lunes, 19 de enero de 2009

Aprendizaje

Hace pocos días, estaba en la sala de espera de un médico y no muy lejos de donde yo me encontraba, estaba la sala de pediatría. Quien tenga niños, sabrá que estos pasan sus periódicas revisiones como si de la ITV del coche se tratase, poniéndolos un sello en una carpeta, sin que sea necesario colocarlos una etiqueta de colores en las ventanillas, pues como es sabido, los niños no tienen ventanillas (salvo las de la nariz y similares, pero aún así, estas son sin cristal)

No pude dejar de fijar mi atención en un pequeño grupo de niños, de no más de dos años de edad. Eran, no más de seis, y a simple vista, de un conjunto de razas bien diferenciados... tal vez cinco continentes representados en aquella sala... Aquél grupo de niños, apenas sin articular palabras y con la sola herramienta de sus manos y su imaginación, estuvieron jugando y disfrutando del juego, todo aquel tiempo de interminable espera, y reconozco que, de alguna forma, fue una distracción curiosa para quienes allí estábamos...

Ellos, ajenos a toda la seriedad que la visita al médico conlleva, correteaban unos tras otros, se abrazaban, se empujaban, se daban besos, se imitaban, y sobre todo, reían... Imaginaba que tal vez sea hoy en día, más complicado el tener amigos para esos pequeños individuos...

Pero lo que más me llamaba la atención, era la simpleza de sus acciones... no les importaba el idioma, pues no hablaban; no importaba la raza, pues no apreciaban diferencias; no importaba el creo, pues no lo tenían; no importaba la fortuna, pues no la necesitaban; no importaba el tiempo, pues ellos lo detuvieron...

Sí, realmente simple...

Afortunadamente, estos niños serán educados, y hablarán una lengua diferente en sus casas, para que no puedan seguir comunicándose entre si; aprenderán que las razas son distintas y que la suya es mejor o al menos, motivo de orgullo; llegarán a entender que sus ideologías, sean del tipo que sea, son las correctas y llegarán a entender que todo aquel que piense de otra manera, es un enemigo; serán conscientes de que el dinero se ha convertido en algo vital aunque no nos aliviará del dolor del alma y en la mayoría de los casos nos creará más complicaciones, pero nos dará el poder necesario para que la gente nos valore por lo que tenemos y no por lo que hayamos podido conseguir; y, finalmente, serán conscientes de que el tiempo es algo limitado y que cuando tengan hijos, deberán criarlos y educarlos con tanto esmero que seguramente, ellos, sus hijos, no tengan oportunidad de jugar con otros niños...

Sí… menos mal que el ser humano puede aprender...

6 comentarios:

PIZARR dijo...

Cuanta razón tienes Buho, precisamente el otro día hablaba de eso con mi hija, ella me preguntaba en que momento los niños dejan de ser iguales y pasan a evidenciar todas esas diferencias.

Decía que solo los padres tienen que ser culpables de esos estallidos posteriores de racismo, porque ella se ve a si misma, tan igual al resto de razas y colores, tal y como aprendió en casa, que solo le cabe pensar que es en la propia familia en donde se tuercen todos esos valores que los niños llevan incorporados como de fábrica.

Y no le falta razón, así lo veo yo también.

Claro que luego se complica el panorama, cuando abrimos el circulo familiar, hacia la sociedad en general y aparecen las grandes diferencias, los poderes, los intereses, en fin...

Mejor sigamos mirando a esos niños que inocentemente juegan en la consulta dle pediatra.

Un beso Buho

Luna Azul dijo...

Convivir con la gente de otra raza, de otra religión, de otro país, enriquece y te hace ver que las diferencias no son insalvables, por mucho que se empeñen los que nos manejan, sólo hace falta querer.
Un abrazo.

la danza de la vida dijo...

¿quien educa a quien, no?
que pena que no nos demos cuenta que una raza, una lengua, unas creencias no nos hacen mejores, más sabios, ni con más derechos..ojalá algún día aprendamos a convivir, como juegan esos niños en una sala de espera, al fin y al cabo mirandolo desde una ventana un poco fría en eso estamos en una sala de espera (muy entretenida) donde al final todos crucaremos la misma puerta...
Besos

semifusa dijo...

Debieran ser los niños quienes, en muchos aspectos, educaran a los mayores...
De todos modos yo todavía conservo la esperanza de que las nuevas generaciones nos van a dar cien mil vueltas en cuanto a tolerancia y generosidad se refiere...
Crucemos los dedos porque así sea. Y eduquemos, eduquemos, y dejémonos educar.
:)
¡Un beso, Búho!

ROSA dijo...

Dice un proverbio africano que para educar a un niño hace falta toda una tribu.
Tod@s somos responsables.
Gracias por notarlo.

belona dijo...

Está claro que con la nota tuya de humor nos has contado el futuro.
¡Cuánta solidaridad, entendimiento... falso hay en el mundo!