pertenece y mientras, podemos entender y de echo consentimos, que tenga algunos amigos, pero no consentimos que comparta su sexo con nadie más… ¿no resulta chocante que demos más importancia a que nuestra pareja tenga sexo con una persona a que pueda desnudar su alma con un extraño??? ¿qué es lo que, entonces, valoramos del amor??? Acaso le damos más importancia al sexo que a los sentimientos ocultos de los que el amor debe nutrirse???

Sí…, me resulta curioso la cantidad de parejas que día tras día, viven sin ese amor que hace años caducó, amoldados y aclimatados a una cómoda rutina donde los cónyuges se han convertido en desconocidos, o mejor dicho, en compartidores de una vivienda y algo de tiempo libre, donde sus vidas se han encerrado bajo las rejas del tedio y la apatía y que en la mayoría de las ocasiones ambos sueñan en secreto con encontrar el momento propicio para salir de aquella prisión que su pareja y en gran medida, también la sociedad, les ha encerrado, y sin embargo… una aventura, del otro, sería la maravillosa excusa para poder poner fin a un agónico presente del que tememos salir para afrontar, en solitario, un incierto futuro… Tal vez sea bueno culpar a alguien que no seamos nosotros mismos, cuando el amor ya se ha acabado y no vernos reflejados en las causas que han provocado aquel adulterio… Pero así lo hemos dispuesto desde siempre… ¿no???


sábado, 16 de mayo de 2009

Rejas (II) breve reflexión sobre la libertad


El tiempo y las circunstancias, me han obligado a retrasar mis respuestas sobre algunos comentarios que se hicieron a mi anterior entrada “rejas” que ahora pretendo subsanar, distribuyéndolo en dos conceptos básicos. Uno la libertad, aquí comentada y otro el amor, que será comentada siguientemente.

Creo que hay una frase que todos conocemos y que reflejado Luna Azul: “mi libertad termina donde comienza la de los demás”.

Partiendo de esa afirmación, está claro que deberíamos saber cual es ese punto de referencia, esa frontera que limita nuestras libertades, y dado que las limitan, también la constriñen… Ignoro, sinceramente, si la libertad es tan sólo una utopía, o tal vez, siendo esa realidad, no es lo que nosotros pensamos… Para muchos, la libertad es hacer un poco lo que nos dé la gana, pero por otro lado, estamos condicionados a nuestra propia sociedad… Si yo fuese una persona que pensase que la libertad es hacer lo que quiero, tal vez desease una cita con alguna hermosa mujer, pero claro está, eso podría convertir en esclava a la otra persona, al tener que hacer algo que no desea…

Pero en otro aspecto más íntimo de la palabra, y tal y como lo define el diccionario, la libertad es la facultad natural que tienen las personas de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que son responsables de sus actos.

Por lo tanto, si somos libres de obrar o de no obrar, hemos de tomar decisiones y eso, siempre nos obligará a poner y quitar rejas en nuestra vida, a ir por un camino y no por otro, a saber aceptar un no para nuestros deseos y a saber decir que sí a los deseos, derechos, de los demás cuando sea necesario… la sociedad, nuevamente la sociedad, será quien ponga lo límites, a nuestra libertad y a pesar de que no seamos libres en su totalidad, tendremos siempre la oportunidad de mostrar nuestra conformidad o no a lo que tengamos, aunque sea al otro lado de la reja… aunque eso, claro está no nos permita arrancar la reja

domingo, 3 de mayo de 2009

Rejas

A nadie le asombra, hoy en día, el ver como todas las propiedades se protegen bajo enrejados más o menos labrados… Vemos rejas en las ventanas de las casas, en los escaparates de los comercios, en las puertas de los monumentos… e incluso, bajo el nombre de vallas, vemos una similitud a las rejas en el mismo campo, o por si eso no fuese suficiente, todos tenemos presente el enrejado de hormigón que se levantó para separar Alemania tras la segunda guerra mundial, o el que hoy en día sigue construyendo Israel en tierras palestinas…

Quiero suponer que desde hace ya mucho tiempo, el sentido de la propiedad ha sido un importante condicionante de la raza humana, y es por ello que siempre hemos procurado que lo que es nuestro, ha de seguir en nuestro poder… Grandes personajes, hicieron grandes obras que hoy se atesoran bajo enrejados, sean del clásico metal o los más modernos sistemas tecnológicos…

Por otro lado, todos tenemos ese espíritu altruista y desinteresado donde, de forma inexplicable, buscamos el bien común y social, y cada vez hay más gente involucrada en proyectos sociales encaminados a mejorar nuestra sociedad… pero no por ello dejamos de mantener nuestras rejas… por que no es lo mismo ser altruista que incauto…

Nos gusta mantener nuestra propiedad… pero… ¿qué es lo nuestro??? Es fácil definir la propiedad en cosas materiales… mi casa, mi coche, mi bocadillo de chorizo… sí, todo eso es fácil, ya que hemos intercambiado algo que es nuestro, generalmente dinero, por algo que no teníamos y por lo tanto, es nuestro… y de nadie más… También hay otras propiedades más complejas de regular… las patentes, o lo que viene a ser lo mismo, las ideas que permiten avanzar al mundo… motores más potentes, sistemas de calefacción, o incluso esta simpleza de internet que permite que yo te escriba y tú me leas, sin que ninguno de los dos sepamos quien es el otro… o esa otra propiedad que la mayoría nos hemos saltado alguna vez al descargar música o alguna película sin autorización del autor… o la que nos permite disfrutar de cuadros en los museos, o de lecturas más o menos interesantes…

Pero también hay otra propiedad mucho más compleja que no logramos entender… MIS hijos, MIS amigos, MI pareja, MI familia… seguimos hablando de propiedad cuando nos referimos a las personas… No, no es que las hayamos comprado, si no que tal vez utilizamos ese posesivo precisamente por que para nosotros son demasiado especiales y tal vez así lo relacionamos de forma especial con lo que sentimos hacia ellos… MI mundo en definitiva… pero también es cierto que no nos gusta perderlo y de alguna manera, ponemos rejas para que no nos los quiten… o tal vez para impedir que lo que es “nuestro” pueda dejar de serlo, manteniéndolo encerrado

Hace pocos días hablaba con alguien y me decía que se había enamorado de la persona equivocada… ¿equivocada??? Supongo que todos hemos oído las historias de amores no correspondidos, y también imagino que a nadie le asombra escuchar la frase de enamorarse de la persona equivocada, pero… ¿cómo puede ser posible???

Y es justo aquí donde el mundo de los sentimientos se enfrenta con el enrejado de la sociedad que hemos construido… Últimamente he leído más de lo necesario sobre esas parejas donde uno de los cónyuges es infiel al otro y la pareja termina rota… Pero este caso es diferente, es el opuesto… donde una persona se enamora de otra “ocupada” y en este caso, el sentimiento cambia… mientras que una pareja consolidada suele “enrejar” a su pareja para que se mantenga siendo de su propiedad exclusiva, en el otro caso, esa persona se conforma con algunos breves momentos de compartir algo de tiempo… no quiere decir que sea sexo, no tiene por qué… el amor puede sentirse en silencio, en la intimidad, en la sombra del desconocimiento del otro y de forma callada disfrutar de cada una de las palabras que el amado, no el amante, regala de forma involuntaria pero amable y cariñosa…

Dicen que es mejor amar y perder que nunca haber amado, o que en el amor todo vale, o que… qué importa… todos elogiamos el amor pero la mayoría lo sometemos a normas… Dejaremos lo del pájaro enjaulado para otro día ¿no???