miércoles, 16 de abril de 2008

Ayesha


Ayesha tenía 9 años cuando viajó a la ciudad de Pekambaru por primera vez de la mano de su padre.

Ella, como toda su familia, siempre había vivido en su pequeña aldea, ayudando en lo que buenamente podía a su familia, sobre todo, cuidando de sus hermanos pequeños.

Ayesha era una niña despierta y como todos los niños, curiosa por naturaleza, así cuando su padre le dijo que irían a la ciudad, no dejó de intentar averiguar que era “la ciudad” y naturalmente, dejó volar su imaginación de todo aquello que de forma tosca y escasa y siempre sin ningún interés, le habían contado

Cuando llegaron a la ciudad, Ayesha caminó durante un largo rato y los arrabales fueron transformándose en edificios más señoriales, y las calles, más pobladas, con más luces y tiendas… Ayesha estaba encantada y no conseguía digerir todo aquello que la maravilla y la sorprendía…

Llegaron a un lujoso hotel y su padre preguntó al portero… tomó a Ayesha de la mano y se dirigió, por un callejón adyacente, hacia una puerta. Cruzó el umbral y esperó en una sala entre tenues luces y un olor intenso que difícilmente se podría precisar…

No habían pasado cinco minutos cuando se presentó alguien y les hizo un ademán para seguirle. Recorrieron pasillos, y salas y sin tardanza, llegaron a una especie de gran sala, con muebles apilados y algo destartalada… allí había hombre que si no era viejo, sí bastante mayor, pero que a vista de un occidental, podría decirse que era un caballero… Este, les miraba intrigado… El guía entonces se dirigió al hombre y el dijo algo en inglés que Ayesha no entendió. El guía, dirigiéndose al padre, le dijo que quería saber si la niña era virgen. El padre aseguró y afirmó con una inmensa sonrisa y una reverencia…

El hombre, le entregó un sobre de dinero y el padre le dijo a Ayesha: “Ve con este señor y haz todo lo que te pida y si no entiendes algo, déjale hacer a él. Ahora, este será tu nuevo trabajo”

6 comentarios:

Anónimo dijo...
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Unknown dijo...

Es terrible, y terrible que existiendo tanta riqueza en unas zonas del planeta otras tengan tanta miseria que llegue un padre a hacer estas cosas.

Siento que somos, aquí en Occidente, sumamente privilegiados y no nos damos cuenta la mayoría del tiempo.

Saludos.

la danza de la vida dijo...

que pena que esa sea otra parte de nuestro dia a dia, que pena que eso no sea algo que solo pasaba en el pasado...que pena que aún habiendo los avances que hay siga habiendo mentes tan cruelmente enfermas....

PIZARR dijo...

Por desgracia deben de abundar todavía este tipo de comportamientos en muchos lugares del mundo.

Cuantísimas cosas tenemos los humanos que corregir. A veces parecemos cualquier cosa menos humanos.

Un beso buho

Isabel dijo...

Por desgracia,todo se compra y se vende...
La infancia, desprotegida y desvalida, en manos mercantilistas es terrible,más aún cuando la propia mentalidad de algunos pueblos llegan a ver normal algo así.Siento mucho más que sea siempre la mujer la que se lleve la peor parte.Muy triste y lamentable,Pablo;buena historia.

celebrador dijo...

Ese padre se preocupaba mucho por su hija, otros las venden directamente por una lavadora y no las vuelven a ver

En según que sociedades es un comportamiento "normal"