martes, 4 de diciembre de 2007

Hambre

Teresa me atrapaba en su mundo como la miel a las moscas… no podía ni quería desprenderme de ese hechizo que me aun de forma consciente, sabía que me dominaba en todos los más amplios sentidos de la palabra… Mientras estaba descansando, ella se me acerco y al oído, entre besos y caricias, me dijo que tenía hambre.

Entre la niebla y la noche, apareció el reflejo de las luces del bar, y allí me dirigí. Cansado y algo perdido pues no sabía muy bien qué dirección tomar, opté por detenerme, y recolocar un poco mis ideas.

El bar estaba tranquilo, aunque el mal tiempo había congregado a bastantes parroquianos. Pregunté mientras tomaba una cerveza, como se llegaba al centro del pueblo y el camarero me dio las pertinentes explicaciones.

Cuando llegué allí, el frío era intenso y no había casi nada abierto así que me dirigí al bar que parecía tener más movimiento y me sorprendió gratamente que, en un espacio tan pequeño, pudiese caber tanta gente. Por un momento me recordó a esos bares de carretera que suelen aparecer en las películas americanas.

Pedí un bocadillo y una cerveza y miré al personal… había, como en casi todos los sitios, de todo tipo… Pronto me fijé en una pequeña morena que estaba junto a otras dos chicas. No es que fuese guapa, pero parecía simpática. Me acerqué a ella y le pregunté si era de allí, lo cual me confirmó con una sonrisa. Le pregunté donde podría hospedarme aquella noche y pronto estábamos inmersos en una conversión muy grata.

No tardé mucho en dejarme llevar por la situación y mis primeros besos encontraron respuesta, al igual que mis caricias, por lo que le pregunté abiertamente si quería ir a otro lugar más tranquilo, a lo que no se negó a pesar de que tampoco lo afirmó como me hubiese gustado.

Cuando nos sentamos en el coche, el festival de besos se tornó más salvaje y mi boca recorría no sólo la suya, si no todo la piel de su rostro, de su cuello, de su pecho… desabroché su camisa y su sujetador de encaje negro y rojo me dijo que estaba dispuesta a pasar la noche conmigo.

Sin dudarlo un instante me incorporé en mi asiento y me la llevé conmigo a mi casa…

El viaje fue grato y tranquilo, entre bromas y charlas serias… se pasó muy rápido y nada más cruzar el umbral de la puerta, me abracé a ella y nuevamente la serenata de besos calló su piel, pero esta vez sin el cuidado de que alguien pudiese estar viéndonos…

Como pudimos llegamos al dormitorio donde terminé de desnudarla y comencé a darle un pequeño masaje entre el cuello y los hombros… luego las manos, los pies… mi boca tampoco descansaba y recorría de forma metódica los pliegues de su piel…

Cuando noté su gran excitación, le susurré al oído que iba a probar algo que estaba seguro que nunca había hecho y ella, presa del deseo, sonrió pícaramente…

Saqué unas cuerdas que ya tenía preparadas para esas ocasiones y comencé a atar sus manos a los barrotes del cabecero de la cama… ella se dejaba hacer y yo mientras, seguía recorriendo su cuerpo con las manos… con la boca…

Luego até sus pies con el mismo cuidado y una vez que estuvo inmóvil, me tumbé sobre ella lleno de excitación y deseo, y la besé con toda la intensidad que era capaz…

En ese momento, llamé a Teresa y ella apareció con un cuchillo y un delantal sucio de sangre seca… aquella chica, al darse cuenta, chilló con todas sus fuerzas, presa del pánico que llegó a sentir…

Yo, me agazapé en un rincón y miraba aquello que había visto hacer a Teresa muchas veces… cortó un pedazo de carne del muslo de la chica para ir comiéndolo poco a poco mientras hablaba con ella…

La chica no se percató de ello… se había desmayado presa del miedo, no del dolor… siempre pasaba lo mismo…






3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sinatra nunca habría imaginado su voz en ese espectáculo



(jaja por dios,... me entró la risa nerviosa.. por la sorpresa al descubrirte en esta faceta tuya narrativa-canibal...y por el terror que me has hecho pasar, ya no escucharé esa canción de la misma forma)

Isabel dijo...

Humor negro,desde luego;pero me ha dejado blanca... ;-)
Vaya con Teresita, eh.
Buen método para quitar el apetito,desde luego.
¡Vaya nochecita,jo!
No sé si acercarme a darte un beso de buenas noches o no.
;-))Vale ,me arriesgaré...

Anónimo dijo...
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