jueves, 18 de febrero de 2016

Sirenas

Cuando encontramos respuestas que no nos gustan, tal vez no estamos haciendo las preguntas correctas.

En apenas unos pocos años, el mundo ha cambiado tanto que me siento terriblemente extranjero, no en mi pueblo o en mi ciudad o incluso en mi pais... me siento extranjero en mi plantea... en mi vida... con mi gente... con mis propias ideas, las cuales, como yo, han quedado antiguas y obsoletas, devoradas por la evolución tecnológica, pero sobre todo por la evolución social que se adueñado de una buena parte de nuestra forma de pensar y que terminará haciendo claudicar a aquellos que hoy en día creen que tienen escapatoria...

Seguramente esté equivocado, pero si así es, he de acogerme a mi derecho de ser humano que intenta, aunque no siempre lo consigue, ser reflexivo y objetivo... difícil encomienda cuando cada día me siento más rodeado de ideas, productos y personas que desconozco, aunque en el pasado fueran parte importante de mi vida...

Creo que hoy que tenemos tantas opciones para comunicarnos los unos con los otros... tantas oportunidades para intercambiar ideas, proyectos, trabajos... tantas ocasiones para conocer lugares y personas... pero creo que también es el momento cuando más nos encerramos en nosotros mismos, intentando protegernos del enemigo exterior a quien desconocemos y tememos, aunque sólo sea por simple prudencia.

Haciendo un pequeño y breve recorrido por mi memoria creo que en el fondo de la historia de la humanidad, la sociedad ha necesitado de unos cuantos líderes que nos mostrasen lo que para ellos era el camino correcto... y en muchas ocasiones, aquel que no creía que el camino fuese el correcto, directamente dejaba de caminar (y de moverse... no sé si queda claro). Sea por el convencimiento de que las cosas mejorarían en el futuro, sea por el miedo a que podrían empeorar de inmediato, las sociedades se han ido formando bajo las luces y las sombras de creencias, tradiciones, y sobre todo líderes ya sean estos políticos, religiosos, filosóficos e incluso, para qué negarlo, deportivos o artísticos...

Hoy en día, sin embargo, el gran poder mediático está dirigiendo nuestros pasos y obediencia a esa extraña libertad que nos brinda la comunicación... Las redes sociales se están erigiendo en los grandes gurús de la juventud, donde en nombre de la libertad de expresión, parece que todo tiene cabida y de repente, frases de personajes más o menos célebres, sacadas o no de contexto, se convierten en reglas y normas de conducta para muchos... y así, a todos se nos incita a luchar por nuestros ideales, mientras se nos critica al tiempo sobre injusticias que a juicio del emisor, han de ser erradicadas... "Lucha por tus sueños"... "No cedas tu libertad"... "No te dejes engañar por el flautista de Hamelín"... Lo malo de toda esa retahíla de frases es que muchas de ellas son incluso contradictorias, pero son tan breves y tan concisas que es fácil que muchas veces las tomemos como una excelente filosofía de vida... "Divide y vencerás" o "La unión hace la fuerza"... que cada cual tome lo que crea....

De esta forma, mientras que todos pregonan la grandeza de la sociedad, también todos promulgan la necesidad de ser libre e independiente y de esta forma tan sencilla, cualquiera puede ser un gurú de lo que quiera ser siempre que pueda encontrar seguidores y que terminen asumiendo esas frases, palabras o ideas como suyas, de tan identificados que se sientan... que nos sentamos... partes de ello... incluso, tal vez yo ahora, de forma inconsciente, esté haciendo lo mismo: intentando convencerte a ti, desconocido, que yo tengo razón, que mis ideas son las mejores, y que esta pequeña reflexión goza tanta verdad (mi verdad) que es imposible rebatirla... quien sabe.

El cuarto poder que se extendió desde el siglo XIX cada vez con más fuerza, supongo que nunca imaginó que sería eclipsado por otro poder aún más popular, extenso, rápido y fuerte... las redes sociales no dejan de ser eso... unas redes en las que las palabras nos pueden atrapar como si de cantos de sirena se tratase...

Y así, en esta amalgama de comunicación, de información, de contacto entre personas, tengo la sensación de que cada vez luchamos más por mantener nuestro pequeño espacio de libertad, de privacidad y por lo tanto dedicamos menos tiempo a la sociedad a la que pertenecemos y de la que nos es imposible escapar...

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