
Ya hace casi 30 años que la sonda espacial “Pioneer” comenzó su periplo dispuesto, primeramente a facilitar información sobre planetas más o menos cercanos, y posteriormente a adentrarse en lo misterioso del cosmos para dar una señal de que en esta parte del universo, hay vida (supuestamente inteligente).
Durante los primeros días, meses, años… la información era inspeccionada con entusiasmo, en busca de información tan deseosa cómo escasa en aquellos momentos. Todo era meticulosamente analizado, medido, estudiado, registrado… Pero el tiempo ha ido pasando y nuevas sondas más potentes se han lanzado con el mismo objetivo.
La nueva información enviada por las nuevas sondas, es más amplia y valiosa; los ingenieros de aquella primera misión ya fueron retirando y poco a poco y todo el interés que despertó la “Pioneer”. Al tiempo, el espacio exterior se fue haciendo más vacío y la información cada vez era menos preciosa, menos necesaria, menos interesante…
Un día, esa información, ese control, simplemente se cerró y ya nadie se preocupó de aquello
Pero la “Pioneer” siguió su curso y un día encontró lo que buscaba: vida. Una vida medianamente inteligente que tardó en descifrar el significado de la placa que marcaba quienes éramos, quienes somos…
Nadie sabe con exactitud cuánto tiempo pasó desde que la sonda salió de nuestro planeta hasta que alguien se decidió a venir a vernos, pero sucedió.
Con meticulosa precisión exploraron el cosmos, analizaron nuestro planeta y descubrieron las zonas más pobladas para saber dónde debían llegar.
Al fin llegó el momento en que su nave, siguiendo precisas coordinadas, tomó tierra justo donde sus detectores habían anunciado la mayor concentración de vida… apenas unos minutos y la nave sintió que todo se movía… no comprendían que podía suceder ya que no habían reparado en eso…
Rápidamente intentaron comprobar que pasaba; revisaron cálculos, y efectivamente, estaban en la zona más poblada del planeta… pero intuían que algo no iba bien. Intentaron comprobar con sus recursos que no se habían equivocado y descifraron los letreros que desde sus ventanillas se podían ver: “Vertedero central. Cinta de transporte a la incineradora”. Su nave de apenas unos centímetros de envergadura no aguantó tan altas temperaturas…
Vaya forma de promocionar el turismo, ¿no???