La educación de los hijos acaba, cuando estos comienzan a educar a sus padres.
Es fácil describir una prisión y es fácil igualmente, el entender el por qué están allí los internos. Pero esta prisión era distinta, y no estaban allí si no por el hecho de haber sido abandonados. Perros grandes y pequeños, de razas algunos y de mezclas variopintas la mayoría. Muchos perros mayores, cansados y pesados cuyo destino parece muy claro enfrentado al de los perros jóvenes, inquietos y juguetones.
Pero todos tienen en común algo, y es su mirada… tal vez por que los perros no entienden de envidias, de rencores, de odios… tal vez por que la mayoría de ellos daría la vida por sus dueños sin pedir nada a cambio, y profieren ladridos y gemidos suplicando de alguna manera una muestra de cariño
Cuando la cogimos, tiritaba. No sé si era de frío o de miedo, o tal vez ambas cosas… lanzada a vivir una vida incógnita donde las circunstancias pueden ser favorables o no. Nunca sabemos cómo el destino jugará sus cartas
Si alguna vez sientes que un sueño es inalcanzable… cambia de sueño!!!
El tiempo se escapa cómo el agua entre los dedos y poco a poco el cansancio me está venciendo… Vuelven las prisas, esa extraña necesidad de alcanzar a todo, a todos… y casi al mismo tiempo… siempre el tiempo
No tengo tiempo… no me voy, sólo no tengo tiempo. El día me asfixia entre relojes, con la angustia de no poder terminar aquello que empiezo. Mañana será, pero mañana tampoco será posible… el tiempo, limitado, reducido, escaso siempre… metrónomo impasible que marca el ritmo de nuestra vida y que nos sumerge en nuestras propias obligaciones, y algunas veces, se empeña en ahogarnos en ellas…
El cansancio es intenso… un alto, un minuto nada más… una mirada, una sonrisa, una palabra… suficiente para poder seguir avanzando…
De todos los millones de gotas de agua que componen una tormenta, las más importantes son las que me mojan a mí.
Hoy, al llegar a la oficina, justo cuando el amanecer estaba teniendo lugar, he podido ver una cruz en el cielo. No, no… no es ningún milagro. Dos estelas de condensación de motores de aviones, habían dejado esa marca.
Sin embargo, no pude dejar de pensar en todo lo que algunas veces, esa misma imagen me había sugerido.
Dos vidas que se cruzan en un instante, que se mezclan en ese punto central formando una única existencia y luego siguen adelante alejándose una de otra…
Un conjunto de luces y colores naturales que en ese momento formaban una combinación de blancos, grises, anaranjados, azules que cómo si fuese un instante de magia natural, un regalo que la naturaleza nos regala de vez en cuando…
Tal vez algún pintor que haya sido capaz de reproducir en un lienzo esa imagen para dejarla inmóvil para cubrir una fría y distante pared, cómo las pinturas de Rothko, tan sencillas algunas veces...
La tecnología, capaz de hacer frente a la pura lógica y conseguir que masas y volúmenes desafíen a la Ley de la Gravedad, sustentadas por algo tan etéreo cómo el propio aire.
La naturaleza, que engendra de forma armoniosa gases que forma líneas, luces que forman colores, vientos que limpian y moldean a ambos.
Incluso el otoño, donde ese resplandor rojizo del amanecer, tal vez por coincidir con la entrada al trabajo, se vuelve mucho más cercano, más cálido, más íntimo incluso.
El viaje que hacen aquellos que viajen en el avión que dejó su estela, el destino que llevan y lo que esperan encontrar o el lugar que dejaron atrás con todo lo que eso significa y, para que negarlo, algo de envida por pensar que podrían llegar a algún lugar donde también es posible que yo quisiera estar.
El trabajo de todos quienes hacen posible que esos vuelos se realicen, de todos quienes consiguen con su esfuerzo que aquello sea posible, que viajes, sueños e imágenes se logren de forma directa o indirecta.
Quienes miran al cielo y agradecen lo que son, lo que han sido, lo que serán… quienes dan gracias, quienes ruegan, quienes suplican, quienes confían, quienes sonríen por que se sienten bien… o los que lloran buscando consuelo.
Todo por que he visto una cruz esta mañana en el cielo… No, no es ningún milagro...
El caminar no te asegura llegar donde deseas, pero te aleja de donde no quieres estar.
Cuantas veces se ha escrito sobre el otoño??? Puntual a su cita, llegó también este año. Los árboles se desnudan sin pudor y los erizos del castaño rebosan plenitud y promete una buena cosecha. El verde se torna ocre y pardo y el color se relaja para dejar paso a noches más largas de grises y oscuros.
Hoy el cielo está cubierto por un telón de bruma y el sol se adivina más que se ve… quedaron atrás las tardes de calor, de estío y canícula… quedaron atrás los morenos de playa y la ciudad adormecida en la siesta…
Las calles de Madrid, sin embargo, permanecen inalteradas, inalterables… callejuelas que siguen contando a quienes saben escuchar, sus historias, sus leyendas… Pronto serán aderezadas con aroma de castañas y boniatos asados, con café caliente, con paseos de abrigo y bufandas… y sin embargo sigue siendo un placer descubrir en compañía, una y otra vez, cada uno de sus rincones, cada uno de los miles de recovecos que entre la noche y el alba, la ciudad nos regala… sonríes… me acompañas… escucha… la ciudad palpita a cada paso que das, resucita con el brillo de tus miradas, ansia regalar todo aquello que este tiempo ha estado guardando… escucha… la ciudad en otoño tiene un encanto distinto… o tal vez eres tú quien se lo confiere… escucha…
Al abrir una ventana, puede entrar la luz y el aire fresco… pero también las avispas.
Tenía un cigarrillo en la mano, una sonrisa en los labios y tristeza en la mirada. Apenas poco más de 20 años y su cuerpo era de mujer madura… se acercó y se ofreció por unos pocos euros… No, yo sólo pasaba por aquí…
Él me miró con cara de indeferencia y casi con aire de superioridad… se veía que no tenía prisa y se paró tendiéndome la mano para que le dejase alguna moneda mientras colocaba cartones a modo de colchón y mantas… No, yo sólo pasaba por aquí…
Aún no amaneció y la cola de gente ya doblaba la esquina. Frío en la mañana de otoño y nada que hacer… me miraban en silencio, casi envidiosos, suplicantes, totalmente impotentes… Todavía quedaba más de una hora para que atendiesen a todos aquellos parados… yo sólo pasaba por aquí…
La ciudad despierta y el transporte comienza a ponerse en marcha… poco a poco la gente acude a sus obligaciones, y en medio de las aglomeraciones alguien grita “mi cartera, me han robado”. Nadie parece inmutarse, a nadie parece importarle… tampoco a mí, yo sólo pasaba por aquí…
La tenue luz del alba descubre el frescor del parque y entre sus arbustos, un joven que se prepara para inyectarse una dosis que le hará funcionar todo el día… de nuevo una mirada, amenazante, defensiva… No me hagas nada… yo sólo pasaba por aquí.
Y a lo lejos voces… suenan por encima del escaso tráfico, discusiones… no callan se escuchan amenazas, gritos… la gente se asoma a las ventanas… gritos, golpes… de repente el silencio… alguien sale con la camisa manchada de sangre… yo sólo pasaba por ahí…
Supongo que todos hemos leído novela… historias que nos atraen en mayor o menor medida… hay novelas que se leen en pocas horas y otras que se hacen interminables, tanto que se desechan finalmente y quedan olvidadas en la librería… hay novelas que se leen de nuevo a pesar de que ya sabemos las trama y la historia y hay novelas que incluso nos hace sentirnos reflejados en algunos de sus puntos y sentimos casi las mismas sensaciones de amor, odio o venganza, que tienen los protagonistas de la historia escrita…
Pero el inconveniente que tiene una novela, es que la historia está escrita por otro y es imposible salirse del guión marcado. Es muy posible que nosotros discrepemos del texto, pero la realidad es otra y el escrito ya ha dictado las normas para hacernos continuar hasta el final por la senda que él decidió
Hay personas incluso que son capaces de leer dos novelas al mismo tiempo… Imposible para mí… Pero reconozco que cuando una historia me gusta, me entristece que acabe… y sólo cuando encuentro un libro interesante, me olvido de aquella historia que me dejó tan grato recuerdo…
La memoria nos regala la capacidad de acordarnos de las historias, reales o imaginarias, con las que hemos disfrutado y hemos palpitado, pero cuando nuevas historias se ciernen sobre nosotros, la expectación y el deseo de disfrutarlas, y tal vez sea en ese momento, cuando comenzamos una nueva buena novela, cuando en realidad podemos decir que hemos terminado la anterior…
Cómo si de un ejército agazapado se tratase, la ciudad ha reaccionado al unísono cuando el calendario marcó septiembre... Sin apenas aviso previo, las calles se han llenado de vehículos y las aceras de gente. Las tiendas quitaron los carteles de "Cerrado por vacaciones" y en los escaparates ha desaparecido la ropa alegre del verano para colocar en su lugar la más formal del otoño... Se acaban las promociones de viajes y comienzan las colecciones de fascículos.
Los niños se vuelven protagonistas con la obligación de comprar libros, material y uniformes para su vuelta al colegio y todo comienza con ese aire de estreno, de nuevo... y es que aunque no nos percatemos, es posible que sean los demás quienes han de decirnos cuando algo es nuevo... Entendemos que nuevo puede ser algo que se usa por primera vez... bien, en este caso, septiembre es nuevo...
Comienzan las lluvias… tormentas de verano, noches de frescor, aire lleno de fragancias de frutas, de aire seco, de humedad, de renovadas sensaciones…
La ciudad ha despertado sin pereza, con prisas, con carreras... el día es nuevo, pero las costumbres no... o tal vez si???