martes, 16 de agosto de 2011

Impuestos

Todos podemos enseñar. Todos debemos aprender.

Desde hace unos días, la sociedad está un tanto revuelta con la visita del Papa a España. Está claro que hay gente que está a favor y gente que está en contra, pero hace poco he visto un cartel que rezaba “Con mis impuestos, no”. Está claro que estas personas no desean sufragar (y tienen todo el derecho a expresarlo) la visita del Papa, por más que los estamentos oficiales nos digan que el coste de dicha visita se asume por la iglesia.

En cualquier caso, esa frase: “Con mis impuestos, no” creo que en lugar de usarla como queja para un acto concreto, debería ser usada con mucha más frecuencia, al menos desde mi punto de vista, y así, yo me atrevo a decir que “Con mis impuestos, no quiero que se paguen:”

• Construcción de aeropuertos que no tienen aviones o de líneas de ferrocarril sin viajeros
• Subvenciones a la industria del cine y la música que siempre recaen en los mismos productores, directores y artistas (que en la mayoría, no pasan necesidades)
• Subvenciones a sindicatos, organizaciones empresariales y otros entes variopintos que asienten en silencio todo lo que está pasando
• Coches oficiales sin ningún control de uso
• Reformas inútiles de despachos y centros oficiales cuyo coste es desproporcionado para la función a que son destinados
• …y así hasta un largo etcétera

Claro que si fuese más allá, podría pedir que el aborto no se hiciese con mis impuestos (soy hombre, no lo necesito), que no se apoyen otras lenguas distintas a la mía, que la medicina sólo sea para quienes trabajamos y pagamos, y así otro largo etcétera...

Y es que me parece muy bien (y lo digo sinceramente) que la gente proteste de que sus impuestos vayan a cosas que realmente no desean y que, desde mi punto de vista y en muchas ocasiones, tienen un alto coste para el beneficio que aportan a los ciudadanos, que suele ser poco…

Pero sí es cierto que me preocupa, y mucho, que en el fondo de esa frase a la que tantos se pueden apuntar alegremente, haya en realidad, un rechazo hacia quienes profesan una creencia concreta.... ¿Se diría esto mismo de una hipotética visita del Dalai Lama, de algún lider religioso islamisa, judío, ortodoxo, protestante...???

Hoy en día, donde a todos se nos llena la boca de gritar que somos democráticos, es cuando tengo la sensación de que curiosamente somos más intolerantes con todos aquellos que son distintos de nuestra raza, de nuestro sexo, de nuestras ideas (políticas, sociales o religiosas) e incluso de nuestra procedencia geográfica… y es que, por si alguien lo ha olvidado, la historia nos ha enseñado que lo que comienzan siendo críticas a las convicciones ajenas pueden terminan en crueles guerras cuyas consecuencias son, siempre, trágicas… y de las que parece que nunca aprendemos.


sábado, 13 de agosto de 2011

Bondad

Para que una flor pueda ofrecer todo su colorido y belleza, las raíces de la planta han de estar bien enterradas.

Es curioso como la naturaleza tiene, algunas veces, la opción de marcar a algunos animales con características defensivas tanto para ellos como para su posible predador. Así, hay insectos y anfibios cuyo color, algunas veces demasiado llamativo, avisa de que son altamente venenosos, y así ellos están tranquilos y los cazadores seguros… Otros, simplemente son capaces de avisar de su peligro y esos colores son, precisamente, lo que le sirve para avisar a su presa de su peligro, aunque no siempre funcione.

Pero para el resto de los animales, el peligro es algo que está oculto y algunas veces la posible presa se revuelve contra su cazador. O el caso más cercano de los humanos, donde somos capaces de lo mejor y lo peor…

Y es que aunque no nos guste reconocerlo, la mayoría de nosotros tenemos la opción de ser “buenos” o de ser “malos” y como cada uno puede entender la bondad o la maldad de formas distintas, pues cada uno obra en consecuencia de forma distinta… y no, no me vale con que pensemos que nuestros hijos, nuestra pareja, nuestros padres o la mayoría de las personas que conocemos, no pueden ser malvados… ¿por qué no??? Es cómo si pensásemos que una persona que sabe escribir, nunca escribiría algo lúgubre, cruel o morboso… tiene la capacidad de hacerlo y la voluntad o no de hacerlo, depende de cada uno.

Pero la naturaleza tiene sus excepciones y hoy he conocido a una persona cuya cualidad de maldad es nula… Ya había coincidido con él algunos días mientras los canes corretean por el parque, pero hoy ha sido distinto ya que hemos estado hablando de todo un poco… con sus más de 70 años cumplidos, mantiene un optimismo desbordante, una sonrisa llena de paz y palabras amables para las personas, los animales, las plantas y todo aquello que encontraba en su camino… todo cuando decía lo decía con honestidad, sinceridad pero cuidando las palabras para que no hiciesen ningún mal… Hoy, he tenido la oportunidad de poder hablar con una persona de la que desconozco que habrá llorado mucho, pero que estoy convencido que no ha hecho llorar a nadie… una persona que podría ser la representación de la bondad …

Hoy, me llevo una sonrisa y una grata ración de paz… y además, llegaron las lluvias y rompieron la monotonía del estío… lástima por las perseidas, pero ni la luna ni la ciudad me hubiesen dejado verlas…




domingo, 7 de agosto de 2011

Cajas

No importa mirar, si no ver… no importa oír, si no escuchar… no importa vivir, si no sentir…

Supongo que nos resultaría curioso que alguien nos dijese que se ha comprado un televisor, y al preguntarle como es, nos dijese, es negro y mide 1,20 x 75 x 12. También, cuando alguien se compra un teléfono móvil no nos dice “sólo” que es amarillo, tiene teclado, pesa 45 gramos y se puede hablar con la gente… y así podríamos decir ordenadores, casas, coches, etc… y es que realmente, lo que nos importa del televisor es si posee tecnología de tal o cual, si tiene conexión a esto o a aquello, si lleva el 3D y el sensurround en cuadrafónico… y cualquier cosa que no dicen, nos interesa sobre todo, las “tripas”…

Pero cuando hablamos de personas, las cosas cambian un poco y cuando alguien que conocemos nos dice que ha conocido una persona y le preguntamos cómo es, no podemos dejar de hacer una descripción… alta, baja, gorda, delgada, pelo oscuro o claro, largo o corto... si pudiésemos, seguro que le pedimos hasta una foto si pudiésemos… y si acaso le preguntamos cómo es como persona, lo más que vamos a obtener es un “excelente persona” que en realidad, no dice nada salvo que a nuestro conocido, le parece así.

Y es que las personas no tenemos un conglomerado de artilugios electrónicos a los que podamos hacer referencia y por tanto, a cada persona hay que descubrirla y aceptarla poco a poco y aceptar ese conjunto de virtudes y defectos que la configuran. Pero tal vez, sólo tal vez, el ser humano es, por lo general, lo suficientemente orgulloso para minimizar sus defectos y aumentar sus virtudes, o lo suficientemente modesto para engrandecer sus defectos y no ser consciente de sus virtudes, aunque lo que creo es que el ser humano… o tal vez, sólo tal vez, el ser humano es lo suficientemente inconsciente para no darse cuenta de sus defectos y lo suficientemente cretino para pensar que todo lo que tiene son virtudes… aunque luego, diga otra cosa… y así de esta simple manera, sólo sabemos lo que es por fuera… cómo si fuese una caja, nos queda la duda de lo que habrá dentro hasta que no miremos por nosotros mismos.



Y sigue el calor… hay que joderse que verano.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Liberación

La naturaleza del río mantiene las orillas separadas. La tenacidad del hombre le puso puentes.

La mirada es capaz de enfocar sólo a esa persona y poco a poco todo lo demás va quedando detrás, difuso , lejano… Las manos se apresuran con una pasmosa calma a tocar su piel, a sujetarla como temerosas de que se vaya mientras ella se acerca más y más… su olor se entremezcla con su aliento y es entonces cuando los labios se acarician sin prisa pero con pasión en un beso… en ese momento el miedo se desvanece pues las defensas del alma caen y se desarman pues no son necesarias y es ahí cuando el alma encuentra su plena libertad

domingo, 31 de julio de 2011

Anochece

Aunque siembres, nada te garantiza la cosecha… y existe quien la recoge sin sembrar nada

La noche llega con su acostumbrada calma y el día nos despide con su conjunto de anaranjados que tiñen de una extraña belleza repetitiva el momento de la despedida de un día que, algunas veces fue complicado y otras, maravilloso.

La ciudad sigue con su ritmo, casi impasible, y parece que es ajena a ese mágico momento.

Sólo hay que buscar un sitio y sentarse para contemplarlo… tomar la mano de quien tienes al lado y guardar silencio para poder disfrutar del espectáculo en toda su plenitud…

Los recuerdos se difuminan, el dolor se alivia, la soledad se calma y la vida nos abraza…

Un beso, suave y dulce, sabe dar la bienvenida a la noche cuando el día se va…

A quienes se fueron, a quienes se van, a quienes vuelven, a quienes volverán, a los que siempre han estado… no dejéis escapar la magia de la vida, pues muchas veces no hacen falta grandes cosas para ser feliz


miércoles, 27 de julio de 2011

Futuro

Aunque te empeñes en retrasar el reloj, jamás recuperarás el tiempo

El futuro es un conjunto de hojas en blanco que debemos escribir todos los días. El inconveniente, es que no sabemos de cuantas hojas disponemos, y lo triste es que la mayoría de las veces, no escribimos lo que desearíamos.

lunes, 25 de julio de 2011

Cumpleaños

Casi siempre, la heroicidad necesita de testigos.

Anselmo cumple hoy 87 años y desde que él recuerda, es la primera vez que lo celebrará solo, aunque eso no le preocupa en absoluto.

Se ha sentado pronto en el pequeño jardín de la casa, a la sombra de los dos limoneros que en floración inundan de azahar todo lo que allí se asienta, y mientras el sol se filtra entre las hojas tupidas ya, el frescor que desprende el césped refresca la mañana y el estío parece hacer un alto en su rigor para que Anselmo pueda descansar

Se sentó a leer un libro cuyas letras nada le decía, mientras saboreaba su café cuyo sabor se disfrazaba bajo un buen chorro de coñac. En la otra mano, un humeante cigarrillo volvía a acompañar sus silencios a pesar de que ese hábito ya lo había dejado tiempo atrás.

Entre las letras del libro de Daniel Defoe que siempre se le había antojado como un cierto paralelismo en su vida, los recuerdos comenzaron a aflorar y la eterna pregunta que se había hecho durante años, le llegó de nuevo a cabeza… ¿soy feliz???

Anselmo trabajó duro toda su vida cuidando su huerto y vendiendo lo que en él se producía. Había conseguido con eso mantener a su familia, construir su casa y vivir con cierta holgura. A pesar de eso las cosas no siempre habían sido fáciles y la vida, como la de la mayoría, había pasado entre pocas grandezas y muchas miserias…

El miedo había estado siempre presente en su vida… y de forma directa o indirecta, había tenido que pelear con él… miedo cuando cerró la fábrica recién casado y tuvo que ponerse a trabajar en la huerta, miedo cuando tres años de sequia habían conseguido que su familia pasase hambre por que el negocio no daba para más… pero sobre todo, miedo cuando su mujer enfermó hace años y fue consumiéndose hasta morir a los pocos meses… miedo cuando su hijo y su nieto fallecieron en un accidente hace ya mucho tiempo… miedo incluso cuando su perro “Sultán” se arrastraba lentamente hasta él cuando llegaba a casa y se mostraba cariñoso y zalamero hasta que también, hace tres meses, falleció de puro viejo siendo tan fiel como siempre lo fue.

Así que hoy Anselmo cambió el tiempo de la pregunta y a su cabeza vino el pasado… ¿He sido feliz??? No lo sabía… Toda la vida trabajando, esforzándose por su familia, por su trabajo, por su negocio… toda la vida angustiado por el dinero, por el bienestar de su hijo cuando él estaba vivo, por su mujer, delicada de salud pese a la fortaleza de carácter y cuerpo… por sus padres, por su hermana… No, Anselmo supo que no había sido feliz…

Ahora, los médicos le habían dicho que debía cuidarse… debía hacer ejercicio, debía hacer dieta sin grasa, sin sal, sin alcohol, sin tabaco… si, Anselmo también había tenido miedo por su propia salud, por su muerte…

Pero no hace mucho, se dio cuenta de que el miedo había sido su gran compañero de vida y que ese miedo había conseguido manipularle, mirando siempre un futuro incierto en lugar de un presente cierto. Así que a medida que todos aquellos que él quería se fueron yendo, él dejó de tener miedo por ellos y en esa soledad, llegó a tener sólo miedo por su vida, pero para qué vivir??? Así que optó por disfrutar de lo que le quedase con esos pequeños placeres a los que había tenido que renunciar…

Hoy, cuando Anselmo cumple 87 años, se hace de nuevo la pregunta de si él es feliz y sonriendo al sol entre los pequeños huecos que la floresta de los limoneros le permiten, sonríe y sabe que una vez que ya no tiene miedo, ahora es feliz, justo cuando su vida se acerca al final… Le hubiese gustado perder el miedo hace ya muchos años, pero tal vez no hubiese podido querer de igual forma.



Echo de menos la lluvia