martes, 9 de febrero de 2010

Parque

La magia no es excepcional, sólo está ahí

No era el mejor momento, pues la semana había sido dura y repleta de contratiempos... la vida no siempre se mostraba generosa para Paulino... es más, raramente se había mostrado generosa con él... pero aún tras la carga del esfuerzo de toda la semana, al fin llegó el momento del reposo y tras dejar atrás el trabajo, se dejó engullir por la vorágine de la ciudad que le arrastraba ya de forma automática encaminándole hacia su casa...

Paulino, ese día decidió romper su rutina e hizo una parada en el parque... El parque que siempre había visto desde fuera, cada vez que pasaba camino del trabajo, camino a casa, sumergido en su tediosa monotonía... ese día, a pesar de no ser el mejor momento, decidió pasear por el parque

No pudo por menos ver un pequeño grupo de gente que miraba ensimismada hacia el poniente, viendo una hermosa puesta de sol, donde los oblicuos y rojizos rayos, se apretaban unos contra otros tiñiendo el cielo de anaranjados y colocando un tono más plomizo si aún cabia, en las nubes que, tal vez socarronas, también gustaban de admirar ese momento. Paulino, no recordaba cuando fue la última vez que vio ese momento y se quedó allí junto a los demás mirándolo con fascinación...

Cuando el sol, cansino y angustiado, estaba próximo a desaparecere tras el horizonte, Paulino se giró en redondo y dio la espalada a ese espectáculo... En principio nadie le dio importancia, pero pronto fue el comentario general de todos y los murmullos se hicieron cada vez más intensos... Un niño, algo soprendido, fue el que le preguntó: "Señor, por que ha dado la espalda a la puesta del sol???". Él, sonriente, le contestó "no le di la espalda a la puesta de sol... es que no quería ver cómo moría el día y preferí ver como nacía una noche"



sábado, 6 de febrero de 2010

Parada

Hacerse mayor es crecer… sobre todo por dentro

Supongo que será cuestión de los años que se nos van echando encima, pero creo que a medida que nos hacemos mayores vamos perdiendo el miedo a la muerte… tal vez por que a medida que los años que se nos van echando encima, estamos más próximos a ella.

Siempre me he preguntado cómo será la muerte… si seremos conscientes o no de que la vida se nos va... pero lo que me preocupa, es saber si en ese momento, no el de la muerte, si no en el del fin de la vida, el balance que hagamos, será o no provechoso de todo lo que ha sido nuestra existencia.

No hay nada mejor que hacer algún que otro entrenamiento para ello, e intentar saber qué pasaría si la muerte pusiese fin ahora a mi existencia…. Permitidme pues que haga una recopilación de lo que ha podido ser mi vida hasta este instante

No hay nada que tenga hoy para poder presumir de lo que la mayoría considera “éxito”. Tengo muchas más deudas que ahorros, a pesar de que el trabajo me absorbe la mayor parte del tiempo, y mi frigorífico se encuentra tan vacio como mi cartera. No he viajado tanto como siempre quise, ni he conocido esos lugares que, a pesar no estar tan lejanos, sólo la ventana de internet me muestran…

No he sido el mejor hijo ni tuve los mejores padres, ni he sido el mejor padre ni tuve los mejores hijos… pero lo he intentado de la mejor manera que he podido, aunque cuando los errores se acumulan, de poco sirve pedir perdón… No me cuesta perdonar y lamento tener que pedir perdón, y no por saber que me he equivocado, si por que mis errores pueden hacer sufrir a otros y ese dolor siempre me duele…

He estudiado poco y poco he aprendido… soy un maestro de nada y un aprendiz de mucho y moriré con la frustración de que el arte haya pasado por mi puerta sin tan siquiera detenerse a mirar… la música y la pintura, aptitudes ambas que envidio, me han sido vetadas sin saber por qué, aunque sigo disfrutando de las obras que hacen aquellos cuya musa les ronronea constantemente… y es que también soy de “Perogrullo” y no puedo decir que me guste Woody Allen aunque me tachen de “raro”… no, no me gusta… aunque reconozco que algunas de sus obras me divierten, cómo otros artistas de cualquier estilo, que con renombre y medios publicitarios, se introducen como “buenos” a golpe de gusto ajeno… sí, lo siento mucho, pero sólo me gusta lo que me gusta, y disfruto inmensamente de aquello que me gusta.

Soy terriblemente urbanita a pesar de que necesito de la naturaleza. Presumo y creo que con razón, de intentar ver casi todos los días el amanecer y el atardecer y me seduce ese contraste de colores donde los días y las noches se entremezclan en seductor intercambio… me gusta sentir en mi rostro las gotas de lluvia y en mi piel el frescor del viento… me gusta el aroma del bosque, el canto de las olas del mar, el baile mágico del fuego, el caminar descalzo cuando es posible y cuando la vida me regala la ocasión, me gusta mirar las estrellas y dejarme engullir por la noche que se suele tornar mágica

He conocido a mucha gente pero hice pocos amigos… he amado pocas veces pero con toda la intensidad con la que he podido, entregando mi alma de forma incondicional… he sufrido por amar sin ser amado, y también he hecho sufrir a quien me amó y no pude corresponder… El amor siempre ha sido una constante en mi vida tan intensa cómo descompensada… y a veces, he sido tan inmensamente feliz que creo que sólo por esos pequeños momentos, ya merece la pena vivir…

Hoy, si fuese a morir, supongo que podría decir que ha merecido la pena, aunque me han quedado muchas cosas por hacer… tal vez por eso aún sigo vivo.



jueves, 4 de febrero de 2010

Encuentro

Cuando eres capaz de estremecerte por una sonrisa, jamás podrás dejar de hacerlo

Llueve... me gusta la lluvia... es como una obligada limpieza que se realiza en las ciudades y los campos... como esa limpieza que nuestro cuerpo necesita con frecuencia e incluso como esa limpieza que algunas veces quisiéramos hacer al alma sin que sepamos como... sí, hoy llueve

Pero no llovía en agosto... hacía calor y el tedio y la pereza se habían instalado con absoluta libertad y calma... la búsqueda de frescor nos atenazaba a estar entre las sombras de las casas, hasta que llegaba la noche y entonces salíamos a respirar ese aire que, aún siendo caliente, nos sugería refrescante cuando correteaba entre los escasos jardines de la ciudad... Sí, las noches de agosto ya estaban impregnadas por la canícula del día, pero en aquel momento, eran las más dulces horas de todo el día...

Yo sólo buscaba algo de frescor, salir de ese ambiente agobiante que me ahogaba... y justo al salir a la calle, en el portal, me tropecé con ella... literalmente fue así... no sé si yo la arrollé o fue ella quien se me llevó por delante, pero ambos caímos en el suelo y ambos fuimos lo suficientemente corteses cómo para pedir disculpas, al tiempo, tal vez que lo cómico de la situación nos hizo caer en una espiral de risas que continúo durante un largo rato... No la buscaba, pero la encontré... lo supe, supe que era ella cuando nada más ponerse en pie, con esa sonrisa brillante, aireó su abanico rojo... su sonrisa, fue sin duda eso... la sonrisa aquello que me cautivó, desde el primer momento...

Pasó el verano y llego el otoño... un dulce otoño... y su sonrisa estuvo presente en cada uno de los instantes de mi vida... el brillo de su mirada serena, y ese alma de niña, traviesa algunas veces pero sencilla y sincera siempre, siempre estuvieron a mi lado... No la buscaba... o tal vez siempre la busqué... pero sí sé que la he encontrado... Hoy cambió las sonrisas por las lágrimas y yo, acostumbrado a pasear de la mano con su sonrisa, me siento perdido... es como si sus lágrimas fuese la lluvia que cae con furia sobre mi alma... pasará el catarro, volverán las sonrisas…

Luego llegó el invierno... sí, hoy llueve... me gusta la lluvia... es como la obligada limpieza... pero deseo que mi alma se siga limpiando con sonrisas...


lunes, 1 de febrero de 2010

Cabaña

El extraño resplandor de una cálidez extrema confería a aquel bosque la magia que los lugareños le otorgaban desde siempre, y no por que fuere nada misterioso, si no que que allí dentro, al abrazo de una no excesiva vegetación, pero una cálida luminiscencia que se extendía desde el orto hasta el ocaso, se percibía una sensación de paz y descanso que dificilmente se podría encontrar en otro lugar.

No había apenas flores que rompiesen la monotonía del peremne verdor a pesar de que la frangacia de intensos aromas se entremezclaban entre los entresijos del color y las sombras que se mecian incansables en un baile silencioso con la suave brisa... y allí, en el claro ubicado en el centro del bosque, una pequeña colina lindera con una reducida laguna confería la sensación de dominio sobre todo él, al levarse unos pocos metros y dejar toda aquella caótica pero bella amalgama de vegetación, bajo el nivel del horizonte que en la extensa llanura se difuminaba entre brumas de húmedo frescor...

Cómo un éxtasis, todo cuando allí acontecía en realidad sólo pertenecía a los sentidos, e impregnaba las almas de gratas sensaciones encaminadas a encontrar la felicidad

Eterna esencia de primavera sin final en aquél extraño oasis de vegetación en medio de un desierto de indeferencia... Sí, era perfecto para que leñador hiciese allí su casa.


domingo, 31 de enero de 2010

Jaula

Incluso el más dulce de los abrazos, si no es medido, puede terminar ahogando

Creo que fue en la película de “El jardinero fiel”, en la que en una escena, los colaboradores de una ONG son atacados y se produce un gran descontrol. Una de las protagonistas ve como una madre muere y deja a sólo a su hijo y entonces ella decide llevárselo. Un compañero le grita: “No podemos salvar a todos” y ella responde “pero a este sí”.

En ese momento, yo pensé que había que salvar, no a ese, si no a todos los que se pudiese salvar… cogerlos a todos y llevarlos a un lugar seguro

Hoy, ya no estoy tan seguro. Hoy, alguien me ha recordado que el querer, no significa ahogar, que a un hijo hay que darle las posibilidades para que sea él quien escoja la opción que más le convenga, aunque nosotros pensamos que se equivoca… que al amor, no se le ata, si no que se le deja volar por que, precisamente, se le ama, aunque nosotros pensemos que se equivoca… que a los ancianos, se les puede querer por que vuelven a ser niños, aunque nosotros pensemos que se equivocan… que a los amigos no se les corrige, pues ellos son dueños de sus propias ideas, aunque nosotros pensemos que se equivoca…

Y es que algunas veces creo que soy cómo un imán de los problemas ajenos, de esos problemas que tienen los que queremos, y que sin saber cómo ni por qué, hago mios sin esperar tan siquiera a que me pidan ayuda, y comienzo a opinar, a dar consejos de aquellos que no lo sé todo, y todo estoy intentando ayudar… Y es entonces cuando creo que estoy “salvando” a alguien que tal vez, en mi propio error, no desea ser salvado y desea conseguir algo por sí mismo, por méritos propios o por otros caminos… tal vez me lance al agua para intentar salvar de morir ahogado a alguien que, realmente, termina salvándome a mi, por que mi necesidad, mi inseguridad, mis miedos, mis dudas, son mucho mayores

Y tras todo, eso, ha resultado que hoy he comprendido que soy yo el equivocado… que es posible que se pueda salvar la vida de un niño, de un adulto, pero que hay algo más importante que la vida… la libertad, la independencia, la felicidad, la personalidad de cada persona, el que puedan escoger su propio camino, aunque nosotros pensamos que se equivoca… si de verdad los queremos, caminaremos junto a ellos, al igual que ellos caminan a nuestro lado sin exigencias de ningún tipo… Hoy me han enseñado que el amor es una puerta que está abierta, con una invitación constante de “entra cuando quieras”, y no un cartel de “obligado pasar”… no, no se puede obligar por que cuando se obliga, esa persona dejaría justo de ser así… y no podemos esperar que esa persona ría constantemente como si fuese un payaso, sin percatarnos de las lágrimas que nosotros, todos aquellos que se supone que le queremos, le causamos, precisamente por queriéndole salvar, terminamos encerrándola en una jaula para que no tenga ningún peligro… No, no se puede encerrar a nadie en una jaula para que esté con nosotros...


viernes, 29 de enero de 2010

Distancia





La mayor distancia entre dos personas, es el silencio







jueves, 28 de enero de 2010

Funámbulo

Que valor dará un gigante a las pequeñas cosas???

El funámbulo, ya había tensando y asegurado la cuerda y estaba revisando que todo aquel montaje estuviese en perfectas condiciones para poder cruzar una calle a varios metros de altura... era un gran riesgo, nadie lo ponía en duda, y eso era precisamente lo que hacía que todo fuese mucho más atractivo, o incluso morboso a los ojos de los demás... Pero para el funámbulo, no había otra opción, pues él sabía que era eso justo lo que debía hacer… él era un funámbulo.

Tomó la pértiga con cuidado y miró al extremo de la cuerda que, firmemente tensada, parecía perderse tras el horizonte aunque el otro extremo estuviese tan sólo a unas pocas decenas de metros…

Cerró los ojos… tenía miedo, pánico… sabía que un descuido, uno tan sólo acabaría con todo aquello… ¿por qué hacerlo??? ¿por qué arriesgar la vida??? Tenía que hacerlo, pues él, era un funámbulo...

Dio el primer paso y cuando todo su cuerpo quedó suspendido sobre el vacío, apoyado en su pie que parecía formar parte de aquel cable, toda al multitud apiñada para contemplarlo, calló de súbito y el silencio se hizo absoluto… el funámbulo de repente sintió la suave brisa y se agarró con fuerza a la pértiga que le servía como punto de apoyo y equilibrio… sintió miedo nuevamente, pero tenía que hacerlo, pues él, era un funámbulo…

Durante unos instantes, el miedo lo dejó paralizado hasta que comenzó a avanzar nuevamente… en ese instante un murmullo de asombro surgió al unísono de los curiosos que se agolpaban algunos metros abajo… ahora el funámbulo sonreía… tenía más miedo que nunca… pero tenía que hacerlo, pues él era un funámbulo, aunque le faltase una pierna.