martes, 18 de septiembre de 2012

Vocabulario

Cuida aquello que amas, pues es fácil de perder


Esas casualidades que uno va encontrando de vez en cuando, me han hecho reflexionar sobre el uso que le damos a ciertas frases. De esta forma, esa frase que reza “Perdono, pero no olvido”, es algo así como venir a decir, “No te preocupes de lo que has hecho, pero te vas a enterar”… No creo que se pueda perdonar y mantener un recuerdo constante sobre aquello que se desea olvidar.

Pero lo más curioso, lo que más me llama la atención es una frase tan extendida y popular que todos conocemos e incluso habremos usado alguna vez “Hacer el amor”.

Curiosamente, el amor es algo que se siente y no se hace… lo que se hace es, simplemente, practicar sexo… así el amor, esa palabreja que tanto alardeamos de usar y sentir y que tanto nos gusta presumir… y sin embargo, sólo nos jactamos de hacer el amor, cuando practicamos sexo… El amor debería ser algo que se hiciese siempre, no solo desnudo entre las sábanas… el amor debería ser un sentimiento constante y por tanto, el mirar a los ojos de quienes amamos, estamos haciendo el amor… al hablar con quien amamos, estamos haciendo el amor, el estar juntos paseando con la persona que amamos, estamos haciendo el amor… El amor se hace siempre que uno está enamorado… y así debería decirse.

Que curioso que esa sociedad tan clásica donde nos hemos ido criando ha optado por denominar la práctica del sexo, por un vocablo que, a mi juicio, degrada precisamente aquello que se desea ensalzar.

Pase pues que hoy entendemos como “amante” a esa persona con la que hacemos el amor… siempre amor, pero cuando hacemos el amor con un amante, ¿es amor??? Pues tendrá que serlo, por que hacer el amor, es amar y quien ama, es un amante… 

Así pues, enhorabuena a quienes hacen el amor aunque no sea entre sábanas, enhorabuena a quien tiene amante aunque sea su pareja, y enhorabuena al que ama, por que se ama durante 24 horas al día…

lunes, 10 de septiembre de 2012

Miradas


Que sea breve no significa que no sea intenso.

Aún me acuerdo de tu mirada... de aquél día que por coincidencias nos sentamos frente a frente en un vagón de metro en el que no había muchos viajeros.

Ambos íbamos sin prestar atención a nada ni nadie, y cada uno por su lado, aislado en su propio mundo... Aislados con los auriculares, escuchando música o cualquier otro sonido y la vista puesta en la páginas de algún libro... Sí, aislados de todo cuanto nos rodeaba

Sin embargo, algo pasó... no sabría decir el qué... tal vez la casualidad, tal vez el destino... nuestros ojos se encontraron en un momento en que el aislamiento desapareció... una fugaz mirada que me produjo una extraña sensación de invadir una intimidad que deseabas conservar...

Desvié la mirada de inmediato y volví a intentar concentrarme en la lectura... Era imposible, ese brillo de tus ojos ya había calado dentro de mí y algo que apenas adivinaba se había avivado dentro... Miré, casi de reojo, más con vergüenza por no violar tu intimidad, que con timidez por lo que pudieses pensar... y estabas también pendiente de tu libro... y justo en ese momento me miraste de nuevo...

No sé cuanto tiempo estuvimos mirándonos... no fue mucho... unos pocos segundos, pero los suficientes para leer en tu mirada la tristeza que llevabas en tu alma, la soledad que te acompañaba en todo momento... aparté la vista de nuevo

No pude resistir mucho tiempo y volví a mirarte... tú seguías mirándome, supongo que con curiosidad, con censura por haber querido entrar en tu intimidad... No pude si no intentar aguantar tu mirada... descubrí entonces el dolor que tu mirada reflejaba, descubrí que en tu mundo te faltaban muchas cosas

Quise ayudarte y te lancé un beso con la palma de tu mano... Aún me duele el bofetón que me diste y aunque jamás he vuelto a verte, cada vez que cojo el metro confío en poder coincidir contigo de nuevo para ver si tu tristeza ha desaparecido ya.



domingo, 2 de septiembre de 2012

Casa

Libertad e independencia no son sinónimos

Supongo que la casa de cada uno, es como un punto de referencia para poder ir hacia algún sitio… algo está siempre lejos o cerca pero muchas veces nos referimos a ese lugar donde solemos pernoctar, donde tenemos nuestras pertenencias y tal vez, por que es, posiblemente, la mayor inversión de nuestra vida, es algo a lo que quedamos unidos con extraño vínculo que en algún que otro momento, cuando estamos “lejos” de casa, nos hace sentir una extraña añoranza

Pero la casa de cada uno, el hogar, o cualquier otra definición que hagamos de aquel lugar donde tengamos nuestra residencia, no sólo es algo donde nos protegemos del frío o del calor, de la lluvia o del sol, o incluso de ese extraño miedo que nos produce en ocasiones la propia sociedad que parece que nos intimida e incluso nos persigue entre la oscuridad y cuando cerramos la puerta de nuestra casa, parece que estamos completamente a salvo… nuestra casa es nuestro castillo. Incluso recuerdo aquellos juegos infantiles donde había una zona de "seguridad" donde estábamos siempre a salvo y que denominábamos "casa"

Así pues, la casa no es un conjunto de paredes, puertas y ventanas… no es sólo el lugar donde tenemos nuestras historias y donde queremos echar nuestras raíces… es ese extraño lugar donde nuestra vida coge sentido, donde accedemos a nuestros amigos, donde criamos a nuestros hijos, donde convivimos con nuestra pareja… y por ello, algunas veces, nuestra “casa” puede cambiar de sitio, de ubicación

Ignoro quien fue quien definió los blogs como “casas”, pero siempre me he sentido identificado un poco con ese adjetivo aquí… esto, de alguna forma, también es mi casa, una casa donde algunas veces, me he desnudado, y otras donde sólo he comentado aquello que creo superfluo o importante… una casa donde encuentro amigos y desconocidos con los que hablar, comentar, y aprender… una casa donde soy un poco chovinista (es natural, es mi casa), narcisista (claro, soy yo) y exhibicionista (si no… ¿a quien le importaría???)

Pues eso… estoy en casa… en mi casa…