miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mediciones

¿Y si fuese yo quien tuviese razón???

Fue en el metro… Como siempre, en hora punta, lleno de gente que, cansada y algo somnolienta, ya volvía a su casa. Caras de desidia e indiferencia y la vista perdida entre lecturas y puntos distantes que seguramente, aunque se miraban, no se veían… Paraguas y abrigos ya son compañeros de viaje habituales y el calor que aún existe en los túneles no ayuda a mitigar el olor ya conocido que se genera dentro de los vagones.

De improviso, un olor conocido pero totalmente fuera de lugar, rompió la monotonía del viaje y aunque mis ojos no buscaron su origen, a mi olfato le satisfizo ese olor a naranja… era una naranja que seguramente alguien, en mitad de aquel ordenado caos, comenzó a degustar mientras su aroma impregnaba el vagón y apartaba con descaro y fuerza cualquier otro olor a los que ya casi no prestamos atención.

Fue justo en ese momento cuando pensé que no necesariamente habría de ser una naranja muy grande, pero sí, muy aromática… y pensé que eso sería difícil de medir. Difícil, posiblemente, pero no imposible… estoy convencido de que alguien, en algún sitio, podría determinar cuántas partículas de componentes químicos específicos habría difuminados en aquel enrarecido ambiente donde todos íbamos apiñados… Estoy convencido de que alguien, en algún sitio, podría ser capaz de medir “el olor” de una naranja o de cualquier otro producto… Pensé entonces en la hermosa imagen con la que me regaló el atardecer, cuando el sol cansino se retiraba por entre las montañas, y el cielo repleto de jirones de nubes oscuras, perdió su azul para convertirse en rojo y el espectáculo del atardecer fue la comidilla de todos aquellos que tuvimos la oportunidad y la curiosidad de poder contemplar… Sí, estoy seguro que alguien en algún sitio sería capaz de efectuar una cuadratura del espacio, de consagrar a cada uno de esos puntos, una diferente calidad de los luxes, del fondo de contaminación o no, del grado de humedad existente en ese momento… Es más, estoy seguro que alguien habría que podría hacer comparaciones entre distintos atardeceres y otros más podrían, incluso, determinar en función de esas posibles mediciones, cual es más bello… aquél que tenga más luz, más tiempo, más de esto o menos de lo otro…

Y es que creo que, tenga utilidad práctica o no, en el fondo, casi todo es medible… Si alguien se pusiera a ello, seguramente sabríamos a ciencia exacta cuanta cantidad de agua hay en el planeta, en un río concreto o en un mar específico… cuantas patatas serán cosechadas en tal o cual lugar durante un tiempo determinado y aunque hoy en día el universo se mide en “años luz”, (es decir, mucha mucha mucha distancia) alguien que se ponga a ello, podría decirnos cuantos milímetros exactos mide una galaxia o incluso un conjunto de ellas… eso sí, sería un número bastante exagerado como para poder escribirlo, entenderlo y pronunciarlo… de momento, quedémonos en los años luz para estas cosas.

Así que continuando con la duda, ¿qué es lo que no se puede medir??? Pues sólo se me ocurre que los sentimientos… podemos hablar de que te amo con toda el alma, pero ¿Cuánto mide el alma???... o cuando confirmamos que odiamos con toda nuestro ser… ¿Cuánto de grande será este???

Es curioso… sí, me resulta curioso… podemos medir cuantas lágrimas lloramos, pero no el dolor que las causan… podemos contar los besos que damos, pero no la felicidad que nos proporcionan… pues mejor así, por que como alguien se empeñe en medir y valorar todo aquello que nos hace estremecer por una u otra causa, entonces, tal vez pierda parte de su propia esencia y deje de ser, como el atardecer, o el aroma de una naranja, bello de por sí.

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