miércoles, 4 de enero de 2012

Pluma

Tras una batalla, el guerrero, sea vencedor o vencido, desea volver a casa

Siempre me gustó la letra que tenía mi abuelo… y también la que tenía mi padre… Era una de esas extrañas habilidades que les confería el don de la paciencia y también, un poquito de belleza, esfuerzo y cariño en lo que hacían…

Sin duda, eran otros tiempos donde las cosas se hacían de otra manera mucho más calmada… volvemos al tiempo sin tiempo, a la belleza por que sí, al artesano por vocación y por necesidad… Pienso algunas veces cuanto hambre sació la química aplicada a la agricultura, a la ganadería… y hoy volvemos a lo “ecológico”, a lo natural… vaivenes de la sociedad, supongo…

Yo no tengo la letra de mi abuelo ni de mi padre… Hoy me he fijado al tomar una serie de notas, que mi letra se compone de una serie de garabatos informes que asemejan algunos caracteres y en cuyo conjunto se podría adivinar alguna palabra… No, yo soy de los que se han criado con la frialdad del teclado, aporreando teclas y viendo en la pantalla la perfección de unos caracteres que para sí quisieran los monjes copiadores del Cister…

Es posible que me haya acostumbrado a lo cómodo y a lo fácil… la comunicación se ha ido generalizando de tal manera que no sólo se están perdiendo muchas palabras, si no que intentamos sintetizar lo más posible y sobre todo, de la forma más rápida… ¿para qué las prisas??? Supongo que será cuestión de épocas, donde siempre parece que hay cosas mejores que hacer…

Pero hoy sí he echado de menos la escritura pausada, calmada, usando la pluma Sheaffer con plumín de acero y punta de oro que más que deslizarse por el papel, lo acaricia y donde cada trazo define una línea que depende de la presión y la orientación, cambiar de forma sutil su grosor y más que escribir, dibuja cada una de las letras… Necesito tiempo para escribir, para plasmar con calma en un papel en blanco, por ejemplo, todo esto que aquí estoy escribiendo, con el reto de no cometer errores que podrían poner en riesgo todo el trabajo hecho… pero he de reconocer que cuando tengo la oportunidad de dejar que la tinta sea absorbida por el papel, este se va convirtiendo en algo único y casi mágico… pero también sé que si escribiese así, no muchos podrían leerlo…

A veces me gusta tomar un café con la nostalgia…


2 comentarios:

Luna Azul dijo...

Eran otros tiempos, sin tantas prisas pero a mi también me gusta alguna vez, sentarme a tomar un café con la nostalgia.
Un abrazo Búho.

Unknown dijo...

Yo tambien me acuerdo de la letra de los mios, sobre todo de la de mi abuela,que me marcó mucho..

y empezar a escribir en papel nuevo, impoluto, blanco con un boli o pluma que se deslice suavemente es un placer de Dioses, que no olvido..

ni un momento..

y bueno que te dejo un besazo... para que empecemos el nuevo año otra vez juntos en esto de bloguear..

Abrazos