martes, 22 de marzo de 2016

Crueldad

No es difícil comenzar, no es fácil terminar

Durante estos últimos días donde la barbarie y la tragedia está apoderándose de todos los noticiarios, no he podido evitar el recuerdo que de los niños, especialmente los míos, tengo cuando ellos son pequeños.

Esa carga de inocencia, donde taparse los ojos equivale a estar escondido, donde el tocar el dedo de su madre o su padre equivale a sentirse protegido, donde el decir una palabra diferente provoca risas y eso equivale a repetirla una y otra vez, donde todo es tan natural y sencillo que parece que no debería terminar nunca, ya que parece que el mundo de los mayores es cada día más inhumano y difícil.

Pero curiosamente es ahí, en esa etapa infantil, donde todos hemos comenzado a ser lo que somos... es esa etapa donde una simple mentira infantil, intenta poner un parapeto entre el castigo y la absolución, y donde la picaresca comienza a desarrollarse de forma rápida e imparable... es justo en esa etapa donde los adultos ya empezamos a corregir esos pequeños gestos innatos en los niños, donde el egoísmo es algo tan elemental en ellos que no logran entender por que han de esperar su turno en el columpio, por que han de compartir sus juguetes, o por que se les niega un caramelo cuando les apetece.

No recuerdo la cita exacta ni su autor, pero venía a decir que el hombre es un animal violento en origen y sólo la educación (no sólo la cultura) le va convirtiendo en tolerante y respetuoso para con los demás y para con lo demás.

No, no renuncio a esos mágicos momentos donde un niño hace esa gracia inesperada y sobre todo sincera... no renuncio a esos momentos donde su asombro ante los descubrimientos nos hacen plantearnos algunas cosas que, asumiendo que son obvias, en el fondo desconocemos... ni tan siquiera renuncio a ese descubrir del mundo infantil en el que cuesta introducirse para compartir con ellos esos momentos mágicos donde de nuevo y sin previo aviso, incluso reencontramos esa parte infantil nuestra que nunca termina de abandonarnos.

Pero todo lo anterior no nos exime de la responsabilidad de educar a nuestros hijos. La sociedad y la familia tratan (¿tratamos?) de hacerlo de la mejor manera posible, pero la sociedad y la familia no son entes inmóviles y constantes, si no que continuamente están en evolución y cambios.

Me es difícil responder a ciertas cuestiones en estos días sobre el comportamiento humano... y lamentablemente no sé cual es mi grado de responsabilidad en todo esto, pero me cuesta tanto creer que el ser humano pueda llegar a cambiar tanto... me cuesta tanto asimilar que el niño de hoy, pueda transformarse en un monstruo el día de mañana... me cuesta tanto aceptar que el dolor ajeno sólo duele cuando está reflejado en los medios de comunicación...

Tal vez nos hayamos acostumbrado a asimilar la violencia que el cine nos muestra como algo tan natural como el individuo... una violencia donde los "buenos" siempre ganan y al final todo parece que no ha sido nada... La vida real es muy distinta, excepto por la misma violencia... guerras, hambrunas, éxodos, miseria... Los que hemos tenido la fortuna de nacer en un entorno más o menos privilegiado, vemos todo eso como lejano, casi ajeno a nuestra propia existencia. No, posiblemente ya no sea cuestión de educación, si no de egoísmo y simplemente no deseamos compartir lo mucho o poco que tenemos por que, en definitiva, es nuestro y nos ha costado mucho conseguirlo...

Mientras, esos gestos infantiles e inocentes, se suceden por todo el planeta, ajenos a un futuro tan incierto como la misma vida, donde la subsistencia quedará marcada por el capricho de quienes empuñan las armas erigiéndose en líderes de algo que a la larga va a beneficiar a unos cuantos, a costa, como casi siempre, de la gran mayoría... y si no son las armas, será la política... y si no es la política, serán las empresas... y si no son las empresas, será la religión... y si no el medio ambiente, y si no... siempre habrá algo, mejor siempre habrá alguien...

No sé en que parte soy responsable de todo ello, pero sé que soy responsable de la educación que intenté transmitir a los míos... sé que creo que ellos son buenas personas... pero también sé que seguro que en algún sitio, alguien pensará que no es así... Mientras, permitid que siga disfrutando de la compañía de los niños... que en su inocencia se tapan los ojos para desaparecer y sólo necesitan el contacto de una mano amiga para sentirse seguros... tal vez no deberían cambiar nunca.

1 comentario:

Isabel dijo...

Preciosa reflexión... Pero,lamentablemente,la vida nos va cambiando. Con nuestro consentimiento, o no. Aunque soy consciente que todos llevamos dentro el niño que algún día fuimos y es importante no olvidar quienes éramos... :-)