sábado, 8 de diciembre de 2007

Malabares

La ciudad sigue sumida en la niebla que parece ocultar todo lo que no es importante

El semáforo en rojo. Detengo el coche

Surge de un extremo un malabarista. Es un pase casi privado, no hay nadie más

Los malabares se le escapan y terminan por el suelo

Con cara de asombro y gesto de mimo, me interroga con la mirada

“No lo entiendo”

Sonrío… imposible resistirlo

Le doy una moneda

Sonríe

Al unísono nos despedimos con la misma frase

“Que tengas un buen día”

Miro por el espejo…

Espera su próxima tanda de coches en una calle aún poco transitada

Me reitero

“Que tengas un buen día”

Continúo sonriendo

viernes, 7 de diciembre de 2007

Niebla

Ayer, desde lontananza, la niebla se deslizaba lentamente por la ladera de la montaña, como la espuma que escurre por el exterior de una jarra de cerveza… blanca y hasta ese punto de pícara y gratificante.

Hoy, la niebla ha llegado a la ciudad, y como si de una serpiente se tratase, la ha ido engullendo lentamente, despacio, sin prisa, sin pausa…

Lentamente, la ciudad ha quedado aprisionada en esas nubes bajas que invitan a permanecer en casa, que juegan algunas veces para hacernos perdernos entre calles no muy conocidas o a recordarnos que la prudencia en la carretera es más esencial que de costumbre.

Hoy, la niebla forzó a un sol cansino y perezoso a intentar iluminar la ciudad… tan sólo pudo pintar el cielo que otrora se mostrase azul, en una perlada cúpula, que a pie de calle, se rompe por el reflejo difuso de las farolas que aún permanecen encendidas.

Las luces de las casas se alternan y como una gigantesco mosaico navideño, se encienden y se apagan si un ritmo ni frecuencia, hasta que la luz del día consigue apagarlas, casi por completo.

La ciudad se pierde en la niebla y en cada casa, en cada persona, resurgen sensaciones distintas… la ciudad, el barrio, la calle, se ha tornado en un inmenso crisol de sentimientos y sensaciones variopintas, multicolores, como una increíble orquesta donde todo encaja sin que nadie lo sepa… Unos son felices, otros son tristes, otros, no lo saben…

Imagino a la gente que mira por las ventanas, mira la niebla y calla sus verdades… unos, por miedo a herir, otros por que consideran que su verdad es demasiado simple y poco valiosa, y otros, otros muchos, simplemente por que no tienen a quien decírsela…

Pero tal vez a la tarde, la niebla se disipe… el sol, aún cansino, teñirá de azul la cúpula que cubre la ciudad, antes de que los anaranjados del ocaso tornen en un mundo multicolor el atardecer que antecede a la noche… luego la ciudad volverá a despertar de su letargo matutino y reemprenderá el camino de la diversión y la gente dejará sus verdades en la casa y saldrá a la calle a compartir ese momento, o tal vez a encontrar a alguien que esté dispuesto a escuchar… la calle cobrará la vida que el día no puede darle… o tal vez la vida que la niebla oculta.





Celtic woman "siuil a run" Walk my love

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Hablar


No hace muchos días, comentaba con una amiga sobre si hablamos para comunicar o para convencer...

Sé que a primera vista la primera opción es la que nos llama, pero si pensamos que nuestra idea es correcta (obvio) no intentamos convencer a nuestro interlocutor de que tenemos razón???

Aplíquese especialmente en el terreno político, religioso, ético-moral, deportivo, laboral, social, judicial... y otros que no recuerdo...

Espero haberte convencido...

martes, 4 de diciembre de 2007

Hambre

Teresa me atrapaba en su mundo como la miel a las moscas… no podía ni quería desprenderme de ese hechizo que me aun de forma consciente, sabía que me dominaba en todos los más amplios sentidos de la palabra… Mientras estaba descansando, ella se me acerco y al oído, entre besos y caricias, me dijo que tenía hambre.

Entre la niebla y la noche, apareció el reflejo de las luces del bar, y allí me dirigí. Cansado y algo perdido pues no sabía muy bien qué dirección tomar, opté por detenerme, y recolocar un poco mis ideas.

El bar estaba tranquilo, aunque el mal tiempo había congregado a bastantes parroquianos. Pregunté mientras tomaba una cerveza, como se llegaba al centro del pueblo y el camarero me dio las pertinentes explicaciones.

Cuando llegué allí, el frío era intenso y no había casi nada abierto así que me dirigí al bar que parecía tener más movimiento y me sorprendió gratamente que, en un espacio tan pequeño, pudiese caber tanta gente. Por un momento me recordó a esos bares de carretera que suelen aparecer en las películas americanas.

Pedí un bocadillo y una cerveza y miré al personal… había, como en casi todos los sitios, de todo tipo… Pronto me fijé en una pequeña morena que estaba junto a otras dos chicas. No es que fuese guapa, pero parecía simpática. Me acerqué a ella y le pregunté si era de allí, lo cual me confirmó con una sonrisa. Le pregunté donde podría hospedarme aquella noche y pronto estábamos inmersos en una conversión muy grata.

No tardé mucho en dejarme llevar por la situación y mis primeros besos encontraron respuesta, al igual que mis caricias, por lo que le pregunté abiertamente si quería ir a otro lugar más tranquilo, a lo que no se negó a pesar de que tampoco lo afirmó como me hubiese gustado.

Cuando nos sentamos en el coche, el festival de besos se tornó más salvaje y mi boca recorría no sólo la suya, si no todo la piel de su rostro, de su cuello, de su pecho… desabroché su camisa y su sujetador de encaje negro y rojo me dijo que estaba dispuesta a pasar la noche conmigo.

Sin dudarlo un instante me incorporé en mi asiento y me la llevé conmigo a mi casa…

El viaje fue grato y tranquilo, entre bromas y charlas serias… se pasó muy rápido y nada más cruzar el umbral de la puerta, me abracé a ella y nuevamente la serenata de besos calló su piel, pero esta vez sin el cuidado de que alguien pudiese estar viéndonos…

Como pudimos llegamos al dormitorio donde terminé de desnudarla y comencé a darle un pequeño masaje entre el cuello y los hombros… luego las manos, los pies… mi boca tampoco descansaba y recorría de forma metódica los pliegues de su piel…

Cuando noté su gran excitación, le susurré al oído que iba a probar algo que estaba seguro que nunca había hecho y ella, presa del deseo, sonrió pícaramente…

Saqué unas cuerdas que ya tenía preparadas para esas ocasiones y comencé a atar sus manos a los barrotes del cabecero de la cama… ella se dejaba hacer y yo mientras, seguía recorriendo su cuerpo con las manos… con la boca…

Luego até sus pies con el mismo cuidado y una vez que estuvo inmóvil, me tumbé sobre ella lleno de excitación y deseo, y la besé con toda la intensidad que era capaz…

En ese momento, llamé a Teresa y ella apareció con un cuchillo y un delantal sucio de sangre seca… aquella chica, al darse cuenta, chilló con todas sus fuerzas, presa del pánico que llegó a sentir…

Yo, me agazapé en un rincón y miraba aquello que había visto hacer a Teresa muchas veces… cortó un pedazo de carne del muslo de la chica para ir comiéndolo poco a poco mientras hablaba con ella…

La chica no se percató de ello… se había desmayado presa del miedo, no del dolor… siempre pasaba lo mismo…






sábado, 1 de diciembre de 2007

Libertad



Si la libertad se consigue asesinando por la espalda, no sé si quiero dejar de ser esclavo

Conozco muchos motivos para morir... sólo uno para matar: mis hijos... Todo lo demás, creo que es violencia gratuita...

viernes, 30 de noviembre de 2007

Refugio



En noche clara, callada, ajeno a todo, a todos
busco refugio, busco sosiego
los recuerdos caen en mi memoria
la nostalgia gotea en mi alma
no temo al futuro
pero sólo conozco lo pasado
y nunca desee perderlo
y en noches claras, calladas, ajenos a todo, a todos
deseo asirlo con fuerza
para evitar que se borre por siempre de mi memoria

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Montecarlo

No me sorprendió en absoluto ver un pequeño grupo de automóviles Ferrari cuando me acercaba a la ciudad. Mónaco siempre había destacado por sus lujos, su glamour, sus fiestas y por ese esplendor que caracteriza al mundo del dinero.

Allí había gente de todo tipo y nadie sabía a que se dedicaba cada uno, pero todos conocían, al menos hasta el interesante punto que debían conocer, lo abultado de las cuentas corrientes, las carteras de acciones o las propiedades que acompañaban a cada rostro y que eran, más que los nombres en sí, quienes abrían las puertas de las continuas fiestas y celebraciones que allí tenían lugar.

La ciudad no desentonaba con ese mundo sólo conocido por mí desde algunos reportajes, varias películas y las informaciones que habían llegado, casi de refilón, pero que eran la imagen continua de un pequeño paraíso... Yates engalanados con luces multicolores y música suave, donde se invitaba sutilmente, a un descanso que apenas sería capaz de imaginar... En las calles, flamantes automóviles de lujo, como si de una colección se tratase, desfilaban continuamente o se encontraban estacionados a las puertas de los establecimientos más renombrados y deseados, cuyos clientes, nunca preguntaban el precio de las prendas o los objetos que deseaban, limitándose a abonarlos con la indeferencia que el poder económico facilita.

Aún asombrado por el derroche de un mundo que, obviamente no era el mío, opté por dirigirme al hotel y desde allí llamé a mi cliente para informarle de mi llegada, y tras confirmar la hora de nuestra cita, debido a que tenía mucho tiempo, me dediqué a conocer un poco la ciudad.

Faltaba algo más de dos horas para nuestro encuentro, pero cansado, y no lo niego, un tanto abrumado por aquella ciudad de riquezas ajenas, me dirigí al bar del hotel donde habíamos quedado y me acomodé tomando un café a revisar por enésima vez la oferta y ojear el periódico que allí encontré.

Fue justo en ese instante cuando me percaté de ella. Sentada en la barra, en actitud de espera, estaba con un largo vestido negro que irradiaba una sensualidad desconocida para mí. Sus ojos oscuros parecían querer competir con la noche y sin embargo, su radiante sonrisa era pura luminosidad. Su rostro, tal vez aniñado, pero dulce y sereno, la dotaba de esa belleza que sólo en un mundo de sueños como aquel podría darse, y su piel, mostrada en plenitud por ese vestido que, sin ser ceñido se ajustaba con precisión matemática dejando ver casi todo, y ocultando con celo esas partes que el lugar invitaba a que permaneciesen cubiertas.... No pude dejar de mirarla y ella, coqueta y presumida, se sabía mirada y me devolvió la suya, con un cierto aire de desafío, segura de que terreno pisaba, pero al tiempo, acompañada de una dulce sonrisa, casi pura e inocente...

Durante un largo rato, estuve allí intentando concentrarme en mi cometido, pero sin poder dejar de mirarla, al tiempo que ella, sin llegar a ignorarme, se mostraba distante y siempre en esa espera que, como la mía, parecía no tener fin.

No sé de donde saqué las fuerzas, ni tampoco recuerdo que es lo que hice para acercarme a aquella venus arrancada de la más sublime inspiración de los artistas griegos, pero cuando reaccione, estaba frente a ella preguntando si deseaba compartir un café conmigo. En un correcto inglés aceptó y mantuvimos durante un rato una entretenida conversación sobre nada en particular, y al poco, mi mano estaba en la suya...

Me olvidé por completo de mi cita y de la suya, del lugar y del tiempo, sólo existía ella en mi mente... era la primera vez que algo así me ocurría y no quería que el destino me lo arrebatase antes de tiempo, así que venciendo mi abultada timidez, le pregunté si deseaba acompañarme a cenar esa misma noche... Ella, sonriendo pícaramente, me soltó la mano y acariciando mi rostro como jamás me habían acariciado antes, me respondió: “son 10.000 Euros el día completo”

El lujo sólo cambia en el precio...