
El “gambito” es una estrategia de ajedrez, consistente en sacrificar una pieza para intentar conseguir una mejor posición en el juego. En la vida real, también solemos hacerlo ya que en el fondo, aunque nos cueste reconocerlo, el fin suele justificar los medios (eso lo dijo Maquiavelo, pero ahora lo hago mío)
La vida es algo tan sumamente curioso que no deja de sorprenderme a cada instante… desde las propias representaciones de la naturaleza, espontáneas y gratuitas y no por ello carentes de belleza, magia y fascinación, cómo la conducta mía y de muchos de mis semejantes… cambiamos, evolucionamos, crecemos, nos responsabilizamos, pero cada vez, tal vez por ese crecimiento, creo que nos entendemos menos.
Es posible que cada cual acepte sus propias ideas cómo las correctas y se cierre en ellas procurando afianzarlas… craso error, pues una idea propia no debe ser afianzada, si no expuesta, complementada, reforzada y dado el caso, corregida… Recuerdo aquella breve historia de dos hombres, cada uno con su idea… un día se la contaron mutuamente y desde entonces hubo dos hombres, cada uno con dos ideas…
Hoy, nadie apuesta si no es a ganar seguro, aunque para ello haya de destrozar al contrario… hemos dejado de competir por el placer de hacerlo, si no que lo hacemos por el afán de la victoria… Cierto que en muchos aspectos de la vida (si no en todos) se busca esa meta final, ese vasto horizonte, pero imagino que será difícil abarcarlo todo… y es entonces cuando fijamos nuestra vida cómo un destino y despreciamos el camino con todo lo que este nos aporta.
No quiero descubrir nada ya, si no saborear lo que tengo… quiero hacer un pequeño alto en mi camino, disfrutar del viento que ahora llega suave, de Selene que me sonríe en el brillante crepúsculo de la noche, de los silencios que de improviso se forjan en la ciudad, de la mirada y la sonrisa de aquellos que quiero y que me quieren, de sentirme persona más que animal y dejar a un lado todo aquello que ya me ha sobrepasado… Hoy me viene a la memoria la frase de Ovidio: "Barbarus hic ego sum, quia non intellegor ulli" (Aquí soy un extranjero, pues nadie me entiende) y hoy, la asumo cómo propia.
Mientras aquellos que se supone me han de representar en la sociedad, y no sólo me refiero a los políticos conocidos, si no a todos cuyos brazos se extienden incluso en el más proclive de los anonimatos, se esfuerzan con inusual tesón en hacer cambiar de idea al contrario, la sociedad camina sin rumbo fijo, casi perdida, siguiendo bien a ciegas, bien de mala gana, a diversos estandartes que en la mayoría de las ocasiones, ajenos a sus seguidores, se han fijado cómo meta, el horizonte… y yo soy consciente de que también puedo ser esa pieza de ajedrez que tiene opciones de ser sacrificada para que mi estandarte avance un paso más allá… “gambito de reina” para salvar al rey…
Y que conste que me lo acaban de recordar... “deja de decir tonterías”, pero sigo siendo cabezón.