
Reconozco que uno se va acostumbrado a la rutina y por lo tanto, no me disgusta ver publicidad en los programas de la TV. No digo que me guste, si no que simplemente, se han convertido en parte del paisaje de la vida de urbanita por la que me he dejado someter… incluso algunos de ellos podrían ser catalogados como pequeñas obras de arte que en unos 20 segundos no sólo nos envían un mensaje para que consumamos tal o cual producto, si no que incluso llegan a convencernos de que es necesario o imprescindible…
La publicidad puede ser un auténtico arte y a pesar de que mucha es aburrida y repetitiva, algunas frases nacidas del mundo publicitario forman ya parte de nuestra vida y del vocabulario general, y es que la rutina machacona de escuchar un mismo mensaje varias veces, puede dar lugar a que nos convenzamos de que su mensaje es cierto… y así, a la hora de comprar el producto, a pesar de que no sepamos nada de nada, aquél que resulte más “oído” por nosotros, será el que más garantía nos ofrezca, sin que ello conlleve que sea el mejor, o simplemente, que en realidad nos haga falta…
Cuando hablamos de publicidad, inmediatamente lo relacionamos con un producto y con su consumo, pero creo que hay otra que de forma suave y dulce, nos va convenciendo de lo que se supone que es la sociedad…
La religión, la política e incluso la misma moral o ética, van cambiando a manos de la publicidad de quienes se empeñan en dar forma a este mundo… Nos dicen lo que está bien y lo que está mal y poco a poco aceptamos y damos como buenos ciertos valores… y mientras, por ejemplo, nos publicitan de una pandemia por el caso de la gripe A con alto riesgo de mortandad en el mundo civilizado (tal vez puedan morir hasta 1.000 personas), no se hace ningún tipo de publicidad para otras enfermedades tropicales que sesgan decenas de miles de vidas anualmente, pero evidentemente, no están aquí…
No hablaré de fe ni de política, donde la publicidad es una realidad más que constante… pero sí hablaré de la publicidad que de nosotros hacemos… y es que nos publicitamos de forma constante… procuramos estar “guapos”, ser “elegantes”, comportarnos “correctamente” y no sé si todo eso nos ha hecho perder algo de nuestra propia esencia de ser personas, seres humanos… y es que, queridos desconocidos, el ser humano siente y piensa, y eso, debe hacerlo por sí solo… hoy debemos vendernos cómo “ecologistas”, cómo “solidarios”, cómo “anti – muchas – cosas” y en definitiva, tengo la sensación de que pese a todos somos distintos, en el fondo, todos somos tan iguales que… cuesta creérselo
Hoy me sorprende la noticia de un hombre que negaba el Holocausto nazi y atentó contra un museo de EE.UU. dedicado a aquella terrible acción… pero… sinceramente… no sé qué pensarán los palestinos… Que no se malinterpreten mis palabras… en ningún caso está justificada la violencia y mucho menos el acabar con vidas o libertades ajenas en pos de ideas propias… pero no sé si la publicidad nos vende algo más que los yogures para ir al baño…