domingo, 5 de septiembre de 2010

Novelas

Un vaso vacío, siempre es más fácil de llenar

Supongo que todos hemos leído novela… historias que nos atraen en mayor o menor medida… hay novelas que se leen en pocas horas y otras que se hacen interminables, tanto que se desechan finalmente y quedan olvidadas en la librería… hay novelas que se leen de nuevo a pesar de que ya sabemos las trama y la historia y hay novelas que incluso nos hace sentirnos reflejados en algunos de sus puntos y sentimos casi las mismas sensaciones de amor, odio o venganza, que tienen los protagonistas de la historia escrita…

Pero el inconveniente que tiene una novela, es que la historia está escrita por otro y es imposible salirse del guión marcado. Es muy posible que nosotros discrepemos del texto, pero la realidad es otra y el escrito ya ha dictado las normas para hacernos continuar hasta el final por la senda que él decidió

Hay personas incluso que son capaces de leer dos novelas al mismo tiempo… Imposible para mí… Pero reconozco que cuando una historia me gusta, me entristece que acabe… y sólo cuando encuentro un libro interesante, me olvido de aquella historia que me dejó tan grato recuerdo…

La memoria nos regala la capacidad de acordarnos de las historias, reales o imaginarias, con las que hemos disfrutado y hemos palpitado, pero cuando nuevas historias se ciernen sobre nosotros, la expectación y el deseo de disfrutarlas, y tal vez sea en ese momento, cuando comenzamos una nueva buena novela, cuando en realidad podemos decir que hemos terminado la anterior…

jueves, 2 de septiembre de 2010

Septiembre

Una sonrisa sólo se debe pagar con otra.

Cómo si de un ejército agazapado se tratase, la ciudad ha reaccionado al unísono cuando el calendario marcó septiembre... Sin apenas aviso previo, las calles se han llenado de vehículos y las aceras de gente. Las tiendas quitaron los carteles de "Cerrado por vacaciones" y en los escaparates ha desaparecido la ropa alegre del verano para colocar en su lugar la más formal del otoño... Se acaban las promociones de viajes y comienzan las colecciones de fascículos.

Los niños se vuelven protagonistas con la obligación de comprar libros, material y uniformes para su vuelta al colegio y todo comienza con ese aire de estreno, de nuevo... y es que aunque no nos percatemos, es posible que sean los demás quienes han de decirnos cuando algo es nuevo... Entendemos que nuevo puede ser algo que se usa por primera vez... bien, en este caso, septiembre es nuevo...

Comienzan las lluvias… tormentas de verano, noches de frescor, aire lleno de fragancias de frutas, de aire seco, de humedad, de renovadas sensaciones…

La ciudad ha despertado sin pereza, con prisas, con carreras... el día es nuevo, pero las costumbres no... o tal vez si???


miércoles, 25 de agosto de 2010

Incendio

Es más fácil creer las historias ajenas que crear las propias

Las noticias informaron sobre el incendio… decenas, cientos, tal vez miles de hectáreas arrasadas por el fuego… A Epifanio no le importaba… Dos hidroaviones, tres helicópteros y cientos de efectivos humanos intentaban, no sin mucho esfuerzo, poner freno a aquella tragedia… A Epifanio no le importaba… Un Parque Nacional de cuidada belleza y regido por vegetación de esa denominada “protegida” por su rareza y escasez, así cómo los animalillos que de ellas se nutrían, fue también mordido y devorado en parte por el fuego que parecía no saciarse de todo lo que iba encontrando a su paso… A Epifanio no le importaba

El pequeño huerto de Epifanio fue de los primeros en sucumbir a la voracidad de las llamas y toda su pequeña cosecha, su modo de vida, su futuro, no sólo para ese año, si no para muchos más, se había quemado en apenas unos minutos… El huerto, otrora frondoso y palpitante, se había transformado en una superficie socarrada, donde la las formas de verduras, hortalizas y frutales, habían sido simplemente arrancadas de cuajo y cualquier ligero vestigio que ellas quedasen, quedó cubierto por la ceniza que el propio follaje había dejado… A Epifanio, eso es lo único que de verdad le importaba.

Con lágrimas en los ojos, y aún con el suelo caliente, aún con el olor a humo que llegaba del incendio enloquecido y despiadado, Epifanio se acercó a su casa, cogió los aperos y regresó para remover la tierra, mezclando la ceniza con la tierra, sin esperar el barbecho y comenzó a trabajar…

Una semana más tarde, el tremendo incendio fue declarado oficialmente extinguido… A Epifanio no le importaba… Ese mismo día, en el huerto de Epifanio, germinó la que fue la primera semilla de su nuevo huerto… A Epifanio, eso es lo único que de verdad le importaba.

lunes, 23 de agosto de 2010

Verano

Una medio verdad, siempre será una mentira. Una medio mentira, nunca será una verdad.

El sol se pone en oriente, despidiéndose de una resplandeciente Selene que descarada y casi arrogante, se deja mostrar en su plenitud. Lentamente, sin prisa, el azul celeste comienza a tornase oscuro y el brillo de la luna que a la luz del sol era casi imperceptible, llena de brillos plateados el opuesto horizonte del ocaso…

Un avión cruzó por delante de tan excelsa figura dejando una estela de vapor que se entremezcla con la bruma del anochecer… En la lejanía de la ciudad, el cielo oscuro comienza a teñirse con pespuntes de lejanas luces brillantes…

Tiempo de cosecha… la noche explota en luz… la vida sigue… inexorable.

martes, 17 de agosto de 2010

Caramelos

Ama igual que lo hace el río.

Supongo que la mayoría sabe que la denominación de “caramelo”, se refiere al azúcar que se ha fundido con el calor y que al volver a enfriarse se endurece. Este principio químico que no viene al caso, ha dado lugar a esos dulces que todos conocemos bajo el común nombre de “caramelos” y cuyo principio activo siempre ha sido el azúcar. Luego, se le han ido añadiendo condimentos, sabores, conservantes, y otra serie de sustancias que le han dado la diversidad que todos conocemos… incluso ahora hay caramelos sin azúcar… o lo que viene a ser lo mismo, caramelo sin caramelo (azúcar fundido) y están tan ricos!!!

Me pregunto si eso no nos pasará igual con la felicidad… y es que tal vez a las cosas simples de la vida, les hemos aliñado con tantas esperanzas en las grandes y magnánimas cosas que nos ha de traer la vida que no somos capaces de disfrutar de esas otras, más pequeñas y menudas… y es queremos encontrar ese caramelo tan perfecto y sano que olvidamos el propio caramelo… y así, poco a poco, buscamos realizarnos cómo personas y comenzamos a trabajar, a participar en ONG’s, a configurarnos nuestras propias ideas en función de lo que los demás nos cuentan, a construir una pareja o una familia y a forjarnos dentro de una sociedad que cada vez tiene más “añadidos” y menos “azúcar”… No sé, ciertamente, si el secreto de la felicidad es simplemente levantarse por la mañana, mirar el horizonte y descubrir que el sol sale despacio… disfrutar de ese momento entre otros muchos que la vida nos entrega sin más… tal vez muchos de vosotros pensareis que es un momento estupendo, pero cuantos de nosotros realmente lo hace??? Y por qué no??? Cuantos de nosotros está tomando caramelos sin azúcar buscando el dulzor???

domingo, 15 de agosto de 2010

Viento

Tal vez la vejez es ese momento en que nos gusta más disfrutar de lo hecho que de lo que nos queda por hacer

El viento es algo tan sencillo cómo necesario, que nos refresca, nos incomoda, nos causa cosquillas u origina tragedias… vientos del norte y del sur, del este o el oeste, e incluso vientos con personalidad propia de tal índole que ya poseen nombre propio cómo el Siroco o el Mistral…

Pero todos ellos tienen en común que traen o llevan cosas… cómo en la célebre película de “Lo que el viento se llevó”. El viento se lleva todo lo que deseamos que se lleve??? Nos trae todo lo que deseamos que nos traiga??? Ni aún los aromas más sencillos nos son traídos por él, ni los más pestilentes olores son barridos por él…

Y sin embargo el viento siempre es bienvenido… es necesario…


martes, 10 de agosto de 2010

Caravelle

Si todos tenemos razón, es por que hay mucha o es poco valiosa

Reconozco que no soy excesivamente cuidadoso a la hora de ponerme al volante y doy por sentadas demasiadas cosas. No tardo mucho tiempo en tomar la autovía y es casi un acto tan reflejo que apenas me fijo en otra cosa que no sea ponerme el cinturón de seguridad

Sin embargo, una vez llegada a la autovía, es cuando miré por los espejos y fue ahí cuando en el retrovisor exterior izquierdo, vi la imagen de la “Caravelle” negra que llenaba todo el campo de visión. Por la imagen, parecía que estuviese a no más de 30 cms de mí y reconozco que me asusté al verla ahí.

Intenté separarme un poco echándome lo que el ancho del carril me lo permitía, hacia la derecha, e incluso reduje un poco la marcha para me adelantase cómodamente, pero la “Caravelle” seguía ahí, manteniendo mi mismo ritmo y distancia…

Es una situación que no me gusta mantener, ya que me gusta viajar cómodo y tranquilo, relajado y comenzaba a ponerme tenso y hasta algo asustado por que podría desencadenar un accidente si se mantenía tan cerca de mí.

Reduje y apreté el acelerador, el turbo empezó a funcionar y rápidamente me situé rondando los 160 Kms/h y al mirar, ahí seguía la furgoneta negra, cómo si se tratase de una parte fija de mi propio vehículo. Me asusté mucho, lo reconozco… me vino por unos segundos la imagen de la película “El diablo sobre ruedas” (Duel en inglés, uno de los primeros trabajos de Spielberg, que de paso recomiendo), así volví a acelerar hasta sobrepasar los 190 y la “Caravelle” no cedía un centímetro… Era casi imposible que pudiese llevar mi ritmo, pero cada vez que miraba al espejo, ahí estaba…

Un desvío a una zona de servicio, yo iba demasiado deprisa, la salida era de un carril, así que en apenas unos segundos, reduje de sexta a tercera, pisé el freno, un fuerte volantazo a la derecha y enfilé la salida con un riesgo extremo. El coche derrapó y un rápido movimiento de volante consiguió enderezarlo. De nuevo un pisotón al acelerador y el chirriar de las ruedas evitó la salida total, aunque a los pocos metros, otra vez a tocar el freno, controlar la dirección y salir de allí para poder controlar el vehículo… no más de cien metros y llegué a la explanada llena de gravilla que saltaba en todas direcciones bajo el paso de las ruedas aún aceleradas.

Un frenazo hasta dejar el coche en mitad de la explanada, el corazón que se había desbocado y las piernas que no dejaban de temblarme… El coche se caló y poco a poco fui recobrando la realidad mientras veía a la gente que salía del bar con caras de asombro… Miré de nuevo y ahí seguía la “Caravelle”… miré por el cristal, y no había nada, no había nadie… me bajé del coche y seguía su imagen en el espejo… una simple pegatina que alguien había adherido al cristal…