lunes, 7 de mayo de 2007

Pandemónium


Imagino que todos, alguna vez, hemos sentido miedo…

Supongo que de pequeños, miedo al “coco” , luego de adolescentes, a esa jerga de monstruos fantásticos que convierten en otro monstruo a todo a quien devora, y ya de mayores, miedo a que hacienda nos revise la declaración de la renta o bien a que justo ese día que “sin hacer nada” decidimos quedar con alguien del trabajo, nos pilla nuestra pareja…

Claro que también están los miedos a la integridad física… el instinto básico de la supervivencia y de la salud, es algo innato en las personas, y no sólo el propio, si no de aquellos que de una u otra forma, dependen de nosotros…

Pero tal vez existan otros miedos… miedos al cambio… tal vez el auténtico miedo sea ese, el del cambio…

Hace ya mucho tiempo, un poema me hizo ver la vida de otra manera… Pablo Neruda escribió “Muere lentamente” y curiosamente, me di cuenta de que estaba muriendo de forma lenta... Luego llegaron otros, y otros, y otros… y charlas con personas y escritos y compartir cosas… sencillas unas, complejas otras… de alguna manera, volví a tomar conciencia con la vida…

Pero no he perdido el miedo… Muchos soñamos con dejarlo todo e irnos a esas playas que pululan incesante en cientos de presentaciones de internet… muchos sabemos que podemos hacer mucho más de lo que hacemos… muchos estamos esperando la oportunidad para poder reconducir nuestra vida… Tenemos nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra pareja, nuestras responsabilidades… una enorme bola de presidario que nos vamos atando al pie… y que muchas veces, hemos deseado deshacernos de ella…

Tal vez esté equivocado, pero creo que tenemos miedo a ese cambio… a dejar, de verdad, nuestro trabajo y jugárnoslo para hacer lo que de verdad nos gusta… pero estamos sumidos en un círculo que nos obliga y preferimos la seguridad de lo conocido que la incertidumbre de un incierto futuro (más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, reza el refrán). Necesitamos el trabajo para pagar los estudios y el alimento de los hijos, la hipoteca y los plazos de la GPS que duerme en un cajón constantemente por que sabemos de sobras donde vamos siempre… necesitamos tiempo para arreglar la casa, hacer la compra y mantener la higiene, no sólo corporal, si no de la ropa y de nuestro entorno… necesitamos tecnología para complementar nuestros ratos de ocio, escribiendo aquí, hablando por el Messenger, o por el móvil, o viendo la televisión, o una película, o escuchando música…

Sí, supongo que tengo miedo de renunciar a todo eso y alejarme de mi tierra y de mi gente… hacerme un ermitaño, un voluntario, un aventurero… y comenzar a recorrer el mundo conociendo rincones y personas… en realidad no hace falta mucho dinero para eso… no hace falta nada… podría tirar todo por la borda e irme a ayudar a algún pueblo de la Polinesia francesa (por ejemplo), donde sólo hay playas, cocos y pesca… esa “vida soñada” que muchos tenemos… pero… yo, al menos, tengo miedo… y busco las mismas excusas de siempre… hasta que algún día, alguien me diga que estoy equivocado y que lo que realmente deseo hacer, es lo que debo hacer… y pueda librarme de la pesada bola de hierro que he ido forjando en mi persona y que me impide moverme, no de donde estoy, si no de lo que soy…


Muere lentamente quien no viaja,

quien no lee,

quien no oye música,

quien no encuentra gracia en sí mismo.

Muere lentamente

quien destruye su amor propio,

quien no se deja ayudar.

Muere lentamente

quien se transforma en esclavo del hábito

repitiendo todos los días los mismos

trayectos,

quien no cambia de marca,

no se atreve a cambiar el color de su

vestimenta

o bien no conversa con quien no

conoce.

Muere lentamente

quien evita una pasión y su remolino

de emociones,

justamente estas que regresan el brillo

a los ojos y restauran los corazones

destrozados.

Muere lentamente

quien no gira el volante cuando esta infeliz

con su trabajo, o su amor,

quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir

detrás de un sueño

quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,

huir de los consejos sensatos...

¡Vive hoy!

¡Arriesga hoy!

¡Hazlo hoy!

¡No te dejes morir lentamente!

¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!


En realidad no iba a escribir sobre esto, pero me he ido enrollando y... ¿por qué no???



4 comentarios:

Hanna dijo...

Me congele...


Besos y hasta pronto.

Perovsquita dijo...

¿Que puedo decir? Creo que has expresado sin miedo, todo eso que si nos lo da. Me reconozco una miedosa.

Por cierto... me ha encantado el poema.

Saludos!

Lunarroja dijo...

No sé si algún día llegaremos a vivir sin miedos, pero merece la pena intentarlo.

¿Quién dijo miedo?

Isabel dijo...

Pablo,te has expresado perfectamente ,con claridad absoluta,podrías decirlo más alto ,pero no más claro...
La vida nos domestica,nos vuelve dóciles y nadie quiere sacar los pies del plato por miedo;ese miedo terrible a casi todo,básicamente a la inseguridad de volver a empezar...
¿Pero no crees que si hemos sido capaces de comprender todo esto no seríamos capaces de hacer algo por cambiar esa bola inmensa que sentimos atada en nuestra pierna?
Siempre podemos elegir,lo difícil es tomar una decisión y superar nuestros miedos ,a veces absurdos o injustificados y aceptar los cambios...
Espero que algún día no sea el miedo el que coharte nuestra libertad,amigo...
Un gran abrazo,sin miedo....