Antaño, los apellidos servían (como hoy, pero de otra manera) a identificar a las personas de tal forma que tomaban de los topónimos, como D. Rodrigo Díaz de Vivar, o se le añadía la partícula “ez”, que equivalía a asentar su ascendencia, así Rodríguez, significaba “hijo de Rodrigo”
Con el paso del tiempo, se puso de moda lo que aún se denomina “abolengo”, que si es rancio, es mejor, y no entraremos en la pomposidad de ciertas combinaciones de apellidos compuestos, intentando no dejar olvidado ni uno sólo de aquellos que pudieran ser necesarios como carta de presentación para el titular de los mismos.
Pero no sé si me gusta leer tantas noticias con “apellidos” en los periódicos… se habla de violencia “machista” o de violencia “callejera”… se habla de drogas “duras”, de “tabaquismo”,… se habla de crisis “hipotecaria”, de “reconversiones” de sectores… se habla de trabajadores “ilegales”… se habla de bandas “latinas” o “albano-kosovares”… se habla de “pederastia”, de “secuestros infantiles”…
No sé si esto sirve o no, pero algunas veces, la generalización creo que no es buena… la violencia, es violencia, venga de donde venga, y sea de donde sea… una droga, es una droga, y perjudica… la crisis no está en la bolsa, si no en el bolsillo, y los trabajadores, somos personas, todos, las “bandas” son de delincuentes, y el no respetar los derechos de otra persona, tenga la edad que tenga, es un delito.
Creo, sinceramente, que el colocar “apellidos” a esos términos (que no dejan de ser importantes, claro está) parecen que eclipsan a todos los demás, como si los otros careciesen de importancia… Es como si en un inmenso bosque cuajado de cientos de especies de árboles, nos fijásemos sólo en uno de ellos, y determinemos por ese sólo árbol, si el bosque es bueno o malo…