miércoles, 5 de agosto de 2009

Escribir

Todo es importante, pero no todo tiene importancia

Por esas casualidades de la vida, hoy ha llegado a mis manos un periódico del año 1957. No he podido resistir la tentación de ojearlo y pese a que las noticias de aquel día no tienen nada que ver con las de hoy, así como la forma de relatarlas, pues las noticias se comentaban con un cierto entusiasmo, o al menos, eso me ha parecido entender por lo que poco que he leído, he disfrutado con esa extraña sensación de alejarme en el tiempo, más atrás incluso del momento de mi nacimiento...

Pero sí que me ha resultado curioso el tipo de letra empleado. Comparándolo con la tipografía informatizada de hoy en día, donde con pocos movimientos del "ratón" cambiamos formas, tamaños, colores, etc., las noticias de hace 52 años se hacían con los antiguos tipos (de plomo seguramente) en los que se tenían que encajar las palabras en las líneas y formaban ese entramado casi artesanal y donde no es difícil encontrar algunos fallos mecánicos si observamos las alturas y distancias de las letras.

Cuando era niño, y por que los ordenadores eran tan desconocidos para el gran público como los chanchullos de los políticos hoy en día, yo soñaba con tener una máquina de escribir Hispano Olivetti, de esas con amplia curvatura y donde había que hacer ejercicios con los dedos para coger la suficiente fuerza para aporrear las teclas, y aún así, se corría el riesgo de que la nitidez de la escritura no fuese todo lo buena que se necesitase, ya que los que colocaban los muelles del retorno, sabían muy bien hacer su trabajo.

Jamás pude tener una y cuando ya fui algo más mayorcito, tuve que conformarme con una Olympia compacta que aún está guardada en algún sitio… Reconozco que apenas la usé y todas aquellos proyectos de geniales estudios de larga verborrea, se quedaron ahí, justo en proyectos huecos y vacíos, colocados al lado de la Olympia por si alguna vez me decido a escribirlos, aunque hoy mis dedos carecen de la fuerza y la agilidad necesaria para poder usar la máquina de escribir convencional.

No sé por qué escribo esto… tal vez por que mi imaginación infantil aún sueña que estas palabras son escritas con aquél esfuerzo, buscando esos huecos en un texto que no admite correcciones, y es que esa forma de escribir era mucho más similar a la vida en sí… no había copiar ni pegar, no había salvar, y si se cometía un error, quedaba reflejado en las palabras, y sólo aquellos textos que eran buenos, podían salir a la luz y pasar, tal vez, a esos tipos de plomo con se iban formando las planchas de los tabloides para que todo el mundo pudiese conocer la opinión de quien había redactado la noticia…

Escribir… hablar en silencio para todo el que desee escuchar… voces que el viento no se puede llevar… escribir… ese placer oculto de, algunas veces, poder vomitar lo que llevamos dentro, vistiéndolo a nuestro antojo para que el amor no sea visto… para que la venganza parezca justicia… para que el dolor muera tras una sonrisa… Escribir… hablar con calma y sosiego, pensar en voz alta, tachar, emborronar, empezar y nunca terminar… no importa lo que se dice, no importa cómo se dice, pues es un todo que algunos afortunados saben moldear para poner pasión en sus escritos, en sus historias… escribir es poner una voz en el silencio para que tú, lector, puedas oírme aunque yo nada tenga que decirte.

2 comentarios:

Ericarol dijo...

Lo mejor del mundo: Escribir. no importa para que o para quien. No importa si en una Olympia o en una computadora... o a mano. Como dices tu,empezar y nunca terminar.

Abrazo!!

arda dijo...

recuerdo que cuando escribía con unamáquina parecida a esta se me quedaban los dedos enganchados entre las teclas!!