martes, 5 de febrero de 2008

Soledad


Te presiento… siento tu llegada, ya cercana… siempre en la noche, con la puesta de sol, extiendes tus alas que se pierden en la negrura, sin fin…

No deseo tu visita, pero no puedo impedirla… me encierro en mi pequeño mundo y pongo cancelas a puertas de libertadores que quedan fuera… me encierro a solas contigo… intento ver tus ojos de hielo… intento escuchar algún sonido de tus labios, sellados eternamente, en una satánica muestra de satisfacción…

Llegas de la nada, surges con ese aviso de incertidumbre y duda… secuencias… conductas… ritos… siempre tú, siempre egoísta, exigente, absorbente… Me reclamas dedicación única y reduces mi universo a la nada…

Te irás pronto… siempre lo haces… llegas en silencio, me das tu ácido beso, y marchas de puntillas cuando duermo, dejándome ese amargo sueño que no conduce a ninguna parte…

Cuando llega esa mañana, todo es distinto y las puertas se abren y todo lo que quedaba fuera pasa dentro… y el mundo fluirá en ambos sentidos…

Tengo una amarga sonrisa cada vez que te siento… No podrás tenerme siempre… tampoco podré abandonarte nunca… salvo, tal vez, soledad, cuando esté tan sólo que tampoco esté contigo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La vida se detiene tras el cristal...

(no sé si puedes escuchar música ya...esta canción merece la pena...va con tu texto...)


Brutal!

Hanna dijo...

Soledad, amiga inseparable todos huyamos de ella y todos la tenemos presiente.

Besos

Isabel dijo...

Me encantó,Pablo.La soledad,cuando es deseada y compañera,qué buena es también...
Un compañero abrazo.:-)