viernes, 7 de agosto de 2009

Velocidad

No podemos escapar al futuro, pero si intentar construirlo.

Tras algo más de 15 minutos de intenso tráfico en la ciudad, llegó a las afueras y pronto enfiló hacia la autopista con la agilidad que el tráfico le permitía

No habían pasado más de 10 minutos cuando por fin enfiló la salida y llegó al peaje… insertó la tarjeta y la barrera se abrió sin problemas. En ese momento, respiró profundamente y comenzó su camino

En unos pocos minutos alcanzó poco más de 240 kilómetros por hora y sentía, por primera vez, la excitación y el vértigo de la velocidad en su cuerpo… la adrenalina le desbordaba y la emoción de sentirse, tal vez por primera vez en su vida, poderoso, le hacían pedir más a un coche que ya estaba dando todo lo que podía.

No había obstáculos y el coche respondía con la precisión que se le exigía. Los adelantamientos raudos y seguros, sólo provocaban gritos e insultos de los otros conductores, y más de una cara de susto, pero él sabía que es lo que estaba haciendo.

En alguna ocasión, el coche parecía querer detenerse en algún repecho, pero pronto se nivelaba el firme y la aguja del velocímetro, temblaba intentando llegar más allá del tope que el motor le marcaba

Tan sólo 12 minutos más tarde y encontró el cartel: “Viaducto de las Torrillas". Longitud: 1.746 metros”. Conocía perfectamente la autopista, puesto que solía recorrerla dos o tres veces al mes y conocía perfectamente la suave pero constante curva a la izquierda que el puente mantenía con un inadecuado peralte para altas velocidades.

Sujetó el volante con fuerza y todo su cuerpo se puso rígido como si formase parte del entramado metálico del vehículo. Sin reducir su velocidad, el coche enfiló por el inicio del puente y cuando la autopista comenzaba la curva, él gritó, aceleró todo lo que pudo y mantuvo el volante rígido.

El golpe rompió el pretil de protección y el vehículo salió volando para caer unos 70 metros más abajo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El viaje final. La velocidad es una tentación muy grande.

Luna Azul dijo...

¡Vaya! menuda forma de morir. Lo mejor es que en su loca carrera no se llevó a nadie por delante.
Un abrazo y hasta pronto

Ericarol dijo...

me gusta mucho la velocidad, pero mi mayor temor es morir en un accidente de tráfico.
que contradictorio, no?
besos de nuevo!!!!

Maxwell Walt dijo...

El paracaidismo en este caso, es una buena opción :=)
Saludos!!!