Hoy, una popular frase, escuchada al viento, me hizo reflexionar: “Perder el tiempo”
Me es imposible definir lo que es una pérdida de tiempo, cuando el metrónomo de la vida es constante desde que nacemos hasta que morimos. El tiempo no nos pertenece ni nosotros le pertenecemos… ambos coincidimos en un momento de la eternidad que aquél marca pausadamente en un ritmo impuesto, como no podría ser de otra manera, por los mortales que nos empeñamos en tener referencia de todo, incluso de la duración de nuestra propia vida.
No, creo que el tiempo no puede perderse, ni tampoco puede ganarse…el tiempo, es algo que nos es totalmente ajeno y que lo único que indica es cuando debemos estar en un sitio o cuando no… la hora en que comienza el trabajo, la hora de estar en casa, la hora que cierran el supermercado, la hora en que sale nuestro vuelo…el tiempo, es sólo un indicador para que podamos estar en un sitio concreto cuando alguien nos lo dice…
No, creo que el tiempo no puede perderse… simplemente por que creo que no existe. Tan sólo existen los momentos… tan sólo existen aquellas cosas que sentimos, que nos impactan, para bien o para mal… cada instante, cada “milésima de segundo” está ocurriendo algo a nuestro alrededor… algo bueno, malo o simplemente mediocre…
Creo que la mayoría de las veces, tenemos tanta prisa por “llegar”, que somos incapaces en disfrutar del camino… No percibimos una mirada, una sonrisa, un brillo de color, un contraste de sombras, un suelo mojado, un cielo con nubes, un paseo por una ciudad… y curiosamente, cuando alguien nos envía uno de esos ficheros donde ese “tiempo” se detiene, o mejor dicho, donde esas sensaciones quedan prisioneras para siempre y para deleite de quienes las observan, es cuando nos damos cuenta de esa belleza, de esa paz, de la calma que puede tener la vida, justo, cuando nos empeñamos en correr tanto para poder ver esa foto en lugar en poder sentirla en el momento que se produce…
No, creo que el tiempo no se pierde, lo que se pierde, son los momentos que nos empeñamos en no querer disfrutar de cada instante presente, esperando que lleguen “tiempos mejores”
Ingrid Betancourt fue secuestrada por las FARC el 23 de febrero de 2002 mientras hacía campaña como candidata a la presidencia para las elecciones de ese mismo año. Betancourt se encuentra, actualmente en cautiverio (privada de libertad) en la selva colombiana
Ignoro cómo se puede buscar la libertad de todo un pueblo cuando no se sabe respetar la libertad individual
Ignoro si Ingrid se convertirá en emblema de las injusticas humanas basándose en “no sé qué”… o no sé si convertirá en mártir de locuras absurdas…
Lástima que todos entendamos la teoría y prácticamente nadie (al menos de los que deben) la lleven a la práctica
El gorila era un espécimen precioso y mantenía mi mirada con gran curiosidad por su parte. Hacía mucho tiempo que no veía una mirada tan llena de curiosidad en un primate y sabedor de su gran fortaleza, me sentía a salvo con la separación de seguridad que el zoo disponía.
Durante un largo rato, estuvimos mirándonos, como si intentásemos mirar en el interior del otro... Un silbido avisaba de que la hora de cierre había llegado y todos los visitantes comenzaron a moverse de forma lenta y perezosa...
Ayesha tenía 9 años cuando viajó a la ciudad de Pekambaru por primera vez de la mano de su padre.
Ella, como toda su familia, siempre había vivido en su pequeña aldea, ayudando en lo que buenamente podía a su familia, sobre todo, cuidando de sus hermanos pequeños.
Ayesha era una niña despierta y como todos los niños, curiosa por naturaleza, así cuando su padre le dijo que irían a la ciudad, no dejó de intentar averiguar que era “la ciudad” y naturalmente, dejó volar su imaginación de todo aquello que de forma tosca y escasa y siempre sin ningún interés, le habían contado
Cuando llegaron a la ciudad, Ayesha caminó durante un largo rato y los arrabales fueron transformándose en edificios más señoriales, y las calles, más pobladas, con más luces y tiendas… Ayesha estaba encantada y no conseguía digerir todo aquello que la maravilla y la sorprendía…
Llegaron a un lujoso hotel y su padre preguntó al portero… tomó a Ayesha de la mano y se dirigió, por un callejón adyacente, hacia una puerta. Cruzó el umbral y esperó en una sala entre tenues luces y un olor intenso que difícilmente se podría precisar…
No habían pasado cinco minutos cuando se presentó alguien y les hizo un ademán para seguirle. Recorrieron pasillos, y salas y sin tardanza, llegaron a una especie de gran sala, con muebles apilados y algo destartalada… allí había hombre que si no era viejo, sí bastante mayor, pero que a vista de un occidental, podría decirse que era un caballero… Este, les miraba intrigado… El guía entonces se dirigió al hombre y el dijo algo en inglés que Ayesha no entendió. El guía, dirigiéndose al padre, le dijo que quería saber si la niña era virgen. El padre aseguró y afirmó con una inmensa sonrisa y una reverencia…
El hombre, le entregó un sobre de dinero y el padre le dijo a Ayesha: “Ve con este señor y haz todo lo que te pida y si no entiendes algo, déjale hacer a él. Ahora, este será tu nuevo trabajo”