martes, 26 de octubre de 2010

No hacer planes, es confiar en el destino

Paseando sin ganas me paré en el escaparate de una gran librería. La curiosidad de ojear títulos siempre ha estado presente en mí y hoy dediqué en ese amplio espacio a mirar con cierto asombro, un montón de nuevas publicaciones de las que no tenía ninguna idea. Novelas, historia, poesía y un libro que si no conocía directamente, sí que conozco su temática: “Aprender a decir NO” (o algo así)

No creo que haya que profundizar mucho en lo que el libro nos pretende enseñar, pero sí que me surgió la idea de cuanta gente dice que sí, cuando no desea decirlo… y claro, la otra cara de la moneda, es por qué se dice que sí??? Pues supongo que será por que mucha gente nos pide algo que no deseamos pero que aún así lo hacemos.

Supongo que hay algunas razones para hacer (o decir) algo que es justo lo contrario de lo que deseamos pero tal vez la razón más contundente que encuentro es que precisamente, son aquellas personas más próximas a nosotros quienes más nos piden o nos exigen, y nosotros no sabemos decir que no, o mejor dicho, preferimos no decir no y al final se produce un abuso.

Quiero suponer que la mayoría de esas peticiones a las que no podemos negarnos, no tienen ninguna carga de malicia y se hacen con la buena intención que seguramente, nosotros podemos hacer (“me voy de viaje. ¿Puedes regarme las plantas???”) pero hay otras que esa desviación hacia la confianza raya en demasía el abuso (“y de paso me cuidas al perro, das de comer a los peces, friegas el suelo… “) y al final resulta que ese amigo del alma llega a casa con el fin de aposentarse más tiempo del debido, que el vecino se convierte en un mandatario de recados debido a su edad, o que la ignorancia de ese compañero que es tan “majo” se ha vuelto en una obligación nuestra sobre su propia labor.

Aún así, todos y a pesar de que todos conocemos la teoría, no todos sabemos decir que no y cuando esa persona que nos importa nos pide un favor, por muy cansados que estemos, solemos poner una sonrisa de circunstancia y corroborar la afirmación más rotunda… “claro que sí, no me importa”

Por tanto, y dado que tan sólo es cuestión de voluntad (y valentía, por que al final seremos juzgados por nuestros errores o por nuestras omisiones, nunca por nuestros aciertos) he optado por decir que no voy a dejar convencerme tan fácilmente y por lo tanto, no he comprado el libro para aprender decir NO...

3 comentarios:

Unknown dijo...

Hola amigo Buho..

Me he reido al final..

te lo has puesto facil...con lo del libro, verdad????

Decir no, a veces no siempre es costoso, pero yo creo que es culpa nuestra... de nuestra pereza.. de nuestras dificultades para ser nosotros mismos, sin herir a nadie, con diplomacia, con educación, con límites..

lo malo para mi es decir No, sacando las pistolas, o las espadas.....

eso es incómodo, pero decir No con amor y lealtad...

igual.. digo..

igual..

es mas facil..

Un beso...

Anónimo dijo...

Yo creo que muchas veces decimos que no porque queremos ser aceptados, caer bien, encajar en esta sociedad que nos rodea. Coincido con vos en que nos cuesta y también considero que hay una gran cuota de inseguridad en esta conducta. Me parece genial tu resolución y voy a imitarte un poquito.
¡Besos!

No al Invierno en Otoño... dijo...

Es importante no sentirse culpable al pronunciarlo...

Si realmente piensas y sientes el NO...

Jaajajaja podrías haber comprado otro libro...

¡Abrazos!