miércoles, 28 de diciembre de 2011

Magia

No tener miedo a morir, no significa salir al encuentro de la Parca

Es curioso como la relatividad de las cosas puede asignar un valor o un tamaño distinto al tiempo y a la misma vida dependiendo de las circunstancias…

Fue hace ya muchos años, demasiados posiblemente, tantos que no sólo pesan en el cuerpo si no que también duelen en el alma.

Criado en una sociedad clásica basada en el catolicismo que ha predominado en Europa en los últimos siglos, yo también, junto con muchas personas de mi generación, intenté revelarme contra el orden establecido, contra la inmovilidad, contra la desigualdad y contra una injusticia que como si fuese el fiel de una balanza cuando sopla el viento, es prácticamente imposible que marque la equidad entre dos partes heterogéneas.

Fue así, como a pesar de no estar del todo convencido, el esnobismo de la época me impulsaba a continuar esa vena revolucionaria que invitaba una y otra vez a negar lo conocido con el fin de innovar aunque no estuviésemos seguros de las consecuencias que los posibles cambios tuviesen. Así pues, una y otra vez en lucha contra las creencias establecidas me fui creciendo en la facilidad que era, si no desbancar, si poner en tela de juicio un conjunto de creencias que hasta entonces se habían ido aceptando como dogmas sin ningún tipo de cuestionamiento.

De ese modo, empezando con iglesias y religiones, y luego con los gurús que se erigían a sí mismos como salvadores de no sé cuantas cosas, entre sectas y grupos variopintos, donde se dedicaban a vaciar los bolsillos de los pobres incautos que son empujados por creencias ajenas de un lado de la línea al otro, sin importar mucho donde se detengan en realidad

Religiosos, brujos, quirománticos, adivinadores, revelacionistas, salvadores, chamanes, sanadores, profetas, hechiceros… todos aquellos que se apoyaban en un mundo ajeno a la lógica, se convertía en un enemigo a derrotar, a dejar en evidencia, a mostrar al mundo su embuste y dejar patente mi marca de honestidad…

Si… ya no recuerdo cuantos años… demasiados sin duda. Alguien me habló de él, un chamán ermitaño que vivía en algún lugar de las sierras del oeste y cuyas profecías habían ido cogiendo popularidad y se habían extendido más allá de un entorno reducido. Dispuesto, una vez más a dejar lo evidente al descubierto, me dirigí hacia allá y gracias un muchacho de un pueblo cercano, no me resultó difícil localizarlo. Él vivía en una cabaña construida a raíz de una oquedad en la roca y la estancia, no excesivamente amplia, estaba repleta de objetos variopintos. Unos desconocidos por mí, otros ampliamente conocidos… unos, afines a un mundo de creencia, otros absurdos como una rueda dentada vieja y oxidada que colgaba de una ajada cuerda de cáñamo que mantenía tensa gracias a su peso que calculé al menos en dos o tres kilos.

Él estaba allí, agazapado en un rincón, como ausente, como si en realidad no le preocupase ni le interesase mi presencia… mi miró de soslayo y continuó con sus pensamientos sin moverse un ápice, como si formara parte de aquel extravagante y dispar entorno donde el olor a podredumbre y suciedad destacaba por encima de todo lo demás

Me dirigí a él preguntándole si podría ayudarme a encontrar mi camino y mostrarme mi futuro… él giró la cabeza y me miró con desconfianza y su respuesta fue un rotundo “no” que le aisló durante un buen rato… Esperé, seguí mirando aquél mugriento lugar pestilente… me fijé en la tremenda dejadez del lugar y de aquel hombre vestido con harapos, maloliente, y que no aparentaba buscar fama ni fortuna y por lo tanto, él, dentro de su ignorancia, estaba convencido de que realmente el mundo mágico le correspondía en su interés y por lo tanto, que él tenía los poderes que al resto de la humanidad se nos habían negado… A él, a aquel ser lleno de pulgas con fétido aliento y que difícilmente podría formar parte de la sociedad y tuvo que recluirse en plena sierra, alejado de sus semejantes… sí, a él… no cabía duda de que aquel individuo tenía un serio problema de salud mental.

Estando aún ambos embebidos en nuestras reflexiones, como dos luchadores observando, no a su oponente, si no la arena donde han de luchar, buscando resquicios, abrigos, armas y protecciones… él de un fuerte impulso se levantó y se dirigió directamente hacia una caja de donde sacó una sarta de huesecillos y otros pequeños objetos que no supe identificar… Se preparó en pocos segundos con una suerte de parafernalias, extraños cánticos y arrojar una y otra vez aquellos huesecillos dentro de una circunferencia toscamente realizada en la tierra que servía de suelo. De pronto, calló, tomó los huesecillos con cierta calma y los arrojó con una atención inusitada. Sus ojos se abrieron y sin saber como comenzó a gritar, a reír, a sentirse pleno y feliz… reía como loco mientras yo permanecía allí quieto, espectador mudo de aquel extraño espectáculo del que estaba creído se hacia en mi honor… él tomo mis manos mientras entre sus risas y un gran nerviosismo, insistía en que cerrase los ojos a lo que finalmente accedí…

No sé como fue, no sé que pasó, no tengo idea de cómo lo hizo, pero cuando abrí los ojos pocos segundos más tarde, me vi a mi mismo gritando y riendo, lleno de satisfacción, lleno de felicidad… miré mi cuerpo que se encontraba, sin saber como, viejo, sucio, cubierto de harapos, mal oliente, cansando… Miré sus ojos mientras aún me tenía cogidas las manos, y justo ahí me soltó mientras reía y reía… y entre esa risa y sus exagerados gestos, se alejaba de mí que me quedé como clavado allí, sin saber que hacer

Si, nunca supe como lo hizo pero él cambió su cuerpo por el mío y ahora soy yo quien busca en la magia lo que la lógica no me explica… soy yo quien busca hechizos, conjuros, pociones y fórmulas para poder recobrar, al menos parte de mi identidad… ahora soy yo al que visitan, al que juzgan de loco, a quienes le piden unos milagros que no sé hacer, a quienes creen y algunos a quienes siguen… pero ya no me importa todo eso y me paso la mayor parte del tiempo agazapado en el mismo rincón que estaba él cuando lo conocí, pensando en como poder escapar de aquel cuerpo, de aquella vida, de aquel encantamiento que me ata a una extraña vida que no deseo y de la que tampoco me puedo desprender…

Llevo ya muchos año, demasiado posiblemente, intentando encontrar el encantamiento para poder dejar esta maldición… y lo haré en cuanto alguien que reniegue de la magia y quiera asentar sólo la lógica, venga a intentar convencerme de que eso es así…


viernes, 16 de diciembre de 2011

Recuerdos

No todo lo que hace un artista es arte.

Donde estará la memoria!!! Ahora el hoy se confunde con el ayer, y la niñez se mezcla con la edad adulta… Ahora cuando las hojas del plátano bailan al son que marca el viento de otoño, parece que veo las golondrinas que regresan en primavera y buscan incesantes sus nidos…. Ahora que hay tiempo, no puedo organizar los recuerdos que parecen hojas de un libro que han caído mezclándose y que tienen una breve historia propia que carece de principio y no tiene final… Ahora que miro sus ojos y me resultan tan familiares que no sé si es mi hija o mi madre… Ahora que salgo a la calle y me pierdo pues no reconozco aquel pueblo donde me crie por que vivo en la gran ciudad y todo se vuelve anodino y repetitivo… Ahora que la gente celebra y no sé si es la navidad o la verbena de verano, pues todo se me hace conocido… Ahora que pregunto, más por necesidad que por curiosidad, y no comprendo las respuestas que me dan… Ahora que soy consciente que he olvidado su perfume, el tacto de su piel, el sabor de sus besos y el canto de su voz, dudo si fue una realidad o tan sólo un sueño entre fantasías que jamás se cumplieron… Ahora que pierdo el tiempo cuando quiero darme prisa, pues no sé ni que es lo que debo hacer… Ahora que he terminado mi vida, parece que ni tan siquiera la he vivido… Donde estará mi memoria!!!

Ya no recuerdo que es lo que venía a decir aquí…

sábado, 10 de diciembre de 2011

Historias

No soy el que fui, ni seré el que soy, pero siempre seré como tú sientas que sea

Se acerca la hora del balance. Desde hace ya mucho tiempo, cuando se acaba un ciclo, todos tenemos la sensación de intentar saber si ha sido bueno o malo, y el final de un año, es un ciclo que se cumple con rigurosa pulcritud y en los últimos días se empeñan en recordarnos las cosas más o menos importantes que han ocurrido y tal vez por ello, nosotros (al menos yo) también nos paramos a hacer un breve recuento de lo que hubo y lo que faltó

La mayoría de las veces, terminamos ese resumen de forma escueta y breve y eso, tras 365 días de vía, me parece un poco triste y es que a pesar de que la mayoría de los días han estado presididos por la rutina, es posible que cada día hayamos tenido unos pocos minutos de tristeza infinita o de felicidad completa… Es triste pensar que eso se termine olvidando y que sólo queden los momentos del trabajo y aquellos donde la vida familiar sumergida en la monotonía de la lucha diaria, termine siendo poco importante aunque sea por ella por la que precisamente, luchamos y nos esforzamos a diario

Y sin embargo, estoy seguro que a lo largo de un año, la mayoría ha tenido historias suficientemente importantes como para que pasen a formar parte del archivo de la memoria que está ahí presente y que nos harán reir o llorar más de una vez cuando miramos atrás y volvemos a sentir aquellas experiencias

Curiosamente, si analizamos con cuidado todas estas historias, podrían ser perfectamente argumentos de historias de novelas o de películas que muchas veces nos sorprenderían, aunque no siempre hayan de gustarnos. Historias que cada cual podrá dar importancia que desee y de las que indudablemente, no sólo hemos sido los protagonistas, si no también los creadores y es que cuando leemos cualquier novela, podremos sentirnos más o menos integrados en el argumento, pero no tenemos opción alguna a poder cambiarlo… la obra del escritor ya quedó ahí reflejada

La vida nos da la posibilidad de poder modificar nuestras propias historias… aquellas cuyo final no fue el deseado, tal vez no pueda repetirse por muchas circunstancias, pero siempre puede volver a escribirse otra con otros personajes que encajen mejor en nuestra trama… y aquellas otras que inevitablemente tenían que tener un final triste o doloroso, se les puede poner un punto y final para que definitivamente, no vuelvan de nuevo. Pero hay otras, pocas tal vez, que se quedan como escritas a medias, con el deseo de darles una continuación que no podemos pero de la que nos negamos a poner el punto final… historias inconclusas que intentamos retomar varias veces aunque no podamos añadir absolutamente nada… Pero las más importantes historias, son aquellas que permanecen vivas, palpitantes, aquellas a las que día a día podemos añadir palabras, sucesos, sentimientos, sonrisas y mucha ilusión…

Muchas veces desconozco que tipo de historia me deparará mañana mismo, pero sé que gracias a todos los que me rodean, continúo con ganas de seguir escribiendo mi propia historia, que no será posiblemente ni emocionante ni aburrida, pero que contiene ese cúmulo de sensaciones que me hacen sentir vivo, que me hacen sentir feliz… gracias a todos aquellos que me dictan al oído para que al terminar el día pueda afirmar que el día no se ha perdido, y cuando llega esta época del año, donde hay que hacer balance, pueda, pese a todo, esgrimir una sonrisa y decir que no ha sido malo

sábado, 3 de diciembre de 2011

Justicia

Los mejores finales, son los que decidimos nosotros mismos.

Ayer vi en un escaparate un libro sobre Robin Hood. Supongo que todos conocen la historia de este personaje legendario a caballo entre la realidad y la leyenda que Errol Flyn interpretó en el cine dejando, posiblemente, la imagen de un héroe al que muchos deseábamos imitar… Luego se encargó Disney de promulgar su historia y hacerla mucho más popular entre niños, jóvenes y padres que visualizan con paciencia y muchas más veces de lo que se dice, con ilusión, ese conjunto de aventuras donde el bien se vuelve protagonista principal.

De lo que no estoy seguro es de que esos héroes populares tengan cabida en nuestros días y es que para quien no lo sepa, Robin Hood era un proscrito que robaba a los ricos para repartirlo entre los pobres… y si bien es cierto que hoy en día siempre hay una cierta confusión entre la definición de rico y pobre, no la hay en absoluto entre la definición de robo, y de esta manera, el otrora malvado sheriff de Nottingham, hoy sería un dedicado funcionario encargado de velar por la seguridad de todos nosotros

Hoy, Robin sería, sin duda alguna, protagonista de infinitas horas de noticieros escritos y televisados y contaría con detractores y simpatizantes, pero la ley ha de ser igual para todos y por ello, un ladrón no deja de ser un ladrón y habrá que pagar por ello

Pero hay veces, muchas seguramente, que las leyes se quedan quietas y pierden parte de su valor si no quedan claramente obsoletas… si hoy la ley castiga con una sanción económica una falta, con el paso del tiempo puede ser más rentable pagar dicha sanción que evitar la propia falta… y de esta manera tan peculiar, resulta que hay profesionales para caminar en esos senderos que bordean las leyes y se benefician de los olvidos, desconocimientos o de una no muy clara interpretación que dictaron los legisladores

Hoy en día, hay quienes se esfuerzan en ello, consiguen sin mucho esfuerzo, seguir robando a los ricos (aunque insisto, no todos tenemos el mismo concepto de “ricos”) para dárselo a los pobres… o algo así… y de esta manera, el dinero deja de ser de papel e incluso de plástico y pasa como un mero apunte contable de banco a banco, borrando pistas y huellas y terminando no se sabe muy bien donde ni a nombre de quien… y ahí queda, ingresado y engordando día a día mientras sus responsables discuten a quien han de darse esos óbolos… y entonces, muchos optan por crear empresas y sociedades donde se colocan personas conocidas y afines y a los que se les premia con un opíparo salario que muchas, por no decir, todas las veces, no está justificado…

Pero el problema de hoy en día, es que ya no hay más bosque para tanto Robin que se cree en la obligación de seguir robando y tampoco tanto rico a quien robar… ni muchos menos hay sheriff suficientes para tanto ladrón… Hoy en día será algo más complicado saber quien es el héroe y quien el villano… ¿no???



Sé que Guillermo Tell y Robin Hood ni se conocieron ni nada parecido, pero la obertura más divertida es la del primero… así que ahí queda…