martes, 26 de agosto de 2008

Erizo


No hace tanto tiempo que un pequeño erizo caminaba por el bosque de forma tranquila y segura, mientras que un hambriento zorro lo observaba pensado que podría tratarse de un buen bocado. Cuando lo creyó oportuno saltó sobre el erizo y este, en un acto reflejo, se contorsionó convirtiéndose en una espinosa bola. El zorro intentó mover aquella molesta bola por donde poder hincar el diente. Al final, dándose por vencido, el zorro se alejó con hambre y algo de frustración y el erizo, al poco y viendo que el peligro había pasado, continuó su camino.

Esta historia simple y que de alguna manera todos hemos oído en una u otra versión, a la mayoría de nosotros no nos aportará nada. Sin embargo, al erizo le ha salvado la vida.

Aunque nosotros no demos importancia a tantas cosas que nos rodean, no quiere decir que no la tengan.

3 comentarios:

Candelas Sanchez Hormigos dijo...

Tal vez hemos perdido la capacidad de entender lo pequeño, lo que no se ve a simple vista.

Tal vez estamos cegados por tanto neón, tal vez no interesa mirar.

Besos

Isabel dijo...

Me encanta volver por aquí y descubrir que sigues siendo observador y reflexivo.
Un abrazo,Pablo.:-)

belona dijo...

También es cierto que muchas veces, por miedo, nos hemos hecho una bola, como el erizo y por ello no hemos salvado nuestra situación sentimental.
Hoy veo un amanecer y es importante, porque tengo la suerte de poderlo ver. Hoy sonrio a una persona que no conozco y es importante porque me siento bien.
Pero cuando vemos dos veces seguidas ese amanecer y sonreímos las mismas.... no llegamos a ver el amanecer ni a sonreímos a nadie.