lunes, 16 de abril de 2007

cuchillos


La quería... habíamos convivido algún tiempo juntos y no puedo decir que no me importase... pero desde el principio sabía que esto tendría que ocurrir... era su destino y de alguna manera, también era el mío.

Pensé que necesitaría un par de días para preparar todo el material necesario para acabar con su vida... Nunca había matado antes, pero lo había visto hacer tantas veces en la televisión, y lo habíamos comentado en tantísimas ocasiones, que parecía que ya no tenía ningún secreto... Extendí ante mí todos los cuchillos que pude encontrar en la cocina y cogí los de hoja más grande y fuerte. No sé por qué me entretuve durante un buen rato en limpiarlos. No tenía ni idea cual de ellos sería más efectivo para segar su vida, pero desde el primer momento, pensé en el de mayor tamaño. Supongo que por instinto y lógica.

Había comprado una piedra de esmeril y me dediqué a afilar los cuchillos... No pude dormir… durante toda la noche estuve afilando y limpiando, mientras que en un rincón de mi cabeza se esforzaba una y otra vez por nacer, una idea para convencerme de que no debería matarla... pero siempre el mismo argumento: Ella era una cerda...

Pero aún así, algo en mi interior me decía que seguro que habría otra forma...

Antes de que el sol saliese, yo ya estaba en pie... me vestí con calma e intenté mantener la esa tranquilidad y la serenidad de cara al exterior aunque por dentro la sensación de angustia me llenaba casi hasta hacerme vomitar...

Cogí los cuchillos y los envolví en un paño para evitar accidentes, aunque en el fondo pensé que lo hacía para evitar que su hoja, tan cuidadosamente trabajada en la noche, pudiese mellarse y que el golpe no fuese tan certero como debía...

Salí a la calle y aparentemente todo era normal. La poca gente con la que me crucé, me saludó como habitualmente hacía y sus sonrisas denotaban que todo estaba tranquilo… En realidad, nada había pasado aún…

De camino, pensé que no hacía tanto que nos conocíamos... apenas un par de años, y tampoco habíamos tenido grandes problemas ni habíamos hecho nada espectacular... Nuestra relación podría haber pasado inadvertida aun en nuestro pequeño pueblo... pero sí, ella era cerda y tenía que morir... y con ese pensamiento, apreté con fuerza los cuchillos hasta casi hacerme daño en las manos...

Llegué donde ella estaba y abrí la puerta. Sus ojos se posaron en los míos y por un instante, el mundo se detuvo. Saqué el cuchillo más grande que llevaba y arrojé el resto al suelo . Me dirigí sin decir palabra hacia donde se encontraba, y ella, supongo que instintivamente, retrocedió hasta la pared donde comenzó a gritar con desesperación, sabedora de lo que se le avecinaba.

Arrinconada en un rincón, sin posibilidad de escapar, pude sujetar su cabeza y de un golpe certero en el cuello, supe que su vida se iba entre la sangre caliente que fluía de su garganta...

No recuerdo como fue, pero enseguida alguien puso un cubo para recoger la sangre... empezaron a llegar los vecinos y entre todos, cogieron a la cerda y la ataron... la matanza había comenzado y por fin, ese invierno tendríamos alimento... Mis ojos lloraban de pena, pues le había cogido cariño... pero es que teníamos que comer... por cierto, que jamones tan ricos salieron!!!



6 comentarios:

Isabel dijo...

Ya de entrada te diré que me impresionaron los cuchillos,después la historia se ponía inquietante aún más y entonces apareció la palabra mágica :"cerda"
Uff...,pude respirar tranquila nuevamente...
Pero debo reconocer que ya existen métodos eléctricos menos inhumanos,para matar animales,Pablo;una simple descarga y punto(en teoria,porque también fallan en muchas ocasiones...)
Claro que así igual los chorizos saldrían ahumados ya....
La publicidad ya la había visto,pero sigo diciendo "chapó" ante una publicidad de calidad...
Relax,para después del susto,¿no,pillín? ;-)
Un abrazo.

Anónimo dijo...

La verdad que viendo los cuchillos, y hasta que he descubierto que el relato se refería a una "cochina", imaginé que un sociopata en serie hbía escrito un post... (es broma)
Jeje.
buen texto.
un abrazo.

Perovsquita dijo...

Supongo que estamos ante el hecho de la cadena trófica de supervivencia. Unos, se comen a otros.

Ahora, otra cosa habría sido, si la meta hubiera sido obtener la piel del animal.... ¿o no?

Saludos!!

Lunarroja dijo...

La primera vez que asistí a una matanza me juré y perjuré que no volvería a comer cerdo. Creo que esa idea me duró... dos segundos y medio.

Mandarina azul dijo...

¡El búho rojo sorprendiendo de nuevo! Y lo que te gusta hacerlo, ¡eh!

Buen texto, ¡besos!

Candelas Sanchez Hormigos dijo...

Me has tenido con el alma en vilo, de verdad, que intriga, que miedo, que espanto...

¿Has asistido a alguna matanza del cerdo?

El grito, el alarido del marrano (así se denominan por las tierras de Castilla-León) es espeluznante.

Me ha encantado el enfoque.

Con cariño