
Supongo que la mayoría de nosotros conoce lo que popularmente se denomina cebolla (allium cepa). Es una planta tan sencilla cómo indispensable en la mayoría de las cocinas y dietas, y quiero pensar que la mayoría sabe que la planta, al tratarse de un bulbo, se extingue una vez cosechada… Hasta aquí, nada que no se sepa… la planta, una vez arrancada, o se usa en un espacio de tiempo dado, o termina pudriéndose siendo por tanto infructuosa su cosecha.
Me pregunto si las personas también tenemos ese protagonismo… Hay personas que cumplen un determinado papel y una vez finalizado, nos abandonan, o a la inversa y somos nosotros quienes los dejamos, o los olvidamos… Hay profesores que recordamos y otros que casi ni sabemos de su existencia si alguien no nos los recuerdan; hay compañeros con los que seguimos en contacto y otros que han desparecido para siempre de nuestro recuerdo… incluso hay amigos que nos tendieron su mano, nos ayudaron y ellos o nosotros mismos, hemos seguido nuestro camino y hemos perdido todo contacto.
Sin embargo tal vez el caso que a mí me llama más la atención, es el caso de esas personas que fueron todo para nosotros, que fuimos todo para ellas y un día, eso cambia y la vida da un giro y aquel microcosmos que unía a una pareja de tal manera que la hacía dependiente de la otra parte, simplemente desaparece cómo la sombra al encuentro de la luz…
Tal vez la vida sean líneas que no sabemos dirigir… cada persona, su camino, su propia línea… algunas veces, las líneas se acercan, se acarician, se vuelven paralelas, convergen o divergen, pero siempre están cerca… y es entonces cuando tal vez nos quedemos con el recuerdo de esas personas… aparecen en nuestras vidas de vez en cuando, aparecemos en las suyas, aunque sólo sea enviando el consabido mail de fotos paradisíacas o textos de Bucay que nos incitan a ser mejores en la vida
Tal vez otras, sean líneas perpendiculares que en un momento dado se cruzan, chocan, ponen las vidas literalmente patas arriba y luego siguen su destino y mientras se alejan, la sombra del olvido se encarga de poner un gris final a aquello que, en su momento, tampoco pensamos que podría comenzar…
Y cómo las cebollas… ese cruce de caminos o se aprovecha, o simplemente termina pudriéndose…
En un pequeño cofre de madera labrada
con raíces nobles, muy bien trabajadas
de formas hermosas, de aves aladas
se guardan escenas de amor olvidadas
Con siete vueltas de llave cerrada
y a lo profundo del mar arrojada
la llave, ya vieja, ahora oxidada
la caja, de madera ahora mojada
El tiempo se empeña, no hace nada
y ahora es bruja quien antes fue hada
ya no es noche cerrada, si no madrugada
y es dulce recuerdo, pues fue mi amada