miércoles, 26 de agosto de 2009

Tren

No solemos conseguir todo lo que queremos, pero sí queremos todo lo que conseguimos.

Llegaba con el tiempo justo a la estación de trenes… El viaje en tren, por muy modernos que estos fueran, siempre son especiales, pues siempre me traen a la memoria aquellos viajes de antaño, en la misma estación, donde la gente llegaba con maletas de cartón atadas con cuerdas y repletas más de ilusión y sueños que de de cualquier otra cosa… o cuando regresaban, con la misma maleta, prácticamente vacía y con algo de decepción y dolor… un punto de inflexión en la historia de tantas y tantas personas…

El viaje en tren, nunca ha dejado de ser mágico… horarios rígidos en la partida y no tanto en la llegada… paisajes que se mueven tras las ventanillas… horas de incomodidad en un asiento rígido… compañeros silenciosos e indiferentes… No, antes los compañeros no eran así… conversaban, compartían lo mucho o lo poco que guardaban en el equipaje… prácticamente todo… pero lo demás, casi no ha variado.

Compré el billete y recorrí los andenes buscando mi tren… la hora se acercaba y el tren, saldría, como siempre, puntual… busqué el andén… el tiempo de la partida estaba rozando ya el segundero… corrí…

El tren estaba montado y los motores provocaban un cierto temblar en toda la estructura del largo convoy… desde fuera, se podía ver a los pasajeros que se asomaban a las ventanillas como en un último intento de recordar dónde estaban… cómo si la despedida no fuese con las personas si no de mucho más….

Por fin encontré mi vagón… entré un tanto precipitadamente empujado por la prisa y comencé a mirar, al igual que el resto, por las ventanillas… todo lo que me era conocido, quedaría atrás…

Me senté en mi asiento y cerré los ojos para descansar… alguien me preguntó: “¿Dónde se dirige???”. No pude por menos que sonreír… “al mismo sitio que usted… a vivir”

sábado, 22 de agosto de 2009

Tatuaje

Nunca llueve encima de las nubes

Se habían amado con la intensidad de la juventud y con la calma de la experiencia… llevaban mucho tiempo juntos y cada vez era un auténtico descubrimiento

Sus cuerpos, cansados, sudorosos y satisfechos, yacían desnudos sobre las sábanas arrugadas que intentaban mantener el pudor de cubrir el colchón. Él se fijó una vez más en el tatuaje de ella que conocía en profundidad. Arrancaba desde su pecho izquierdo, rodeando con una suave línea el pezón que aún seguía erecto y orgulloso, aunque fuese pequeño. Subía ligeramente y bajaba entre los senos descubriendo serpenteantes giros por su estómago hasta desparecer por sus ingles, aunque sabía perfectamente que continuaba por la nalga derecha y dando extraños giros iba a terminar en una compleja espiral en el centro de su espalda.

El tatuaje era un conjunto de variopintas marcas, líneas, figuras que difícilmente podrían catalogarse de geométricas pese a la sincronía que manifestaban, otras que se asimilaban a ornamentos florales, elementos clásicos, tal vez basados en arte griego, y todo ello rematado con diminutas cabezas de animales fantásticos…

Hace tiempo le preguntó qué era todo aquel loco amasijo de figuras aparentemente colocadas sin sentido y que habían ido cogiendo forma en su piel… “mi vida” contestó ella… No insistió, pero le fascinaba pasar sus dedos por los contornos de aquel tatuaje. A él le excitaba recorrer una y otra vez la piel marcada con aquellos dibujos, símbolos y líneas que no comprendía… no era la sensación de acariciar su cuerpo, si no de acariciar “su vida” lo que le producía aquel extraño estado de euforia y excitación… a ella le gustaba sentir los dedos acariciar su piel, como si remarcara más aún esos dibujos… el placer que sentía cuando los dedos acariciaban de forma casi etérea su piel, o cuando apretaban como si quisiese que la tinta entrase más dentro aún… le satisfacía que él recorriera, sin preguntar, “su vida”

“Mañana iré al tatuador”
“Entonces… ¿hemos terminado???”
“Sí. Mi vida debe seguir, no quiero que se detenga”

miércoles, 19 de agosto de 2009

Cena

En la base de la más alta montaña, siempre encontraremos un pequeño grano de arena.

La noche caía lentamente y el cielo nacarado se dejaba conquistar por la oscuridad. Ella llegó a casa cansada y con un fuerte dolor de cabeza. El día había sido duro y largo y el trabajo le había dejado un cansancio intenso, como pasaba casi a diario durante las últimas semanas. En su mente, sólo quedaban los restos de los últimos problemas que, a su pesar, aún se tenía que llevar a casa por que las horas del día se hacían cortas, y en sus sueños, llegar pronto, quitarse los zapatos, darse un tibio baño y dormir el máximo de horas que fuese posible.

Él la esperaba dentro… ya había acostado al niño y había preparado la cena, e incluso había adornado la mesa con flores y velas para que aquella velada fuese especial. Sabía del esfuerzo de ella en el trabajo y a pesar de que muchas veces era incapaz de entenderla, sabía que ella era sí… decidida, tenaz, impetuosa, responsable, dulce… y hermosa, muy hermosa…

Bajó la intensidad de la luz y puso algo de suave música de orquesta que anulase el lejano zumbido de la ciudad.

Ella, sorprendida por la presentación, le preguntó qué es lo que ocurría, si estaban celebrando algo especial y el, dándole un suave beso en los labios, le susurró al oído: “sí… que te quiero mucho”. Ambos se fundieron en un abrazo…

martes, 18 de agosto de 2009

Albatros

El héroe no lo es por que vence a los dragones, si no a su propio miedo.

Fue hace ya tiempo, en la época en que las sirenas aún visitaban las playas y los dragones no habían sucumbido a los caballeros.

El albatros se sentía seguro en las rocas del acantilado donde difícilmente llegarían sus depredadores. Desde allí le gustaba contemplar los atardeceres donde, ya con el apetito saciado y presto a descansar, se sentía feliz.

Una noche de luna llena, advirtió en una playa cercana algo que le llamó la atención y no pudiendo resistir la tentación, voló en la oscuridad hasta la playa, y allí descubrió, para su sorpresa, a una sirena llorando.

Intrigado, sorprendido y enternecido por sus lágrimas, le preguntó por qué lloraba, y ella le contestó que por que su condición de sirena, no se sentía libre, pues por mucho que lo intentase, no podía ver la todas las maravillas que había en la tierra… El albatros, incapaz de verla llorar, comenzó a describirle cada uno de los parajes que había ido sobrevolando todos los días, y mientras, la sirena le contaba cómo eran los rincones más bellos del fondo del mar y esas otras playas que ella conocía y que estaban llenas de tesoros que esos extraños humanos eran incapaces de valorar.

Cada noche, durante años, el albatros y la sirena se encontraban en la playa y se contaban lo que habían visto… y luego contaban las estrellas, o los granos de arena de la playa o las gotas de agua que hay en el mar… día tras día, hasta el amanecer que la sirena volvía a las profundidades y ambos se complementaban de tal forma que parecía que, pese a lo que hoy podemos pensar que es inimaginable, era como si ambos fuesen sólo uno que lo tenía todo de los dos.

Un día, el albatros acudió a la playa pero esta estaba desierta. Esperó y esperó hasta el amanecer, pero la sirena no acudió. Noche tras noche, el albatros volvía a la playa sin saber por que la sirena no llegaba… le preguntó a las estrellas, a los granos de arena de la playa, a las gotas de agua del mar, a los pececillos que dejaron de temerle, a las orgullosas gaviotas… hasta que una noche, la espuma de las olas le comentaron que la habían visto en otra playa, pero en la oscuridad, no sabían en cual.

Desde entonces, el albatros surca las orillas de los mares desde lo alto, mirando cada uno de los rincones de las playas esperando, sin conseguirlo, encontrar a la sirena… a su sirena.

Mediciones

El lobo sólo hace lo que debe, es el hombre quien dice que no es bueno lo que hace.

Todos sabemos más o menos lo que representa un metro, un kilo, o una hora… el hombre se empeña en querer medir todo para poder hacerse una idea de su importancia en el universo… hablamos de grandes o pequeñas distancias, de grandes o pequeños volúmenes y de grandes o minúsculos espacios de tiempo… pero cómo medimos al hombre???

Naturalmente no me estoy refiriendo a su tamaño que camba en función de cada persona… altos, bajos, gruesos, delgados… cada persona… un mundo… sí… Cómo se medirán los sentimientos de cada persona??? cuánto odio puede tener una persona??? cuánto amor puede dar una persona??? cuanta amistad contiene una persona??? No sabría decirlo… para eso no encuentro referencias y no creo que nadie pueda hacer una aproximación… tan sólo puedo hacerme una idea de lo que yo siento, y aún así, es posible que difiera mucho (y no digo en más o en menos) de lo que puedan sentir los demás.

Al igual que me pregunto si el mismo tono que yo veo el azul del cielo con mis ojos, lo pueden percibir los demás exactamente igual… o si la música que yo escucho a los demás les suena exactamente igual… No, no lo creo… seguro que hay minúsculos matices de color o timbre que les hace distintos…

De igual forma, el odio, la envida, la amistad, el amor… todo tiene un valor distinto en cada persona… y el dolor, ese maldito dolor que nos ocasiona la pérdida de alguien a quien queremos, tampoco se puede medir… Hay quienes ante una infidelidad, rompen sistemáticamente una pareja, y hay quien la perdona… e incluso hay quien mira hacia otro lado y calla… pero está claro que todos, en mayor o menor medida, sufren… ¿Cuánto sufre cada uno??? mucho, estoy completamente seguro que mucho… tal vez todo cuanto puedan, pero es posible que no por igual…

Hoy, en esta noche de canícula e insomnio, sólo la soledad me acompaña y busco en los rincones, una vez más, los recuerdos de un pasado caduco y obsoleto… aquel pasado donde conocía a las personas… sí, conocerlas desde dentro hacía afuera… conocer sus inquietudes, sus secretos, sus tristezas, sus alegrías… No he sabido medirlas y hoy, no sé cuan de grandes o pequeños son sus sentimientos… sólo tengo la referencia de los míos… pocos ya sin duda… muertos muchos en crueles y absurdas batallas por intentar recuperar un terreno que fue cedido, que fue arrebatado, que fue abandonado, que fue conquistado y ahora ondean extraños pabellones... pérdidas que no muchas veces no sé si fueron tales, por que sólo se pierde lo que se tuvo, y a las personas... no, a las personas, no se las tiene... sólo están ahí o no lo están, sólo eso...

Corazones con coraza y almas opacas… no son compañeros de viaje que deseo… tal vez por ello hoy camino solo… no, solo no… la soledad me acompaña y me dicta al oído estas palabras mientras secretas lágrimas recorren mi alma por el dolor de la pérdida…

Me quedaran, como siempre, mis imborrables recuerdos, sonidos de risas, brillos de ojos, abrazos intensos… sólo recuerdos de tiempos distintos, mejores, sin duda… hasta que el dolor desaparezca y el alma se serene… hasta que las lágrimas cesen y nuevamente encuentre un motivo para sonreír…

Sí, el lobo, al fin y al cabo hace lo que debe hacer… es el hombre quien se empeña una y otra vez en decir lo que está bien y lo que está mal… tal vez sea el hombre quien esté equivocado.


sábado, 15 de agosto de 2009

Amantes

La victoria suele ser efímera, la derrota, permanente.

Tras tiempo de ausencias, el encuentro de nuevo… como siempre, las miradas produjeron sonrisas de felicidad y los abrazos paliaron en lo posible, la ausencia de otros gestos afectivos que el tiempo les había privado de mantener

Tras un breve camino en la ciudad intercambiando la información de lo que en este último tiempo les había ocurrido, llegaron pronto al lugar donde podrían, ya en la intimidad, amarse como deseaban…

Los labios besaban, acariciaban, rozaban otros labios, evitando palabras que no eran necesarias… se habían dicho infinidad de veces que se querían, y ahora no era necesario, ya que ambos lo estaban demostrando… la lengua se alimentaba de otro aliento y buscaba en la boca del otro, el amor que se desprendía desde el alma y que en aquel momento, era el mejor y más necesario de los alimentos… las caricias descubrían una y otra vez, todos los recovecos de una piel que por otro lado, se dejaba hacer con más que complacencia, como si la piel estuviese desapareciendo para que en lugar de esta se pudiese llegar directamente hasta el corazón…

El tiempo se detuvo ante el empuje del amor, de la pasión, de una felicidad necesaria, vital… el tiempo se detuvo cuando la vida pudo dejar de lado todas las adversidades que habían sufrido y ahora, ellos, hombre y mujer, protagonistas único del universo, se amaban sin control, deseando que aquel momento no tuviese final ninguno…

Se amaron con un frenesí de necesidad, durante todo el tiempo que estuvieron juntos… el mundo desapareció ante sus ojos y sólo podían verse el uno al otro… los cuerpos se hicieron casi transparentes y las almas retomaron el juego amoroso sin pudor ninguno, convirtiéndose en casi una sola cosa…

El fin de semana acabó… debían volver a sus cotidianas y aburridas rutinas… retomar sus vidas en un mundo que no les correspondía y que les había situado en el lugar equivocado… Silencios, besos, sonrisas, lágrimas… El momento de la despedida era así… cruel… como asesinar a un ser inocente que sólo deseaba ser feliz…

“Hasta siempre mi amor” se dijeron… ambos sabían que en realidad era como decir un “hasta nunca”

lunes, 10 de agosto de 2009

Obediencia

Quien hace suyas las ideas ajenas, podría quedarse sin las propias.

Las casualidades, como siempre, me han traído el recuerdo de una arenga que escuché hace algunos años en un trabajo: “Un mensaje a García”.

A aquellos que se dediquen a leer el texto del enlace anterior, no le será difícil identificarse con mucha parte del mismo, y lo más probable es que aplaudan su rotunda lógica, por que creo sinceramente, que la tiene.

Estoy convencido de que el texto se escribió con el ánimo de ser una historia ejemplar de lo que debe hacerse en algunas situaciones, pero por otro lado, ignoro si ese texto ha de ser generalizado para trasladarse a todo ámbito.

Cuando conocí el texto, se exponía como ejemplo en el mundo laboral. El viejo axioma de “El jefe siempre tiene razón”. No, no voy a cuestionar que las decisiones de la dirección deben comprenderse para tener que cumplirlas, de echo, muchas de ellas son desconocidas para muchos y por lo tanto, han de ser asumidas como tales.

Pero el gran problema, es cuando esas teorías intentan conducir nuestra vida y básicamente en la política, que es donde se diseñan los puntos vitales de la sociedad en que nos ha tocado vivir , y se quieren llevar a cabo, así como en ese otro mundo más interior y profundo que son nuestras creencias y que se nutren de religiones y que guian nuestros pasos en pos de algo que se supone mejor. Incluso ese otro mundo más cerrado y cercano de los amigos, la familia, la pareja…

Sí, cuantos de nosotros no ha recibido nuestro particular encargo de ese tipo y sin cuestionárnoslo, hemos intentado cumplirlo. No digo (quede claro) que no deba ser así, pero me pregunto qué pasaría si nos cuestionásemos más lo que escuchamos y fuésemos un poco más críticos con las ideas que pregonan nuestros políticos, muchas de ellas ya fuera de lugar, o esas otras en las que se apoyan las religiones, muchas de ellas obsoletas, o esas que nos dicta nuestro jefe, muchas de ellas por desconocimiento del avance de la sociedad en general, o esas que nos hacen nuestros amigos o familiares muchas de ellas estúpidas y que aceptamos para no causar dolor innecesario y que no rebatimos.


sábado, 8 de agosto de 2009

Conversación

La vida son sensaciones, sólo eso.

Hacía varios meses que no se veían, y a pesar de que habían tenido una continua comunicación, a ambos les apetecía fundirse en un abrazo. ¿Cuánto tiempo hacía que se conocían??? Ninguno lo sabía ni tampoco importa mucho. Siempre, era la mejor definición.

Ella estaba alterada y nerviosa. Se sentía radiante y feliz y no hacía más que hablar de lo feliz que era con él. Le gustaba recrearse en lo que hacían juntos en todo cuanto compartían y en como su vida había mejorado desde que se encontraron.

Él, sonriente, asentía con calma y miraba ese brillo en sus ojos que delataba que ella estaba profundamente enamorada. También él lo estaba de ella…

Hablaron durante horas, se rieron, se abrazaron, y el tiempo pasó en un suspiro. Llegó la hora de la despedida y ella le dio un tierno beso en la mejilla. Su amor la estaba esperando ya fuera.

Sí… desde siempre fueron los mejores amigos.

viernes, 7 de agosto de 2009

Velocidad

No podemos escapar al futuro, pero si intentar construirlo.

Tras algo más de 15 minutos de intenso tráfico en la ciudad, llegó a las afueras y pronto enfiló hacia la autopista con la agilidad que el tráfico le permitía

No habían pasado más de 10 minutos cuando por fin enfiló la salida y llegó al peaje… insertó la tarjeta y la barrera se abrió sin problemas. En ese momento, respiró profundamente y comenzó su camino

En unos pocos minutos alcanzó poco más de 240 kilómetros por hora y sentía, por primera vez, la excitación y el vértigo de la velocidad en su cuerpo… la adrenalina le desbordaba y la emoción de sentirse, tal vez por primera vez en su vida, poderoso, le hacían pedir más a un coche que ya estaba dando todo lo que podía.

No había obstáculos y el coche respondía con la precisión que se le exigía. Los adelantamientos raudos y seguros, sólo provocaban gritos e insultos de los otros conductores, y más de una cara de susto, pero él sabía que es lo que estaba haciendo.

En alguna ocasión, el coche parecía querer detenerse en algún repecho, pero pronto se nivelaba el firme y la aguja del velocímetro, temblaba intentando llegar más allá del tope que el motor le marcaba

Tan sólo 12 minutos más tarde y encontró el cartel: “Viaducto de las Torrillas". Longitud: 1.746 metros”. Conocía perfectamente la autopista, puesto que solía recorrerla dos o tres veces al mes y conocía perfectamente la suave pero constante curva a la izquierda que el puente mantenía con un inadecuado peralte para altas velocidades.

Sujetó el volante con fuerza y todo su cuerpo se puso rígido como si formase parte del entramado metálico del vehículo. Sin reducir su velocidad, el coche enfiló por el inicio del puente y cuando la autopista comenzaba la curva, él gritó, aceleró todo lo que pudo y mantuvo el volante rígido.

El golpe rompió el pretil de protección y el vehículo salió volando para caer unos 70 metros más abajo.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Escribir

Todo es importante, pero no todo tiene importancia

Por esas casualidades de la vida, hoy ha llegado a mis manos un periódico del año 1957. No he podido resistir la tentación de ojearlo y pese a que las noticias de aquel día no tienen nada que ver con las de hoy, así como la forma de relatarlas, pues las noticias se comentaban con un cierto entusiasmo, o al menos, eso me ha parecido entender por lo que poco que he leído, he disfrutado con esa extraña sensación de alejarme en el tiempo, más atrás incluso del momento de mi nacimiento...

Pero sí que me ha resultado curioso el tipo de letra empleado. Comparándolo con la tipografía informatizada de hoy en día, donde con pocos movimientos del "ratón" cambiamos formas, tamaños, colores, etc., las noticias de hace 52 años se hacían con los antiguos tipos (de plomo seguramente) en los que se tenían que encajar las palabras en las líneas y formaban ese entramado casi artesanal y donde no es difícil encontrar algunos fallos mecánicos si observamos las alturas y distancias de las letras.

Cuando era niño, y por que los ordenadores eran tan desconocidos para el gran público como los chanchullos de los políticos hoy en día, yo soñaba con tener una máquina de escribir Hispano Olivetti, de esas con amplia curvatura y donde había que hacer ejercicios con los dedos para coger la suficiente fuerza para aporrear las teclas, y aún así, se corría el riesgo de que la nitidez de la escritura no fuese todo lo buena que se necesitase, ya que los que colocaban los muelles del retorno, sabían muy bien hacer su trabajo.

Jamás pude tener una y cuando ya fui algo más mayorcito, tuve que conformarme con una Olympia compacta que aún está guardada en algún sitio… Reconozco que apenas la usé y todas aquellos proyectos de geniales estudios de larga verborrea, se quedaron ahí, justo en proyectos huecos y vacíos, colocados al lado de la Olympia por si alguna vez me decido a escribirlos, aunque hoy mis dedos carecen de la fuerza y la agilidad necesaria para poder usar la máquina de escribir convencional.

No sé por qué escribo esto… tal vez por que mi imaginación infantil aún sueña que estas palabras son escritas con aquél esfuerzo, buscando esos huecos en un texto que no admite correcciones, y es que esa forma de escribir era mucho más similar a la vida en sí… no había copiar ni pegar, no había salvar, y si se cometía un error, quedaba reflejado en las palabras, y sólo aquellos textos que eran buenos, podían salir a la luz y pasar, tal vez, a esos tipos de plomo con se iban formando las planchas de los tabloides para que todo el mundo pudiese conocer la opinión de quien había redactado la noticia…

Escribir… hablar en silencio para todo el que desee escuchar… voces que el viento no se puede llevar… escribir… ese placer oculto de, algunas veces, poder vomitar lo que llevamos dentro, vistiéndolo a nuestro antojo para que el amor no sea visto… para que la venganza parezca justicia… para que el dolor muera tras una sonrisa… Escribir… hablar con calma y sosiego, pensar en voz alta, tachar, emborronar, empezar y nunca terminar… no importa lo que se dice, no importa cómo se dice, pues es un todo que algunos afortunados saben moldear para poner pasión en sus escritos, en sus historias… escribir es poner una voz en el silencio para que tú, lector, puedas oírme aunque yo nada tenga que decirte.

martes, 4 de agosto de 2009

El pasado siempre queda atrás, pero se queda a la distancia suficiente para no perderlo de vista

Tal vez el mejor momento del día, es aquel donde el amanecer inunda de anaranjados los paisajes que se cubren con sombras infinitas, asegurándonos posiblemente un plácido día...

Tal vez el mejor momento del día, es aquel donde sol, en el cenit, nos inunda de calor y nos regala una sensación de pereza que se consolida en una intensa conversación al compás de una comida...

Tal vez el mejor momento del día, es cuando la lluvia asoma tras las oscuras nubes y nos regala ese intenso aroma de ambientes más fríos y húmedos, limpiando calles y campos al ritmo de un repiqueteo anárquico...

Tal vez el mejor momento del día, es cuando baja la marea y descubre una inmensa playa donde todo es nuevo y podemos dejar el rastro efímero de las huellas de nuestros pasos en la húmeda arena...

Tal vez el mejor momento del día, es cuando el sol de aleja a descansar y las luces se retiran confundiendo los contornos y uniendo cielo y tierra en el horizonte...

Tal vez el mejor momento del día , es cuando nos encontramos la sonrisa inocente y sincera de un niño…

Tal vez el mejor momento del día, es cuando el cansancio se apodera de nuestro cuerpo y nos arrastra de forma irremediable a un reparador sueño...

Tal vez el mejor momento del día, es cuando damos por concluido el trabajo y observamos que el esfuerzo ha merecido la pena y que nuestra obra queda ahí, día tras día...

Tal vez el mejor momento del día, es aquel que dedicamos a nosotros mismos para crecer como personas y gozar del tiempo libre que dedicaremos a lo que más nos guste...

Pero el mejor momento del día, es justo aquel en que estoy contigo.

sábado, 1 de agosto de 2009

Aguacero

Fantasía y realidad se complementan en nuestros deseos.

Las primeras gotas en su rostro, lo despertaron sorprendido y mirando alrededor, se dio cuenta de que ya había amanecido. Hacía un día soleado, pero sin saber cómo, había comenzado a llover.

Sorprendido, se levantó mientras la lluvia arreciaba y apenas puesto en pie, ya estaba completamente empapado, y en el suelo comenzaban a aparecer los primeros regueros que buscaban la lógica salida siempre hacia abajo.

No había pasado un minuto y sintió que cada vez le costaba más avanzar. El flujo del agua era intenso y el nivel subía con una rapidez insospechada, impidiéndole moverse con la soltura necesaria

Seguía lloviendo con una desconocida intensidad. Pronto el nivel del agua casi le cubría por completo y presa del pánico buscaba el poder salir de allí, sin pararse a pensar qué estaba pasando… pero el agua seguía cayendo con fuerza y tuvo que hacer grandes esfuerzos para permanecer a flote…

Finalmente, el flujo del agua le arrastró una y otra vez al fondo, pese a su desesperada lucha por salir a flote.

La última vez que el agua lo arrastró al fondo, pudo ver las ventanas de su casa… no entendía que pasaba… fuera, en la calle, el sol seguía brillando en un seco día de verano.