miércoles, 2 de junio de 2010

Ilusión

Nuestros derechos, son un reflejo en un espejo de nuestras obligaciones

No hacía aún una semana que Luciano había recibido la carta que le arrebató el sueño y por fin llegó el gran día. Los últimos meses, desde que perdió el trabajo, no habían sido en absoluto fáciles… toda la vida de una persona se puede condensar en pocas pertenencias y estas, carecen de valor para la mayoría… Luciano perdió a su mujer debido a las continuas desavenencias que se multiplicaron en cuanto sus ingresos disminuyeron drásticamente. Todos sus amigos se fueron alejando, temerosos, tal vez de contagiarse de ese endémico mal de la falta de trabajo, o tal vez para evitar la tentación de socorrer a un amigo… sus hijos, ajenos al drama, sólo se dieron cuenta de que su vida había empeorado y veían a su padre como un ser despreciable…

Luciano, en apenas 8 meses, había pasado de ser un emprendedor bien considerado e introducido en mundos influyente, a un ser marginado en una sociedad que no contempla un tropiezo en su vida…

Pero ahora, por fin había recibido una carta para presentarse a un trabajo y con él, la esperanza de recuperar parte de su pasado, de lo que había sido su vida.

Dejó preparado la noche anterior su mejor traje, tomó una camisa que ya había planchado con esmero y escogió una corbata elegante pero no llamativa. Se había afeitado con calma tras la ducha y con tiempo más que suficiente, se había lanzado a la calle por que no podía esperar en casa y se acercó hacia “Casa Méndez”, un bar donde antaño solía desayunar y hoy era un día de esos de celebrar, así que junto al café con leche, se tomó cuatro churros con azúcar…

El día se presentaba claro, un poco encapotado, pero una agradable temperatura. Tomó el autobús y llegó a la dirección indicada… sabía perfectamente donde estaba pues ya había hecho el recorrido varias veces “Es lo que tiene no tener nada que hacer” se decía para sí.

Con más nervios que decisión, se acercó a la recepción y mostrando la carta, confirmó a la persona que allí estaba que tenía una cita… su sonrisa no podía ocultar la satisfacción de sentirse feliz, cómo quien sabía que la mala racha había terminado justo en ese momento.

Aún recuerda cómo pasó todo tan rápido… un documento sellado por la empresa, una inmensa sonrisa y un “Lo siento, el puesto ya está ocupado. Presente esto en su oficina de desempleo”… y vuelta a empezar…



Breico, breico... are you there???

3 comentarios:

Coronita de reina dijo...

En el fondo, el relato es un tema que nos salpica a cualquiera de una u otra forma. Pero...siempre hay que encontrar la manera y el modo de entalcarse una vez mas y, salir de "nosotros" en pos de la solución... Lo malo es que la como decía Jardiel Poncela: "La vida es tan amarga que abre las ganas de comer.." y claro, solo nos queda "hurtar" que al fin y al cabo no es delito.

La lechuza verde dijo...

Tú y yo conocemos lo que es eso, ¿verdad búho?. habrá que intentar que no se repita
Un beso

Por escrito o verbalmente dijo...

Las políticas de empleo... dejan tanto que desear. Primero porque eres joven y no tienes experiencia, luego la consigues, pero tienes muchos años...
A mí si alguien me aprecia que lo haga tanto si figuro en las listas del INEM o conduciendo un Ferrari... jajajaja, y si no mejor nadaaa, ya que valoran mi estatus no mi persona, con lo cual paso olímpicamente.

En el intento diario e insistencia, en algún momento surgirá la recompensa, en este caso un trabajo...

¡Un abrazo fuerte!