jueves, 23 de julio de 2009

Metro

Lo que se espera que hagamos, no siempre ha de ser lo deberíamos hacer.

No había otra opción. El despertador sonaba con insistencia hasta que Roberto lograba espabilarse sobre las 6:30 de la mañana... siempre le costaba levantarse, y hasta que no salía a la calle y sentía el aire de la ciudad recorrer sus pulmones, no lograba ser consciente de que el día ya había comenzado y pese a que no le gustase en exceso, el trabajo estaba esperándole.

Cogía el metro no demasiado lejos de su casa y siempre sobre la misma hora. Ya llevaba con esa rutina varios años y reconocía muchos de los rostros que viajaban junto a él, la mayoría con la mirada perdida escuchando música, o aquellos leían libros o diarios o simplemente los que aprovechaban para descansar cerrando los ojos y dejando que los últimos instantes de la mañana les proporcionase esas gotas exprimidas de un descanso que ya había finalizado.

Durante años, había intercambiado miradas que se desviaban evitando una situación de incierta incomodidad que produce mirar a un desconocido a los ojos sin, tal vez, saber muy bien el por qué.

Alicia solía despertase antes de que la radio comenzase a vomitar, prácticamente, las mismas noticias que ya había leído en la prensa digital el día anterior. El mundo no había cambiado tanto cuando ella descansaba, y siempre optimista, comenzaba su jornada con una refrescante ducha y fruta variada. Sus primeros pasos del día siempre estaban medidos con esa misma organización y a partir de ahí, todo era improvisar, aunque por mucho que se empeñase, no solía ser muy distinto un día de otro.

Alicia y Roberto solían coincidir el metro desde… no sabría decir cuánto, pero sí mucho tiempo y hacía ya tiempo que él la había ayudado un día a coger un tren que se iba. Desde entonces se habían saludado con un tímido “hola” cuando alguna vez coincidían a cruzarse en el barrio, pero jamás se hablaban mientras viajaban entre las entrañas de la tierra, empujados y empujando a viajeros y al tiempo.

Roberto, casi siempre que coincidían en el metro, la miraba intentando que ella no se percatase, e intuía que ella era una mujer fresca, alegre, despreocupada, algo alocada y por ello divertida, pues siempre vestía ropa informal y parecía llevar una terrible prisa que en realidad no le conducía a ninguna parte.

También Alicia se había fijado en Roberto y sin querer ser vista por él, lo había analizado, pensando que era ordenado, meticuloso, detallista y muy responsable… un caballero educado y seguro que interesante.

Ambos coincidían en sus análisis y ambos habían pensado en varias ocasiones entablar una conversación para intentar conocerse mejor, pero ninguno de los dos encontró ni el momento, ni el valor para hacerlo.

Durante cerca de un año, todo se repetía casi un regularidad matemática y raro era el día que ambos, junto a otros muchos pasajeros, no coincidían en el metro.

Un día Roberto fue trasladado y desde aquel momento, cambió su rutina ya que la dirección que debía tomar era distinta y también la hora de hacerlo.

No vio a Alicia más, salvo una vez más en su barrio donde se repitió el consabido y tímido “hola” al que ella respondió de igual forma. Aquel día, en ambos, sus pensamientos se vieron ocupados de forma constante por la otra persona y ambos llegaron a la conclusión por separado, de que les gustaba, así que tomaron la determinación de intentar dar un paso más en aquellas breves conversaciones de un simple y escueto saludo

No volvieron a coincidir nunca, pero siempre ambos pensaron que habría pasado si hubiesen dado un paso más allá de lo que se esperaba…

Lástima, por que sin ellos saberlo, ambos eran complementarios… sí, una lástima

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Un encuentro que pudo y nunca fue… Lástima!!!
Un verdadero gusto leerte. Saludos.

No Hay Imposibles dijo...

Ufff!!!
La música me hace recordar el otro día que estuve presenciando baile brasileño, me prestó mucho porque me dieron una cestita llena de arroz para tirarle a los novios que entrarían bailando por el pasillo del auditorio, yo como una niña pequeña, no podía ser de otro modo, se me cayó el arroz... jajajaja
sonaba genial y la danza uhmmm.
Saludos! Pufff! a veces creo que lo que escribo es rídiculo, mejor dejo de hacerlo?
Besos encontrados!!!

Oak dijo...

I think it is ridiculous not to express what one feels, no matter how you do.

Many kisses. Wet by rain.

Múa.

Perovsquita dijo...

Que pena el desenlace de la historia. Desgraciadamente, es la consecuencia de "la próxima vez que....". Estoy segura que bajo esa frase nos hemos dejado montones de bellas historias en el tintero. Gracias por compartir esta con nosotros.

Hola!, en la distancia.

Ericarol dijo...

ay no!

eso me hubiera pasado a mi tambien. nunca me ha gustado dar el primer paso.

Saludos!!!