sábado, 26 de enero de 2008

Ancianidad


Le gustaba que le llamasen D. Anselmo… siempre le había gustado. D. Anselmo ya había cumplido más años de los que la mayoría le gustaría cumplir y vivía sólo en su pequeño piso en el barrio de toda la vida.

Todos los días, hiciese sol o lluvia, salía a dar un paseo cerca del medio día, intentado mantener lo que otrora fue un cuerpo atlético y musculoso, aún en movimiento. Cada día, apoyado en su andador, recorría las cuatro aceras que bordeaban su manzana, deteniéndose en cada escaparte, en cada puerta, en cada banco, en cada apoyo donde encontraba unos ojos que le miraban, aunque difícilmente encontrase unos oídos que le escuchasen y más difícilmente, unos labios que le sonriesen.

Todos los días, excepto los fines de semana y festivos, acudía a visitarle Remedios, trabajadora social que se encargaba de llevarle la comida, adecentar su casa y su persona y que D. Anselmo aprovechaba para robarle unos minutos de compañía y unas migajas de cariño.

Él, D. Anselmo, que siempre vistió el orgullo antes que la camiseta, había parado su reloj hace ya muchos años y no lograba entender como el mundo se movía distinto.

D. Anselmo, en sus cortos pero lentos paseos, siempre preguntaba a todos los comerciantes del barrio, como iban las cosas, si las ventas eran buenas o malas, y daba su obsoleta opinión de cómo deberían hacerse las cosas. Recriminaba ciertas actitudes de los jóvenes y muy asiduamente, hablaba a solas, sus largas retahílas de la vida que le acompañó antaño… D. Anselmo, apenas encontraba respuesta a sus prerrogativas.

Él, D. Anselmo, no llegaba a entender que es lo que pasaba en el mundo, en su ciudad, en su barrio…

D. Anselmo, fue en tiempos pretéritos, el violador y asesino de varias niñas de su barrio, y regresó al él tras su salida de la cárcel.

Agua


Me siento cansado de este eterno otoño... Añoro la lluvia, las tormentas que refrescan el rostro, el frío que corta la piel, el abrigo que pesa con el agua y la sensación de alivio al recibir una ducha tibia... añoro el agua que limpie las calles y el cielo, que de forma a las nubes para que el sol juegue al escondite con ellas y la luna pueda mirarse por encima de ellas como si fuese un espejo... añoro la lluvia que, como ese amor que marchó, no termina de llegar...

miércoles, 23 de enero de 2008

Dormir


Duermo… su mirada acaricia mi piel… su sonrisa abriga mi sueño… sus labios apenas rozan los míos para regalarme un beso inesperado, incomprensible, necesario… Duermo… ella está conmigo… Duermo y no quisiera despertar, pero si no lo hago, jamás disfrutaré esas sensaciones…

lunes, 21 de enero de 2008

Costumbres


Creo que tenemos la generalizada costumbre de catalogar los actos de acuerdo con lo que consideramos correcto o no, dependiendo de lo que hemos ido aprendiendo con el tiempo.

Hoy en día, el que una pareja entre en el juzgado y salga “casada”, es un acto que por lo general transmite alegría, aunque no conozcamos las verdaderas razones de ese enlace. Sin embargo, cuando una pareja entra en el juzgado y sale “divorciada”, solemos juzgar ese echo como algo triste, aunque seguramente sea una liberación para los ya ex cónyuges.

Hoy en día, en que seguimos luchando por la igualdad de sexos, al varón se le sigue exigiendo una cierta “rudeza” (la protección familiar sigue en los genes, supongo) para defender a su dama, ya que en caso contrario, sería un “simple”, un “cobarde” o un despectivo “maricón” y automáticamente la hembra se planteará la continuación o no de esa relación. A la hembra, por su lado, se le exige un cierto control de la promiscuidad, ya que de no ser así, se la cataloga de “pendón verbenero” y también le será más difícil mantener una relación duradera

Esto, evidentemente, es sólo un pequeño ejemplo de lo que podemos considerar "politicamente correcto" o no, y que (sinceramente lo pienso, siendo una opinión totalmente personal) no nos otorga ese grado de objetividad del que la mayoría intentamos hacer gala... Lo que yo pienso, obviamente, es lo que yo creo que está bien...

Así pues, me pregunto si hoy somos libres o somos entes dirigidos por las costumbres que aparentamos una cosa y en realidad, sentimos otra...Si caminamos nuestro sendero o el que otros nos marcan…

sábado, 19 de enero de 2008

Huida


Escape… el viaje en puertas y todo el camino por delante… la meta el horizonte y el destino la vida… ya no es una huida, es sólo el comienzo… todo ha de ser distinto, aunque nada cambie… aunque todo sea igual… nada es igual… el tiempo lo ha alterado.

Mezcla… lágrimas, sonrisas, nervios… cajas abiertas… regalos… papel… recuerdos… Miro, una vez más, hacia el pasado, y allí está… inamovible, eterno… Me mira, lo miro… avanzo… nada es igual, nada ha cambiado… pero el pasado ya no está… el tiempo lo ha borrado

Sabores… aromas… esencias… Cierro los ojos… recuerdos… el tacto… acaricio perfiles, formas, consistencias… todo está ahí, en mi… nada ha cambiado, nada existe ya… sólo el tiempo marca su ritmo pausado…

Aun la más modesta de las flores, cuando muere, deja su semilla.

El viaje continúa… sigo… cierro los ojos… me lleno de pasado… abro los ojos… me lleno de futuro… estoy en el presente… nada ha cambiado…pero ya todo es distinto.


miércoles, 16 de enero de 2008

Velas


Se han puesto de moda las velas. Tras años de abandono en beneficio de la electricidad, ahora es difícil encontrar un hogar donde no haya una vela que luce por y para muchos diferentes motivos

La vida de la vela es sencilla... simplemente, tras ser fabricada, “nace” justo cuando se enciende, y es justo en ese momento, cuando la vela encuentra la razón de su propia existencia...

Algunas veces, jugamos con su razón de ser, con su motivo de existir, y nos empeñamos en apagarla y encenderla una y otra vez, a nuestro capricho. Otras, simplemente las olvidamos en un rincón y sólo la casualidad nos ofrece la oportunidad de darles uso.

Pero lo más lógico, lo más extendido, lo más común, es encenderla... Cuando la luz del día es fuerte, cuando nos sentimos seguros de nuestros pasos.... es cuando la luz de la vela, la misma vela, pese a estar encendida, pasa totalmente desapercibida... pero es al caer la oscuridad, cuando la noche nos roba la luz y las sombras invaden no sólo los rincones, cuando nos aferramos a la tenue y decrépita luz de esa vela para que nos ilumine o nos conforte, para que nos traiga paz y sosiego dejando los miedos, como cuando éramos niños, tras de nosotros... es una vela de pobre luz, despreciada mientras nos sentíamos seguros, es deseada cuando las cosas no nos resultan tan fáciles, cuando no encontramos lo que necesitamos o simplemente, para que su luz, como hemos oído tantas y tantas veces, nos ilumine, aunque sea lo justo, para evitar cualquier grave percance.

La vela, sin valorar si hay claridad o penumbra, siempre está ahí, dándonos su luz sin pedirnos nada a cambio... Su luz, posiblemente triste, humilde, pobre, temblorosa, e incluso a veces nos parecería fría, es todo lo que muchos nos encontramos cuando la negrura nos envuelve y su tenue resplandor, evita el golpearnos más de lo debido con todas las cosas que hemos ido acumulando a nuestro alrededor.

A medida que pasa el tiempo, la vela, iluminando todo lo que es capaz, va cumpliendo su misión y pronto, el uso la roba la atracción geométrica con la que fue fabricada... pierde su esbeltez y gana deformidad con las lágrimas de cera derretida que terminarán por cubrirla...

Un día, reparamos nuevamente en esa vela que lleva tanto tiempo encendida que apenas nos damos cuenta de que sigue alumbrando nuestras tinieblas... y es entonces cuando reparamos en que el pábilo se agota... la cera se ha consumido... su luz se termina... pronto llegará el día en que la vela se haya extinguido y habrá estado toda su existencia junto a la nuestra, intentando poner luz a nuestro alrededor...

Siempre inalterable al paso del tiempo, su luz, muy posiblemente pobre y escasa, pero tenaz y persistente, siempre ha estado iluminando a pesar de que la mayoría de las veces, me dejaba guiar por ella, aun pensando que era el sol quien iluminaba mis pasos.

martes, 15 de enero de 2008

Memoria


Hoy tuve una bonita historia… pero... la olvidé.