viernes, 19 de febrero de 2016

Odio

No nos hace mayores el paso del tiempo, si no perder el interés por las cosas...

Hay quien asegura que el sentimiento más fuerte que existe es el amor... y es posible que así sea. Al fin y al cabo es algo a lo que la mayoría anhelamos y deseamos poseer con intensidad y sobre todo siendo correspondido.

Es entonces cuando el mundo que tenemos bajo nuestros pies cambia de forma radical y el universo entero se concentra en esa persona cuyo magnetismo nos devora al tiempo que nos engrandece y ese extraño sentimiento toma tal protagonismo que todos los demás parecen nimios e insignificantes, e incluso la muerte es algo que carece de valor y no nos importaría morir de amor, morir por nuestro amor... que bella idea romántica...

Sin embargo, la realidad se empeña, como en tantas ocasiones, de cambiar nuestras expectativas y ese amor infinito termina cayendo en la rutina y termina marchitándose como la fruta que no es recogida a su tiempo del árbol...  O peor aún, cuando nos empeñamos inútilmente en un amor que agoniza por una parte, sea resucitado a base de absurdos gestos, cuando no violentos... No, el amor, salvo más que honrosas excepciones, tiene una fecha de caducidad que si bien en muchas ocasiones deja un poso y rescoldos de un cariño con el que muchos se conforman para vivir en pareja...

Pero cuando nuestras aspiraciones son mayores, entonces esa escasa brasa de un fuego que agoniza, ya no es suficiente y pueden surgir problemas, reproches, violencia, indiferencia... y de alguna extraña manera, en muchas ocasiones crece un extraño deseo de fracaso en el que terminamos culpando al "otro" por no haber hecho, o por hacer, aquello que pensamos que no debería haber sido...

Así, se podría decir que el dicho "del amor al odio hay un paso", se vuelve realidad en muchas, tal vez demasiadas ocasiones... y entonces el amor pierde toda su fortaleza y simplemente cae derrotado por este otro sentimiento que aunque no nos guste, es mucho más fuerte que el amor: El odio

El odio, acompañado en la mayoría de las veces por la venganza, se cuela en nuestra alma y al contrario que le ocurre al amor, que cualquier pequeño incidente le hace tambalear, el odio crece y se hace más fuerte con cualquier pequeño detalle. Si alguien nos dice que ha visto a nuestra pareja hablando con alguien, queremos no darle importancia, pero nos crece un requemor interior que hace que nuestro amor baje un poquito... Si alguien nos dice que ha visto a la que fue nuestra pareja hablando con alguien, entonces recordamos cuando nosotros necesitábamos ese tiempo y no nos fue concedido y el odio crece y crece... y con él el deseo de venganza...

Y si es cierto que se odia a las personas que hemos llegado a amar, no es menos cierto que también se odia (y con mucha fuerza) a otros aquellos a los que nos enseñado a odiar... a quienes piensan distinto, a quienes no son de aquí, o a quienes por circunstancias de la vida han triunfado y han atravesado una línea de riqueza que nunca podremos cruzar la mayoría... y esas personas tienen algún problema, en el fondo de nuestro corazón nos alegramos ya que nuestro odio y nuestra envídia necesitan ser alimentados... Dicen que no hay nada que una más a dos personas que el odio hacia una tercera...

Me entristece pensar en quienes habiendo amado, han optado por olvidar sus vivencias, han arrinconado en un rincón oscuro y profundo de su memoria esos sentimientos que otrora fueron prácticamente toda una existencia... Sí, el amor termina, como termina la vida, pero si no renunciamos a vivir, por que hemos de renunciar a amar???

Como casi siempre, una moneda con dos caras opuestas... amor y odio... dificilmente encontraremos a alguien que no haya sentido en su alma el toque de ambas caras...

No hay comentarios: