
Las primeras gotas en su rostro, lo despertaron sorprendido y mirando alrededor, se dio cuenta de que ya había amanecido. Hacía un día soleado, pero sin saber cómo, había comenzado a llover.
Sorprendido, se levantó mientras la lluvia arreciaba y apenas puesto en pie, ya estaba completamente empapado, y en el suelo comenzaban a aparecer los primeros regueros que buscaban la lógica salida siempre hacia abajo.
No había pasado un minuto y sintió que cada vez le costaba más avanzar. El flujo del agua era intenso y el nivel subía con una rapidez insospechada, impidiéndole moverse con la soltura necesaria
Seguía lloviendo con una desconocida intensidad. Pronto el nivel del agua casi le cubría por completo y presa del pánico buscaba el poder salir de allí, sin pararse a pensar qué estaba pasando… pero el agua seguía cayendo con fuerza y tuvo que hacer grandes esfuerzos para permanecer a flote…
Finalmente, el flujo del agua le arrastró una y otra vez al fondo, pese a su desesperada lucha por salir a flote.
La última vez que el agua lo arrastró al fondo, pudo ver las ventanas de su casa… no entendía que pasaba… fuera, en la calle, el sol seguía brillando en un seco día de verano.