martes, 18 de septiembre de 2007

Monte Cassino

Cuando tenía 10 ó 12 años, me gustaban, además de Mortadelo y Filemón (a los que soy seguidor acérrimo, junto con otros famosos del comic), aquellas novelas de aventuras que Verne o Salgari (entre otros muchos que no citaré) nos ofrecían descubriéndonos mágicos y maravillosos mundos llenos de exotismo, misterio y fantasía.

Cierto día, curioseando por aquellos títulos que me abrieron las puertas a la imaginación y que creo que hoy, aún no se han cerrado (a pesar de que esté perdida por falta de un buen GPS), he recordado a otro escritor que me descubrió un mundo mucho más atroz, más cruel pero mucho más real. Sven Hassel.

La información de este hombre está en internet, así que no diré nada sobre él, pero recuerdo algunos de sus libros, de la editorial Reno y que todavía pululan en casa… “Los vi morir”, “los panzers de la muerte”, “batallón de castigo” y otros tantos (no leí todos los que escribió, pero sí cerca de la decena) que despertaron, saliendo de la niñez, la imagen de la guerra, la muerte, la destrucción y esa locura innata en los hombres por destruir aquello que no comparten, y que jamás entenderé, pero que sigue siendo protagonista indiscutible de todos los tiempos de la humanidad.

No recuerdo, es de entender, el contenido de aquellos textos, pero sí su esencia y un texto claro y contundente en la novela “Monte Cassino”, donde un grupo de alemanes (el escritor luchó en ese bando) esperaban a los soldados americanos que desembarcaban en las playas italianas para conquistar aquel emplazamiento… No sé por qué aquella frase se me quedó grabada a fuego… hablaba de la tensa espera que sufrían hasta que llegase el enemigo, al cual debían matar si no querían morir, y una canción se extendía entre susurros… “ven dulce muerte, ven…”

Aquél cántico del que sólo sé esa parte, se ha colado en mi recuerdo y a pesar de que jamás lo he escuchado de viva voz, soy capaz de imaginar su soniquete monótono y cruel en esa espera final donde, pase lo que pase, alguien quedará tendido allí para siempre en pos de no se sabe muy bien qué esfuerzo…

Hoy en día, de vez en cuando, sin aviso previo, sin permiso alguno, aún me llega el eco de aquella cantinela a la que mi imaginación preadolescente le compuso su triste ritmo y me llena la cabeza con su repiqueteo de tragedia… o tal vez una sencilla invitación…

“ven dulce muerte, ven…”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada instante de la vida es un paso hacia la muerte.

Isabel dijo...

Vive como si nunca fueras el convidado de la muerte...
Recordar,proviene de re-cordare,es decir,volver a vivir...
Recuerda sí,pero quédate con la invitación a la vida siempre...
Deja que pase de largo la melancolía y la tristeza,amigo...
Un gran abrazo en color...:-)

Perovsquita dijo...

Ven triste muerte, ven....
pero pasa de largo y pierdete en tu camino.

Disfruta de la vida y cada momento!

Saludos!

Anónimo dijo...

jo, parece que estais jugando a la Ouija. Cuando leí el título del post, pensé que ibamos a jugar a la Ruleta, o al Poker o a los dados

muack