jueves, 6 de marzo de 2008

Caribe

Una carta desde el Caribe... Antigua, para ser exactos.

El tiempo no es bueno, y lo que antaño fue un paraíso de turistas exóticos y ricos, hoy se ha convertido en un lugar de encuentros populares de gente pudiente y caprichosa procedente del industrializado continente americano

Los mares siguen limpios y el exotismo de sus aguas perdura con cientos de especies de seres vivos que los habitan y que ponen un contrapunto a ese otro exotismo que queda en tierra, entre unos parajes salvajes y un controlado y muy cuidado desarrollo urbanístico destinado al turismo, casi única fuente de ingresos de los países caribeños, contrasta con esa otra imagen, casi escondida al tiempo que mantenida, de los barrios clásicos de lugareños, chabolas que adquieren la categoría de "encantadoras" para los visitantes que son llevados de paso desde el lujoso hotel, hasta la inexplorada selva que ya goza de caminos más que transitados...

Miró el sol que ya comenzaba a declinar sobre el horizonte... Muchas horas de viaje por delante... No hay mucho equipaje para llevar

Recorrió las playas exóticas... miró los arrabales de chabolas donde a esas horas los chiquillos se recogían, más intentando recoger algún alimento, que por ganas de abandonar sus juegos al aire libre… Miró el mar que aún sabiendo que sería el mismo, ya no sería igual… miró la selva, el cielo, el atardecer.

Tomó su pequeño equipaje y se dirigió hacia donde había dejado su pequeña embarcación… había calculado que duraría una semana su travesía hasta llegar a las costas del país de sus grandes esperanzas…

Una carta desde el Caribe… una despedida desde Antigua, para ser exactos

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