Es inútil hacer un puente que no alcance la orilla.
Los imponentes murallones de roca granítica retienen las frías aguas que el sol de la primavera arranca de las cumbres nevadas… Por pequeñas rendijas se escapa juguetona deseosa de conocer mundo.
En su caminar, el agua recorre valles, rodea montañas y siempre acaricia aldeas, pueblos y ciudades, donde recoge historias que almas solitarias arrojan entre lágrimas en el agua y que son arrastradas con paciencia hasta el mar, donde el tiempo las convierte en leyendas…
Tal vez por eso el mar tiene esa magia especial que sólo entienden quienes saben escucharlas.
2 comentarios:
Esta me encantó....
que bien sentirse agua de vez en cuando...y llenarse de vida y de historias...y abandonar las armaduras... o la nieve.. o el frio... aunque sea invierno..
Besos
Bellísimo texto. A partir de ahora aprenderé a escuchar en el canto del agua tantas historias...
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