martes, 3 de mayo de 2011

Soledad

Ha sido necesaria toda la energía del Universo, para la creación de un grano de arena

Soledad era su nombre y su destino. Una mujer nacida y criada en uno de esos pueblos del interior de España que a duras penas aparece en algún mapa. Soledad nació en aquella época en que las noticias llegaban a su pueblo totalmente caducadas y tal vez por ello, o por que la necesidad era imperiosa, desde bien niña ya se acostumbró a un duro trabajo.

Fue en mayo de 1936, siendo demasiado joven con los planteamientos de hoy, cuando se casó con Jacinto, y pocos meses después, Jacinto murió por una bala de un fusil que empuñaba alguien que tal vez le conociese. Soledad nunca entendió muy bien en que bando estaba Jacinto ni mucho menos el porqué de aquella guerra que a ella sólo le reportó, como a la mayoría de los españoles, más miseria si cabía.

En 1937 Soledad tuvo a su único hijo que falleció de tuberculosis tres años más tarde. Soledad entonces comenzó a hacer honor a su nombre. Soledad tuvo que trabajar muy duro en el campo para poder salir adelante. Nunca supo lo que eran las ayudas ni conoció los planes de desarrollo, ni tan siquiera se preocupó de saber dónde caía el mar. Ella sólo tuvo esa oportunidad que confiere la vida para trabajar y compartir con los vecinos los pequeños devaneos de un pueblo que agonizaba día a día. El pequeño huerto y los animales que mantenía en el corral eran todo cuando poseía y todo cuanto necesitaba para poder vivir con esa dignidad que raya en la pobreza

No hace mucho, Soledad visitó la capital… a sus 93 años, salía de su pueblo dejando la casa donde nació y vivió, cerrada para no volver jamás… aunque eso ella no lo sabía. El alzhéimer había revuelto de tal manera sus recuerdos que estos se habían entremezclado con su propio presente y el sentido de la palabra de su nombre recibía la más cruda de las acepciones. Al fin, sin ayuda ni compañía, Soledad quedo recluida en un pequeño cuarto con una ventana que daba un jardín, Soledad no lograba comprender que hacía allí, y se preocupaba por su ganado que había cuidado con todo el esmero y sacrificio durante toda su vida. Pero pronto los recuerdos desaparecían y su presente se descolgaba desde una mirada perdida al vacío, como intentando desentrañar que es lo que había más allá del muro del jardín, y en silencio, sin inmutarse apenas, tragar la papilla que una auxiliar le colocaba en la boca…

Soledad siempre estuvo sola… y ahora, más que nunca aunque posiblemente, ella no lo sepa.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Ummm Buho que triste..

no sé me niego a pensar que toda una vida..y se esté sola tanto tiempo..

no sé ..

aunque quizás yo sea una optimista sin remedio.

Besos

ojo vidrioso dijo...

No sé si Soledad es alguien cercano a quien escribe.

No quise dejar de decir que el texto me pareció excelente.
Transmite mucho.

Saludos