
Quiero suponer que desde hace ya mucho tiempo, el sentido de la propiedad ha sido un importante condicionante de la raza humana, y es por ello que siempre hemos procurado que lo que es nuestro, ha de seguir en nuestro poder… Grandes personajes, hicieron grandes obras que hoy se atesoran bajo enrejados, sean del clásico metal o los más modernos sistemas tecnológicos…
Por otro lado, todos tenemos ese espíritu altruista y desinteresado donde, de forma inexplicable, buscamos el bien común y social, y cada vez hay más gente involucrada en proyectos sociales encaminados a mejorar nuestra sociedad… pero no por ello dejamos de mantener nuestras rejas… por que no es lo mismo ser altruista que incauto…
Nos gusta mantener nuestra propiedad… pero… ¿qué es lo nuestro??? Es fácil definir la propiedad en cosas materiales… mi casa, mi coche, mi bocadillo de chorizo… sí, todo eso es fácil, ya que hemos intercambiado algo que es nuestro, generalmente dinero, por algo que no teníamos y por lo tanto, es nuestro… y de nadie más… También hay otras propiedades más complejas de regular… las patentes, o lo que viene a ser lo mismo, las ideas que permiten avanzar al mundo… motores más potentes, sistemas de calefacción, o incluso esta simpleza de internet que permite que yo te escriba y tú me leas, sin que ninguno de los dos sepamos quien es el otro… o esa otra propiedad que la mayoría nos hemos saltado alguna vez al descargar música o alguna película sin autorización del autor… o la que nos permite disfrutar de cuadros en los museos, o de lecturas más o menos interesantes…
Pero también hay otra propiedad mucho más compleja que no logramos entender… MIS hijos, MIS amigos, MI pareja, MI familia… seguimos hablando de propiedad cuando nos referimos a las personas… No, no es que las hayamos comprado, si no que tal vez utilizamos ese posesivo precisamente por que para nosotros son demasiado especiales y tal vez así lo relacionamos de forma especial con lo que sentimos hacia ellos… MI mundo en definitiva… pero también es cierto que no nos gusta perderlo y de alguna manera, ponemos rejas para que no nos los quiten… o tal vez para impedir que lo que es “nuestro” pueda dejar de serlo, manteniéndolo encerrado
Hace pocos días hablaba con alguien y me decía que se había enamorado de la persona equivocada… ¿equivocada??? Supongo que todos hemos oído las historias de amores no correspondidos, y también imagino que a nadie le asombra escuchar la frase de enamorarse de la persona equivocada, pero… ¿cómo puede ser posible???
Y es justo aquí donde el mundo de los sentimientos se enfrenta con el enrejado de la sociedad que hemos construido… Últimamente he leído más de lo necesario sobre esas parejas donde uno de los cónyuges es infiel al otro y la pareja termina rota… Pero este caso es diferente, es el opuesto… donde una persona se enamora de otra “ocupada” y en este caso, el sentimiento cambia… mientras que una pareja consolidada suele “enrejar” a su pareja para que se mantenga siendo de su propiedad exclusiva, en el otro caso, esa persona se conforma con algunos breves momentos de compartir algo de tiempo… no quiere decir que sea sexo, no tiene por qué… el amor puede sentirse en silencio, en la intimidad, en la sombra del desconocimiento del otro y de forma callada disfrutar de cada una de las palabras que el amado, no el amante, regala de forma involuntaria pero amable y cariñosa…
Dicen que es mejor amar y perder que nunca haber amado, o que en el amor todo vale, o que… qué importa… todos elogiamos el amor pero la mayoría lo sometemos a normas… Dejaremos lo del pájaro enjaulado para otro día ¿no???